El cálido viento de primavera volaba el cabello suave de Jungkook, quien disfrutaba del maravilloso día que estaba haciendo en su jardín trasero. Los dedos de su mano izquierda rozaban el verde pasto y su otra mano sostenía su preciada biblia. Para el no había nada mejor que aprovechar un hermoso día así, leyendo los versículos de su amado Dios, acompañado de un te con sabor a frutilla.
Su madre lo observaba desde la ventana de la cocina, con su pecho lleno de orgullo al ver lo bien encaminado que había resultado ser su pequeño y único hijo.La familia Jeon poseía unos grandes valores, eran queridos por todos sus vecinos y demás resto de la pequeña población que los rodeaba. Tenían muchos amigos y eran considerados de los clanes familiares mas importantes y respetados del lugar, esto se debía a su buena educación, su apariencia intachable, sus nobles actos y lo bueno que era en los negocios el señor Jeon.
A simple vista eran la familia perfecta, pero como todos, ocultaban un gran secreto.
Jungkook, era un adolescente de 17 años. Buen estudiante, un samaritano admirable, agradable y gracioso. Le caía bien a cualquiera. Pero también había una faceta de Jungkook que sus padres se empeñaban en ocultar, una oscura personalidad se escondía debajo de aquel aspecto angelical.
A sus cortos 5 años, sus padres comenzaron a notar actitudes un tanto extrañas. De repente pasaba de ser un niño adorable a convertirse en un pequeño demonio traído por el mismísimo satanás. Trataron por todas las maneras posibles de ocultar aquella verdad que podría arruinar la imagen familiar. Y para los años que corrían en esos momentos, sus padres creían como gran parte de la población que un psicólogo o psiquiatra no ayudaría a Jungkook, y solo lo volverían mas loco. Para estos la única salvación era Dios.
Por muchos años, Jungkook intento reprimir aquella parte suya, y maravillosamente lo logro. Pero siempre estaba presente aquel temor de que cuando menos lo esperara volviera.
- ¡Jungkook! Cariño, hice tus galletas favoritas - gritó su madre desde la ventana.
El muchacho se levanto rápidamente del suelo. Amaba las galletas que su mamá con mucho amor le cocinaba.
La cocina olía demasiado bien, chocolate y vainilla. Su madre lo recibió con una sonrisa y extendió una bandeja donde las galletas reposaban recién salidas del horno. Un vaso de leche tibia lo esperaba en la mesa del comedor, Jungkook se sentó y comenzó a degustar aquella exquisita merienda que la señora preparó con mucho amor.
- Mi lindo Jungkookie - su madre acaricio su mejilla - ¿Que tal están las galletas? -
- ¡Deliciosas! -hablo con la boca llena.
La mujer lo miró y le señalo que no hiciera eso.
- Traga y luego hablas, cariño. Iré a descansar un poco, pórtate bien y lava los platos cuando termines, ¿entendido? - Jungkook asintió y su mamá depositó un beso en su hermoso cabello para luego abandonar la cocina.
Termino de comer todas las galletas, sintiendo que su estomago estaba extremadamente lleno.
Mientras lavaba los platos comenzó a sentirse mareado. Apoyo las palmas en la encimera intentando sostenerse, no quiso armar escándalo ni tampoco llamar a su madre, quizás las galletas le habían hecho mal.De repente su vista se oscureció, volviendo rápidamente a la normalidad. Pero había algo que no estaba bien. Una presión en su pecho hizo que sintiera ganas de llorar.
Habia vuelto.
Después de unos cinco minutos todo volvió a estar bien. Jungkook podía respirar normal y sus ojos ya no picaban para llorar. Todo estaba bien, era una falsa alarma.
Pensó que seria una buena idea salir a pasear un rato, aunque sea hasta que su madre despertara de su corta siesta. Tomó su abrigo color amarillo pastel, y con sus llaves en mano salio camino al parque.
