𝐨𝐧𝐞

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¿Que respondería alguien de 12 años si le preguntaran que quiere ser de grande? A esa edad pueda que aún no tengas ni idea de qué harás con tu vida, por lo que algunos te dirían que quieren ser corredores de carreras, bomberos, un power ranger, jugar de fútbol ¿Doctor? o una que otra cosa extravagante, puede ser.

Pero si le preguntaran a Yeonjun... Él solo quería hacerse muy fuerte para proteger a Soobin.

En una situación diferente, ellos no se hubieran conocido nunca, no coincidían en casi nada.
Soobin venía de una familia muy adinerada, con unos padres amorosos y reconocidos, preocupados porque el siguiera sus pasos en el mundo de la danza.

Y Yeonjun... Bueno, él venía de una familia pequeña algo "típica y conservadora" no eran extremadamente ricos pero ellos podían darse sus lujos de vez en cuando su padre era un jardinero que solia trabajar para familias ricas por lo que no ganaba tan mal, mientras que su madre se quedaba en casa para cuidar de él.

Yeonjun era hijo único, cuando no estudiaba su padre lo llevaba a hacer trabajos con él. Ya hasta tenía grabada la frase que este siempre le decía “te enseñaré a hacer cosas de hombre" Yeonjun lo acompañaba feliz pero siempre terminaba aburriendose demasiado, a él le gustaba pasearse por los lindos jardines que su papá remodelaba. Después de un día largo de trabajo, cuando llegaban a casa su madre se encargaba de preguntarles cómo les había ido en el día y Yeonjun felizmente le contaba como “ayudó" a su padre, pero la verdad era que Yeonjun no le ayudaba en nada, se dedicaba a admirar como su papá iba de allá para acá, y cuando se aburría de admirarlo salía a curiosear para distraerse, así fue como conoció a Soobin.

El merodiaba por los pasillos de aquella gran casa a la que su padre lo había llevado, este le había advertido no separarse de su lado ya que si sus jefes lo encontraban podían ganarse un severo regaño de estos. Pero vamos ¿Cómo se supone que se resistiria a averiguar lo que había tras aquella gran puerta con figuras doradas? La curiosidad mató al gato pero al menos murió sabiendo.

—¿Se te ofrece algo pequeño?—aquella voz le había hecho pegar un gran brinco a Yeonjun el cual estaba apunto de descubrir que era lo que escondía esa gran puerta, hasta podía jurar que lo llamaba.

—N-no, lo siento señor ya me iba—se excusó haciendo una pequeña reverencia apunto de retirarse del lugar antes de ganarse un regaño como su papá le había dicho.

—jaja, no te preocupes no te culpo, si yo fuera tú también quisiera saber que hay ahí dentro ¿Verdad?—dijo el hombre que se encontraba frente a él, se veía elegante y con una pequeña sonrisa que dejaba ver dos hoyuelos en sus mejillas.

Yeonjun asintió seriamente sacandole una pequeña carcajada al hombre que esperaba su respuesta.

—Bien, que te parece si entramos juntos.
Así conoces a Soobin, pareciera que tienen la misma edad y seguramente le agradaras— agregó el adulto antes de abrir aquella gran puerta mientras el iba detrás.

Cuando Yeonjun entró, se quedó estupefacto ante lo que sus ojos veían, creía estar soñando.

Un niño se encontraba en medio de aquella gran sala, tenía un hermoso cabello negro que contrastaba con su aterciopelada piel blanca, vestía unas medias negras y una camisa holgada blanca, unas zapatillas con punta cuadrada ¡Ouch! Le deben de dolor los dedos pensó Yeonjun, ya que nunca había visto a un bailarín de ballet.

No hizo más que quedarse admirando al niño que giraba delicadamente, mientras seguía una canción suave de fondo.

Así fue hasta que el señor lo sacó de su ensoñación.

—Soobin—llamó el elegante hombre a aquel chico que volteó inmediatamente al escuchar su nombre.

—¡Papá!—exclamó y salió corriendo a tirarse en sus brazos.

𝙅𝙚 𝙘𝙧𝙤𝙞𝙨 𝙚𝙣 𝙩𝙤𝙣 𝙖𝙢𝙤𝙪𝙧 || 𝙔𝙚𝙤𝙣𝙗𝙞𝙣 / 𝙎𝙤𝙤𝙟𝙪𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora