—¡Muchas gracias, mamá! —Corrió a abrazar a su madre, algo que generalmente no ocurría, sin embargo, aquella era una ocasión especial.
—No sé, Circe, ¿realmente crees que es buena idea? La verdad es que...
—Sabes perfectamente que no puedo continuar sin ir a la universidad —interrumpió—. Un tutor no puede ayudarme en este punto y ya me he retrasado bastante. Quiero hacerlo. Además, son sólo tres días a la semana.Glenda lanzó un suspiro y volvió a asentir.
—¡Iré a investigar! —Circe sonrió, dejando ver su dentadura perfecta enmarcada en aquellos labios con forma de corazón.
—Pero...
—Tengo que investigar qué necesito para poder ingresar. Documentos, pagos, fechas, ¡todo!
—Ten cuidado cuando salgas —pidió.Que Circe saliera sola no era muy común, la mayor parte del tiempo salían juntas o ella simplemente iba a la casa de al lado, donde vivía Mirabella.
—Lo haré, mamá, puedo cuidarme sola, no sé por qué siempre lo dudas.
No se fue inmediatamente, subió a su habitación y se cambió la ropa, quería algo cómodo, ya que pensaba pasar buen tiempo fuera de la casa, aprovechando que su madre le había dado permiso de salir. No se lo había comentado a su madre, no lo había creído prudente, pero ya había investigado varias cosas sobre el proceso de admisión, simplemente esperó el tiempo adecuado para preguntarle si ese año la dejaría embarcarse en esa nueva etapa.
Había pasado gran parte de su niñez y toda su adolescencia estudiando en casa por decisión de su madre, pero... ¿un tutor para la universidad? Eso sonaba simplemente ridículo. Sandrine, su tutora, era una excelente profesora y nunca había tenido problemas para entender cada uno de los temas que se abarcaron dentro de su educación, sin embargo, quería algo diferente, aprender de una manera distinta y, sobre todo, deseaba conocer gente nueva. A raíz de aquel tipo de educación, pasaba casi todo su tiempo en casa, por lo cual, no podía decir que tuviera gran cantidad de amistades.
Decidió usar un short de mezclilla, una blusa de tirantes de color blanco y tenis antes de su precipitada salida con rumbo a la universidad. Tomó su bicicleta, la cual tenía una pequeña canasta de mimbre, para emprender el camino; hacía bastante calor y quería sentir el viento al ir recorriendo la ciudad en su pequeño transporte.
—¡Circe!
Se giró justo antes de que trepara a la bicicleta y se encontró con Alexander Knightly, el hijo de Leah, quien justo iba saliendo de su casa. Él y su madre eran sus vecinos de toda la vida. La casa de los Knightly era un poco más pequeña que cualquiera de las dos casas White, pero vivían cómodamente en el lugar, ya que sólo eran ellos dos.
—¿A dónde vas?
—¡Hola, Alex! Voy a iniciar los trámites para ingresar a la universidad. —Su sonrisa era gigante y le iluminaba toda la cara—. ¿Puedes creerlo? Ahora no serás el único que diga que tiene deberes pendientes y mucho por leer.
—Vaya. —Alex sonrió, el viento le alborotaba el cabello ligeramente largo que era de un color castaño oscuro—. Por fin lo has conseguido.
—No sabes lo feliz que estoy.
—Puedo imaginarme.Circe asintió y luego trepó a la bicicleta.
—¿Puedo acompañarte?
—¡Claro! ¡Sería genial! Hace mucho que no salimos a pasear, ya sabes, mi madre y sus ideas del siglo pasado. —Resopló.
—¿Cuál es el rumbo? —preguntó, sin dejar de lucir una sonrisa en el rostro ante el comentario. Se alejó un poco y luego regresó con una bicicleta a su lado.
—Voy a Cedar Hills College. Estuve leyendo los requisitos y creo que tengo que ir por unas solicitudes que tengo que llenar, para regresarlas después con algunos documentos que me están solicitando —sonó confundida, todo eso de los requerimientos la traían vuelta loca.
—Sí que lo tienes todo investigado.
—Por supuesto, he esperado este momento por mucho tiempo como para ser descuidada al respecto.
—Bien, entonces vámonos de una vez.
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Labios de cristal
Ficțiune adolescențiAtrapada entre las constantes preocupaciones de su madre, la lejanía de su tía y la solitaria amistad que sostiene con su vecino, Circe White se debate en cómo liberarse de sus inquietudes y dar un giro a su monótona vida. Después de luchar arduamen...