La primavera comenzaba, las flores salían y mostraban sus bellos colores y olores. Los días eran alegres y dejaba ver el cielo azul brillante acompañado de un radiante sol. Tan solo fueron unas cinco cuadras para recorrer y llegar al destino, aquel hermoso parque poblado de niños, familias, animalitos y toda forma de vida posible. Lo recorrió casi en su totalidad, disfrutando de las vistas. De repente unos murmullos y risas se escucharon, parecían ser las voces de unos adolescentes igual que el, al parecer estaban hablando o haciendo algo divertido porque reían fuertemente.
Jungkook alegre y con ganas de hacer nuevos amigos observó detrás de unas gran rocas como dos chicos, uno rubio y otro castaño, sostenían entre sus dedos lo que parecía ser un cigarrillo extraño. Allí también olía raro, ya no se podía aspirar el olor de las flores, no al menos de las que Jungkook conocía.
- Mira, Park. Tenemos a un escurridizo espiándonos - comento el castaño.
El rubio, quien estaba de espaldas volteó a ver a Jungkook. Se encontró con un rostro digno de un ángel, labios rosados y carnosos, ojos brillantes y algo rojos, y Dios mio, una sonrisa espectacular. Jungkook se sintió extraño por primera vez en su vida, unas mariposas parecían estar dentro de su estómago. Quizás tantas galletas le hicieron mal.
- Vaya, vaya. ¿Que tenemos aquí? -rió mientras se acercaba al azabache- ¿Como te llamas dulzura?.
- Ju-jungkook - respondió nervioso.
¿Que le pasaba? Normalmente el podía hablar con facilidad, incluso con personas que no conocía. Pero esta vez se sentía muy nervioso e intimidado.
- Oh , míralo Yon. Esta tartamudeando. ¿No te parece un juguete adorable? - Volteo a ver a su amigo.
- Tienes razón - sonrió - ¿Que haces aquí? ¿Nos estabas espiando?.
- N-no. Yo solo los escuche reír, y creí que seria buena idea acercarme...L-lo siento, no quise molestarlos - su tono de voz era bajo, demostraba plenamente estar nervioso y con temor.
- ¿Quieres saber por que nos reímos? - pregunto el rubio y Jungkook asintió tímido.
Ambos amigos se miraron y estallaron en carcajadas. Les parecía demasiado estúpido que un chico de su edad fuera tan inocente, porque vamos, se notaba que el tal Jungkook no era menor que ellos, de hecho, podría decirse que por su contextura física parecía mayor.
- Eres muy inocente -toco la mejilla de Jungkook y este se sonrojo al instante, nunca lo habían tocado así aparte de su madre.
Y realmente lo era, lo cual causaba ternura en el joven corazón de Park.
- ¿Co-como se llaman ustedes? - Los chicos no parecían malos, solo algo raros.
- Yo soy Jimin y el...-señalo al amigo - es Yoongi.
- Oh, un plac...- fue interrumpido por unos gritos que sonaba casi desesperados.
- ¡Jungkook! ¡Hijo! ¿Que te he dicho sobre irte de casa sin avisar? - La madre de Jungkook venia rápido hacia el, con su respiración agitada y el cabello revuelto.
Llego hasta su hijo y beso su frente con alivio. Luego de inspeccionar que este estuviera bien, levanto su mirada encontrándose con esos dos jóvenes.
- ¿Estos quienes son, Jungkook? - hablo de mala manera.
- S-son Jimin y Yoongi, mamá.
- No me gustan. No quiero que te juntes con ellos. Vamos.
Y sin importarle lo que su hijo dijera, lo tomo del brazo y se lo llevo arrastrando. Los dos chicos quedaron asombrados con la poca vergüenza de aquella señora, los había prácticamente insultado en sus caras.
[...]
- ¡No puedes estar juntandote con esa clase de personas, Jungkook! ¿Acaso no lo sentiste? ¡Estaban consumiendo drogas! Tú no puedes relacionarte con gente así, eres muy valioso y un chico muy respetable, y así debes mantenerte siempre. ¿Entendido? -Jungkook asintió - Espero que así sea, no quiero tener que castigarte Jungkook -
Jungkook se sintió mal el resto de la tarde y durante la noche también. Los chicos parecían simpáticos, pero si su mama decía que no, debía obedecer.
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take me to church † kookmin
Fanfic"nacimos enfermos, Jungkookie, pero me encanta" Contenido sensible. No se permite copia o adaptación