Unique

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—...Y entonces, como se dió cuenta que ya estaba cansado y no quería caminar más, ¡Me alzó todo el camino de vuelta! Niki es el dueño más amable del mundo —comentaba emocionado el pequeño can, moviendo su peluda cola en un vaivén alegre.

—Eso es muy bueno. Ojalá Niki también fuera amable conmigo —respondió Jungwon, acariciando al maltes recostado en su regazo.

Yang Jungwon había nacido con un don; él podía comunicarse con los perros.

Era algo extraño ya que no funcionaba con los animales en general, sin importar cuanto se esforzara. Había pasado toda su infancia confirmando y re confirmándolo, todavía tenía el sueño frustrado de amigarse con el gato de su padre. Aun así, poder hablar con los perros era genial. Definitivamente era más de lo que la mayoría podía soñar en hacer, y por ello se veía obligado a ocultar su pequeño don.

Usaba Jungwon ese don para ayudar animales, ingresando a la carrera de veterinaria o algo así? Claro que no, ni que fuera Doctor Dolittle. Jungwon no entendía de esas cosas raras como la biología o las ciencias, lo suyo era la música.

Lo que él hacía con su don era mucho mejor, sabía sacarle provecho de otra forma. Lo usaba para el chisme.

La mayoría de los perros amaban ciegamente a sus amos, y casi siempre estaban dispuestos a presumir sobre ellos por horas. Sólo un par de preguntas bastaban para sacarles verdades incómodas sobre sus dueños, como la vez que el perro de su mejor amigo le confesó que lo vió besando a un peluche al que le había pegado una fotografía de un idol en la cara. El cachorro había estado orgulloso de su dueño por practicar con tanto entusiasmo, así que hasta le había dado detalles.

Jungwon nunca le volvió a tener el mismo respeto a Sunghoon, porque siempre que lo veía a la cara recordaba las descripciones vividas de su cachorrito.

Su perro favorito para conversar se llamaba Bisco y pertenecía a un joven menor  llamado Nishimura Riki Niki para abreviar.

Por casualidades de la vida, Sunghoon terminó compartiendo piso con el tal Niki y por ende con Bisco. Considerando la cercanía que tenían Jungwon y Sunghoon, era natural para él visitarlo seguido. Así desarrolló una amistad con el can, a pesar de que con Niki sólo intercambiaban incómodos saludos.

—Niki quiere ser amable, sólo es muy tímido— le comentó el maltes.

Jungwon dudaba seriamente sobre eso. El menor no tenía problemas en decir lo que pensaba o hacer lo que quisiera, siempre portando una imperturbable expresión neutra. Todo lo que le transmitía su imagen era seguridad y soberbia, nada más alejado de lo que le comentaba el perrito.

Podía contar con una sola mano cuantas veces Niki había tenido la "amabilidad" de no ignorarlo completamente. Su actitud normal era fingir que Jungwon no existía, ignorándolo a menos que literalmente lo tuviera en frente, en cuyo caso por lo menos reconocía que estaba al susurrar algún saludo. Nunca había gastado su tiempo intercambiando más palabras que eso, aunque con Sunghoon hablaba de forma natural.

Esa actitud originalmente había generado un rechazo por parte de Jungwon. Es decir, ¿Quién demonios se creía que era? Ni que ser estúpidamente atractivo le diera el derecho a creerse más que los demás. Porque sí, admitía que físicamente le parecía cautivador. Lástima la personalidad.

Fue Bisco el que se encargó de convencer a Jungwon de que su dueño no era un estúpido engreído. Al enterarse que no le agradaba Niki, se lo tomó como una especie de ofensa personal, así que centró todas sus interacciones en tratar de que Jungwon apreciara a su dueño.

Si bien logró minimizar la imagen negativa que tenía de Niki al contarle lo agradable que era con los animales y niños, no tuvo tanta suerte en conseguir que Jungwon tuviera una impresión positiva de él. No era culpa de Bisco, simplemente Niki seguía tratándolo de una forma tan fría que lo incomodaba.

EXHIBIDO wonkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora