"Cuando no se conoce personalmente a individuos de otros grupos étnicos, religiosos o culturales, es muy fácil creer cosas horribles de ellos y tenerles miedo."
-Michael Levine.
[ 4 ]
MINERVA
Del auto bajó una pareja, la mujer vestía un sari, era una especie de tela traslúcida que cubría su cabeza y caía por sus hombros cubriéndolos a su vez. El hombre vestía un turbante. Era fácil saber a qué religión pertenecían.
Eran hindúes.
La mujer tomó la mano del hombre y sonrió caminando hacia nosotros.
-No son los Hurtado. -Habló Hugo entre dientes y fingió una sonrisa. No respondí nada a lo obvio y también fingí sonreír.
-Hola. -Saludó la mujer acercándose a nosotros, pude notar que tenía un punto rojo en su frente, justo en medio y por encima de sus cejas-. Un placer conocerlos.
Hugo sonrió.
-Lo mismo digo, señora -estreché la mano que me ofrecía.
-Ah, cariño -hizo un ademán con su mano a mi dirección-, llámame Ver.
Asentí.
-Él es mi esposo Greg -el hombre me tendió la mano y se la estreché.
-Minerva -me presenté y los miré a los dos, luego desvié la mirada a Hugo, quien se había quedado mudo-, él es mi hermano Hugo.
Hugo me sonrió por cómo lo había presentado y estrechó las manos de la pareja.
Me dió la impresión de que Fred no me quitaba los ojos de encima, pero le resté importancia. Debe ser mi imaginación; Los hombres del camión de mudanza abrieron la gran puerta de la parte trasera del camión, haciendo con ello, un fuerte ruido. La pareja se giró y sonrieron tomándose nuevamente de las manos.
-Nos veremos luego, fue un placer conocerlos, niños -la mujer se despidió con un ademán de mano y volvió sobre sus pasos junto a su esposo.
El hombre me mantuvo por más tiempo la mirada que ella antes de girarse. Hugo pareció no haberse dado cuenta.
-¿Qué ibas a decirme? -le pregunté cuando nuestras miradas se cruzaron. Hugo estaba encogido de hombros y tenía el ceño ligeramente fruncido como si estuviese nervioso.
-Quería preguntarte si querías salir conmigo por la noche -murmuró y se lamió los labios.
Fruncí el ceño.
-¿No dijiste que era peligroso salir? -contesté dándole la espalda y caminando hacía la casa. Sentí que empezaba a seguirme.
-Sí, pero conmigo no.
Me carcajeé y lo miré.
-¿Y quién eres? ¿Batman? -sonrió torciendo el gesto.
-Diría más que soy como el Guasón, dada las circunstancias en la ciudad-masculló y abrió la puerta de cristal para dejarme entrar primero.
-¿Qué circunstancias en la ciudad? -entré y observé a mi madre de pie con los brazos cruzados.
Su expresión facial reflejaba lo molesta que estaba y su mirada estaba clavada en mí.
~×~ ~×~ ~×~
Eran las 04:37 p.m. cuando desvié la vista del rejoj de pared a una de las ventanas del primer piso de la casa de los vecinos con el pincel en mi mano.
Miré una casa que, según Hugo, estaba en venta desde hacía cuatro años. Me pregunté lo mismo que le había preguntado para entonces: ¿Por qué no la habían comprado? Era una casa enorme de dos pisos, de arquitectura romana tal vez, su estructura era particular a las demás casas. La respuesta de Hugo fue clara: Una familia fue asesinada.
Hugo me había mostrado una fotografía de la casa y de la famila antes de ser asesinada. Luego, me mostró una fotografía de lo que fue la casa meses después del asesinato, una casa abandonada.
Ahora, la casa era completamente diferente a la de las otras dos fotografías. La mujer que se encargó de venderla, se encargó de los arreglos para la nueva familia.
Elevé ambas cejas cuando visualicé a través de la ventana a un chico. Estaba de espaldas y se movía de un lado a otro, la altitud y la distancia de mi ventana a la suya solo me permitía ver desde su torso hacia arriba. Su espalda se veía ejercitada y sus bíceps decían lo mismo. Su cabello era negro, o tal vez marrón, la luz solar vislumbraba el cristal de su ventana y no me dejaba observar con énfasis los detalles.
El chico se llevó su celular a la oreja y se giró de frente a la ventana, sonrió mostrando sus dientes y se alejó de ella.
Fruncí el ceño y volví a la pintura.
Desde luego ese chico no era hindú.
La puerta se abrió y Hugo entró por esta.
-¿No tocas? -pregunté un tanto molesta.
-Estaba abierto, solo empujé. -Se encogió de hombros, -No me diste una respuesta, ¿Sí saldremos?
Me lamí los labios y tomé de nuevo el pincel retomando mi trabajo.
-Estoy castigada -le recordé-, estuviste ahí cuando mi madre me castigó y me dijo-.
-Que no saldrás de la casa nunca más en tu vida. -Terminó por mí, y bufó-, creo que exageró.
Asentí y suspiré dramáticamente. También lo creía.
-Pero -prosiguió-, solo porque hablé, te dejaron salir por una tarde.
Lo miré asombrada.
-Conmigo -añadió.
Volqué los ojos y seguí pintando la cabeza de Judas.
-¿Entonces? -dijo al rato.
Asentí.
-Sí, ¿Por qué no? -me encogí de hombros y lavé el pincel luego me giré hacia él. -¿Cuándo?
Su sonrisa se ensanchó mostrando un orificio en su mejilla izquierda.
-Ahora, ve a arreglarte -dijo y se giró caminando hacia la puerta, cuando salió me giré y miré una vez más a través de la ventana.
La ventana del primer piso estaba cerrada.
Menée la cabeza y salí del salón. No sabía que la pareja que conocí por la mañana tenían un hijo. No había bajado del auto. Debió haber llegado después de que me haya encerrado en mi habitación durante casi todo el día.
Salí del salón y a mitad del pasillo me detuve al oír mi nombre a través de la puerta cerrada de la habitación de Hugo. Pero no fue su voz quien pronunció mi nombre, fue la voz de mi madre.
Lentamente me acerqué a la puerta y agudicé el oído.
-¿Ha vuelto a tener acceso a internet? -dijo mi madre, pero su voz sonaba como un murmullo.
-Qué voy a saber yo -esa era la voz de Hugo.
-Shh. Baja la voz -hizo una pausa y creí que me habían descubierto pero siguió hablando-. Ella no debe entrar a las redes, no debe tener acceso al Internet.
-Lo sé -Hugo bajó la voz-, no lo hará, no lo permitiré.
Tragué saliva y volví sobre mis pasos caminando hacia mi habitacion, la del final del pasillo. Abrí la puerta, crucé el umbral y cerré tras de mí. Sin soltar el pomo me recosté de la puerta.
Ninguno de los dos podía saber lo que había hecho por la mañana.
Decidida a seguirle la corriente a todo lo que me dijeran, me desvestí y entré al cuarto de baño.
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Ciudad de Acertijos [En Proceso]
Misterio / Suspenso¿Qué harías si encuentras una nota extraña en un libro? Una nota que claramente dice «ve», ¿Irías? ¿Buscarías el origen de esa nota? ¿O la ignorarías? Minerva se propuso a buscarla, y aunque no sabía qué encontraría continuó. Y tras seguir una pist...