Casi tres semanas habían pasado desde su último encuentro con Danielle. Ahora sí era en serio, sus llamadas y mensajes eran solo un recuerdo. Emilia no podía engañarse, se había acostumbrado a su presencia, y sobre todo al desfogue de instintos que le ofrecía. No le quedaba más remedio que intentar regresar a su aburrida rutina.
Estaba en su departamento, era una noche como cualquier otra, se encontraba revisando algunos documentos de la empresa mientras bebía una copa de vino y escuchaba algo de música. Por más que luchaba contra ello sus pensamientos habían comenzado a hacer de las suyas otra vez. Ahora no podía dejar de pensar en Danielle, en realidad había sido una despedida drástica y abrupta. Si bien, no habían tenido la gran historia de amor, hubiera deseado al menos que el gusto le durara un poco más.
Tomó su móvil, llevada por el mismo impulso que durante años había convertido su relación con Lucía en algo enfermizo y masoquista. Pero no iba a llamarla, solo decidió googlear el nombre de Danielle Lombardi en el buscador para ver qué información se encontraba de ella en la red. No fue difícil dar con ella, lo cierto es que tenía bastantes seguidores en su cuenta de Instagram que era prácticamente todo lo que utilizaba. Había fotos de lugares, sus viajes, sus casas, autos, sus bares, clubs y sobre todo de ella.
Llamó su atención una foto reciente en lo que debía ser uno de sus clubs. Se veía bastante elegante, la ropa formal y masculina le sentaba tan bien que parecía estar ceñida a su cuerpo. Posaba junto a una hermosa joven castaña que imaginó sería su nueva conquista. Sin embargo, al acercar la imagen se dio cuenta que se trataba de su hermana. Indagó aún más y descubrió que no se trataba de ningún club, las chicas habían participado en un desfile de modas con una colección que Grecia promocionaba para la temporada. Había modelado una marca de ropa bastante costosa y popular que, en lo personal, a Emilia le encantaba.
Era estúpido sentirlo, pero encontraba doloroso el hecho de que las personas con las que se relacionaba, pudieran superarlo todo con tanta facilidad. Para ella resultaba más complejo ya que en su vida lo único constante era su trabajo y ese fantasma de la soledad que ahora le miraba fijamente. Era una tontería sentirse de esa manera, pero con un par de copas de vino en la sangre su mente era más sincera.
Sabía que lo mejor era no continuar mirando aquellas fotografías, pero no podía evitarlo, estaba leyendo comentarios de la infinidad de chicas que seguían a Danielle en su IG, incluso le llamó la atención que hubiera un shippeo entre ella y su hermana Grecia. Sonaba bastante retorcido, a decir verdad, pero el hashtag de Danecia había sido trending topic hacía un par de semanas. Una reverenda locura.
Poco a poco llegó a sus fotos más antiguas, su rostro era evidentemente más joven y fresco, y esa cicatriz continuaba en su ojo. Había selfies de viajes a lugares remotos y hermosos, en sus clubs y con una Grecia mucho más joven también. Pero, desde luego, sus favoritas eran en su entrenamiento de jiu jitsu, box, kick boxing y natación. Su fabuloso cuerpo desplegado en imágenes y tomas perfectas que no le extrañaba que aquellas publicaciones tuvieran más de un millón de likes y comentarios.
Dejó de lado su móvil, era suficiente tortura por esa noche, con toda esa sobre carga de Danielle Lombardi en su mente sabía exactamente lo que tenía que hacer.
Preparó la tina, dispuesta a motivarse un poco con aquellas fotografías mientras se servía una copa más y se recogía el cabello con una coleta. Se desnudó frente al espejo y observó su reflejo preguntándose si quizá Danielle también habría buscado su IG en algún momento. Seguro sí, imaginó que después de aquella fiesta en donde se habían conocido.
Contempló su cuerpo, sus caderas anchas, sus senos pequeños pero proporcionados y su pubis pueril, recordando todas las veces que Danielle la recorrió. Dejó que el vapor de la tina fuera poco a poco empañando el cristal, hasta que no pudiera verse nada. Limpió con su mano el vaho de sus hombros hasta su pubis, tomando su móvil para sacar una fotografía del dorso de su cuerpo. La miró, no era una fotografía digna de redes sociales. Sabía que se metería en graves problemas si alguien llegaba a verla.
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Adiós, Diciembre
Roman d'amour"Hay que aprender que para sanar una herida, tienes que dejar de tocarla" Emilia Navarro es la presidenta del prestigioso corporativo 24/7. Hija de una relación extramarital, tiene que aprender a sobrevivir bajo el yugo familiar de quienes intentará...