Iruka tenía miedo, no quería que le apareciera la marca, no quería que se lo llevaran lejos de sus padres y familia. Simplemente no entendía porque ANBU se llevaban a todo aquel que tuviera una marca de alma gemela.
Por eso estaba tan nervioso ahora, su padre le dijo que iba a ser un hombre ahora, que tener 10 años era un paso importante en la vida, pero Iruka no quería. No quería que su padre y su madre lo trataran diferente.
Pero todo se fue al carajo cuando el 26 de mayo a las 6:17 de la mañana sintió como le ardía su bicep izquierdo. Nunca pensó que odiaría algo tanto como esa estúpida marca. No era justo ¡Maldita sea!
-Iruka, hijo. Sal del cuarto, los oficiales ANBU ya llegaron y te quieren ver. No tengas miedo Iruka.-
Temblando salió del cuarto y vio a sus padres y tres personas enmascarada paradas en medio de la sala de estar. Apretó, con nerviosismo, las mangas del chaleco que tenía puesto.
-Umino Iruka, ¿correcto?-
Una de las personas enmascaradas (su máscara parecía un ratón, se dijo Iruka) se había acercado al niño.
-S-sí señor. Soy yo.-
-Muy bien entonces. Necesito que te quites esa chaqueta chico y mostrarnos tu brazo izquierdo. Si tienes una marca de alma gemela, te iras con nosotros inmediatamente, si no tienes nada, tus padres tienen la facultad legal de hacerte trabajar. ¿Entiendes?-
Asintiendo y aguantando las lágrimas, Iruka se quitó el polerón y mostró la marca de alma gemela que había aparecido hace menos de una hora. El tatuaje que le puso el destino tenía un espantapájaros rodeado de diferentes perros. Y si Iruka no estuviera tan nervioso y aguantando las lágrimas, se hubiera reído de lo absurdo de la imagen.
-Muy bien chico. Tienes una marca.- dijo uno que tenía una máscara en forma de tortuga. -Tienes que venir con nosotros ¿algunas palabras para despedirte de tus padres?-
Ikkaku, quien era el padre de Iruka se acercó a su hijo. Internamente deseaba que nunca le hubiera aparecido nada a su único hijo pero sabía que no podía hacer nada. Era la ley que cada niño fuera revisado en su 10° cumpleaños y, si era parte de ese 5% de la población que tenía una marca de alma gemela, se fuera para nunca más volver, o eso decían.
-Hijo, solo nos queda decirte que te amamos, nunca la olvides ¿está bien? Haznos sentir orgullos.-
Koharu no tenía palabras, por lo que sólo se acercó a su hijo y le dio un abrazo que expresó todo el amor que sentía por él.
-Es hora de irnos chico. Ven con nosotros.-
Siguiendo a los enmascarados y sin mirar atrás por riesgo de llorar, Iruka se alejó de su casa y familia. No sabía si los volvería a ver un día, pero supo que él nunca los olvidaría.
Un auto discreto estaba estacionado en una esquina esperando a todos ellos. Nadie habló en el transcurso de esa corta caminata pero eso no impedía que la mente del niño se llenara de preguntas.
Cuando finalmente llegaron al automóvil, una mujer de rostro inexpresivo estaba al volante y las personas enmascaradas, junto con un nervioso Iruka, se subieron al auto.
-Chico, no tienes nada de que preocuparte. Iremos a un lugar en donde te explicarán las cosas.-¢
Cuando finalmente el auto estacionó al frente de un gran edificio, Iruka inexplicablemente se sintió emocionado. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Esa era su nueva casa? ¿Tendría amigos?
Los adultos enmascarados caminaron con seguridad y firmeza hacia el edificio e Iruka los siguió. El lugar era espacioso y limpio. Un hombre solitario estaba en un escritorio mientras leía un libro.
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Eres mi inspiración
FanfictionLa sonrisa que tenían ambos llenaba un vacío que no habían sentido antes y las manos entrelazadas no se querían soltar. La sensación del alma gemela era algo embriagador y gratificante a la vez. Kakairumonth2021 Día 28: almas gemelas.