Park Jimin, un chico de diecisiete años. Nacido en una familia humilde pero con buenos corazones. El no era como Jungkook, su familia no era popular o respetada, y mucho menos eran bien vistos por los habitantes del pueblo.
Jimin siempre considero que allí todos eran demasiado hipócritas, en la parroquia comían santos y luego a tus espaldas eran el mismísimo Satanás. Por eso el casi nunca asistía a la iglesia o a las estúpidas clases de religión.
Desde muy pequeño se dedico a ayudar a su madre, quien tras la muerte del señor Park, quedo sola y sin nadie que le tendiera una mano. Jimin era el mayor de tres hermanos, y se encargaba de trabajar para ayudar a mantener a la familia, mientras que su madre pasaba día y noche intentando cuidarlos y llevarles un plato de comida.
Ella era una mujer dulce y comprensiva, y para la época que transcurría era una mujer muy avanzada. Cuando el señor Park aun estaba vivo, ella le oculto que a su pequeño bebe de cinco años, Jimin, le gustaba un compañero de instituto. Nunca lo juzgó o regañó, pero siempre intentaba cuidarlo y advertirle que debía ocultar aquellos sentimientos por su bien, únicamente por eso.
Y por muchos años logró reprimir aquello, ya que casi no estaba en contacto con otros niños, a excepción de su mejor amigo de la infancia, Yoongi. Al dejar la escuela, solo se dedicaba a trabajar.
Pero cuando vio a Jungkook en ese parque, perdió por completo la cabeza. El poder ver como aquel abrigo amarillo marcaba sus brazos, como a pesar de sacarle una cabeza se comportaba como un maldito bebé. Era demasiado caliente y hermoso.
Y en ese momento lo único que pudo pasar por la cabeza del rubio fue "Jungkook, follame".
Y estaba seguro que de alguna forma lo lograría.
[...]
La cabeza de Jungkook daba mil vueltas. Se había recostado para intentar recobrar la compostura, pero hasta ahora resultaba imposible. Tenia miedo, sabia que aquella cosa extraña que le sucedía de niño estaba volviendo. No podía decirle a su madre o a su padre, seria preocuparlos o hacer que piensen que esta loco, y quien sabe que podrían hacerle. Además de que jamas querría volver a pasar días enteros encerrado en aquella maldita parroquia, bañado en agua bendita, muerto de frió y escuchando los rezos del Padre Taeyang.
Intento no llorar, por Dios si lo intento, pero era prácticamente imposible no hacerlo. Estaba aterrado pero excitado. Era raro, todo parecía dar vueltas y generarle un mareo que inexplicablemente comenzaba a volverse agradable. Sentía como si su alma y verdadera esencia estuviera abandonando su cuerpo, ¿estaba alucinando? tal vez, pero todo se sentía muy real.
De repente, unas gotas de sudor corrieron por su nuca y frente. Su cuerpo se sentía caliente, como si estuviera volando en fiebre. Levanto su cabeza para observar que todas sus extremidades estuvieran en su lugar o que nada estuviera de manera rara, y vaya que si estaba todo bien. Un gran cono se formaba bajo sus pantalones y ropa interior. Con su otra faceta, quizás se hubiera sentido sucio, asustado y muy nervioso, pero eso no era lo que justamente estaba pasando ahora.
Muy lento bajo los pantalones de su pijama hasta liberar aquella erección que cada vez parecía latir mas por la cantidad de sangre que corría en ella. Con la yema de sus dedos rozó la suave piel y en respuesta jadeo. Era la primera vez que se tocaba y también la primera que veía a su miembro de esta manera.
Tomo la base y de manera lenta comenzó a subir y a bajar su mano. Era todo tan desesperante y delicioso, una sensación que jamas había sentido. Los movimientos y apretones aumentaban conforme los segundos avanzaban, todo se volvía cada vez mas caliente y Jungkook apenas podía mantener sus ojos abiertos y su boca cerrada; la saliva comenzaba a escurrirse por sus comisuras, lagrimas de placer caían por sus mejillas y su respiración era un completo desastre.
Estaba tan cerca del clímax, tan pero tan cerca, su nube de placer y perdición iba aumentando cada vez más y más. Con su pulgar hizo círculos sobre la punta de su miembro untando todo el liquido pre-seminal. Esto era mucho mejor de lo que se hubiera imaginado.
Y cuando logro estar a punto la puerta de su habitación se abrió abruptamente. Su padre, quien había ingresado con una sonrisa, la borro al instante. Su cara se torno seria y ese fue el golpe que Jungkook necesitaba para volver en sí. De repente se sintió mareado y con sus pocas fuerzas cubrió su cuerpo con las sabanas.
Su cabeza era un enorme enredo. No entendía que acababa de ocurrir o que paso, solo supo que su padre le giro la cara de una bofetada.
- ¿Que crees que estas haciendo en mi propia casa? -grito furioso- ¿Como te atreves a deshonrar de tan manera tu propio hogar? ¡No eres mas que un sucio y asqueroso pecador, digno de ser llevado al infierno! - Volvió a abofetearlo, esta vez mas fuerte.
Jungkook comenzó a sollozar bajito mientras a duras penas subía despacio su pijama, tapando toda su desnudez.
- Yo no quiero calenturientos en mi casa -lo tomo del brazo y casi arrastrándolo lo llevo hasta la planta baja, donde de un empujón lo saco fuera de su hogar - ¡Ahí te quedaras hasta mañana! Veamos si así sigues con ganas de pecar - Dicho esto cerró la puerta en la cara de su propio hijo.
Esa noche algo cambio en Jungkook.
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take me to church † kookmin
Fanfic"nacimos enfermos, Jungkookie, pero me encanta" Contenido sensible. No se permite copia o adaptación