N/A: MARATÓN 1/3. Entramos a la recta final. ¿Preparados? ¡A leer!
Alana
—¡Oh por dios! ¿Esto es un disco?
—No, un platillo volador.
—¿En serio?
La chica del mostrador frunció el ceño como si fuera un bicho raro y se fue.
Caminé emocionada por la tienda de discos. Nunca había entrado aquí, todo era tan retro con las paredes llenas de discos circulares y un suave sonido de fondo con música clásica. Las personas se inclinaban sobre el estante y conversaban entre ellas sobre música de los 80's.
Claro que mi único conocimiento en música se resumía a las canciones de Disney.
—Te encontré —murmuré sonriente.
Sostuve el disco en lo alto. La chica de la portada parecía yo tirándome a mi cama después de clases.
¡Me encanta! Lo pude conseguir sola, no soy una inútil. Llamé a Axen, pero no hubo respuesta.
—Ahora le daré un sartenazo por su cumpleaños.
Salí de la tienda sonriendo con el disco en mi mochila. En la parada del bus había mucha gente, así que tomé un atajo por un callejón solitario. Mejor, más tranquilo. La última vez que subí a un bus lleno terminé con un codazo en la frente y casi me quedo sin pie.
Desventajas de estar más cerca del infierno que del cielo.
Si después de esto el Grinch no me canta I'm a believer de Shreck ya no quiero nada. O si me pide matrimonio, tampoco me quejo.
Escuché un ruido detrás.
Todos mis sentidos se pusieron alerta. Dios mío, sonó como una rama rota. Eché un vistazo de reojo, pero no había nadie.
—Tranquila, Alana. —Tiré de las cuerdas de mi mochila—. No es nada.
Apresuré el paso. Desde lo que pasó en el baile, me sentía observada. A veces escuchaba pasos, pero nunca había nadie. No se lo había dicho a Axen, tampoco a Jack ni a mi mamá. Tal vez estaba paranoica.
El único que sabía era el Señor Sapo.
—Son solo ramas, no es nada que...
Se escuchó un ruido más fuerte.
Di un salto del susto y me volví con el corazón acelerado. Al final de la esquina apareció un chico con una vara de metal. Tenía una capucha y cuando notó que me había quedado tiesa como una estatua, mirándolo fijamente, sonrió.
Oh, no.
El chico se quitó la capucha.
—Te dije que cumplía mis promesas —dijo burlón.
No, no, no. No puede ser.
En ese momento, solo un pensamiento cruzó mi mente: «¡Corre!».
Pero mis piernas no funcionaron. Él caminó lentamente hacia mí con la vara de metal entre sus manos. Se me cortó la respiración y mis ojos se humedecieron del miedo.
—No te me acerques —susurré.
Ed no me hizo caso.
—¿Axen ya no está aquí para cuidarte?
—Detente.
—Es mejor cuando la persona que voy a matar corre, ¿sabes?
—¿Qué?
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Una Conquista Imperfecta
Teen FictionAlana Disney sueña con tener su romance de cuento de hadas con su crush, el popular y carismático Adam Herty, pero él no sabe que existe. En su último año de escuela crea un plan perfecto para conquistar a su crush sin morir en el intento. ¿El objet...