𝑭 𝒓 𝒆 𝒔 𝒂 𝒔

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—¡Muérete, estúpido maricón!

Risas, burlas, groserías.

Todas van a personas que solo son un poco diferente a los demás, a los que son valientes para hacerlo notar. Choi Soobin sólo miraba, prestaba su atención cuando otras personas eran discriminadas por ser diferentes. Choi Soobin es de los que tienen miedo, de los que ocultan. Cada gota de sangre que veía ser derramada por culpa de los matones de su pueblo era una pequeña porción de aumento a su miedo por todo.

Él sabía que era de esa bola de personas que eran diferentes, no de aquella que se atrevian, si no de los que ocultaban.

Rondaba el año 1984 y su mundo estaba completamente cerrado. Sus padres conservadores dentro de un mundo conservador. Era una locura.

Iba a una escuela religiosa, donde todo era pecado. Sus padres querían meterlo a un internado para chicos llamado "Borner" porque según ellos así podría convertirse en un hombre de verdad. Al final no accedieron porque Soobin les mintió en algo y al final se compadecieron. Seguían amenzandolo con llevarlo a ese sitio, pero nunca cumplían. 

Con el tiempo se dió cuenta de algo, y es que para poder ser diferente, debías pagar un precio. Ese era, la furia de lo ajeno.

Era por eso que Soobin sólo miraba y jamás se liberaba. Se hacía el de la vista gorda cuando jóvenes de su pueblo eran atacados y se hacia el correctillo todo el tiempo. Aún recuerda cuando iban él y  sus padres a la iglesia y a lo lejos vieron a dos chicos golpear a otro mientras le gritaban insultos hirientes.

" Eso le pasa por pecador ". Comentó su madre. Su padre le dió la razón e intercambiaron frases hirientes. Desde ese momento supo que no era bueno ser diferente, que no había manera para que lo fuera.

Era por eso mismo que lo ocultaba. Así iba a ser por el resto de su vida.

—Vamos, pequeña mariquita, levántate. Muéstrame que tienes un pene para confirmar que eres un hombre —le gritaba el más alto y insoportable de todos, los demás solo reían.

—Aunque tuviera un pene no sería un hombre, Mike. — le dijo otro, que también estaba muy alto y muy desagradable — Sería un fenómeno, eso es seguro.

—¿Puede ser un hombre con vagina? ¡Mierda, imaginen eso! — y volvieron a reír.

El ruido de las maquinas, los gritos y las suplicas no eran buena combinación.

Soobin estaba muy concentrado en eso, cuando de repente siente algo chocar contra su cabeza. Se quejó, averiguó que es y sintió su corazón doler.

Era un avión de papel.

Lo desarmó como le fue posible y leyó lo que estaba  escrito.

Me sentiría más orgulloso si fueras tú al que estuvieran
molestando.

Alzó la mirada, y en la gran puerta de vidrio del salón de video juegos vió una cabellera pelirroja. Era Kang Taehyun. Su corazón latió con alegría, ni siquiera le importó el significado de la nota, saltó del asiento de tela vieja y salió con su mochila en mano, trató no sonreír pero le fue imposible.

—¡Taeeee! —saludó mientras se acercaba a él. No podía evitar ver sus carnosos labios—Mierda, te tardaste demasiado. Casi me mato ahí mismo de lo terrible que fue, gracias.

—A lo único a lo que te dedicas es a apreciar las injusticias sociales, querido Soobin — habló Taehyun, mirando al más alto — ¿Cuánto será el día en el que te enfrentes a ella?

Soobin solo se limitó a sonreír.

—Ah... sabes que nunca lo haré, Tae. No puedo hacerlo.

—¿Entonces lo ocultarás por el resto de tus días?

—Así debe ser.

—Entonces, escápate conmigo.

Hubo un silencio extraño después de ese comentario, el corazón de Soobin se frenó en lugar de acelerarse. Taehyun lo miraba con sus ojos claritos y grandes, él volvió a sonreír.

—Esta bien. Sólo bromeaba. — dijo, comenzando a caminar dándole la espalda —¿Qué haces?  ¡Mueve tu culo y vamonos! —volteó mientras gritaba.

Taehyun.

Desde aquel día en el que lo conoció en el patio de su casa, después de que el chico destruyera el campo de fresas que su madre había cultivado con tanto esmero con sus zapatos de lodo, desde aquella primera vez, nunca se le había escapado de la cabeza.

Aún lo recuerda muy bien, ese día amenazaba con llover y Soobin estaba en el patio, en un viejo árbol mientras dibujaba caras inexistentes. Taehyun aterrizó después de haber pasado la blanca cerca y aplastó las fresas de su madre con sus sucios tenis. Naturalmente, Soobin pensó que era un ladrón o uno de esos chicos matones que solo venía para molestar. Pero no fue así, no estuvo ni cerca de ser así.

Fresas.

Su primer recuerdo con él fueron las fresas. Soobin jamás se había cuestionado más allá de todo y eso hizo ese día, esa primera vez. Conoció a Kang Taehyun y todo pareció no tener sentido.

Nunca supo cómo, o de dónde había salido ese peliteñido que le complicó la vida. No sabía quiénes eran sus padres o de donde venía, a penas si sabía su nombre.

Les mentía a sus padres diciéndoles que iba con unos supuestos colegas a tomar clases de defensa personal después de clases. Obviamente era mentira, era imposible que tuviera amigos y que fuera por su cuenta a una clase de defensa personal. En realidad iba a las maquinas a esperar a Taehyun para irse con él a cualquier lugar. De repente él se convirtió en su lugar seguro. Su perdición también.

Iban a bares, a salones de baile, a restaurantes callejeros, a cualquier lugar. Taehyun siempre tenía una sorpresa.

A darse besos a escondidas, a ir más lejos a descansar de todo y de todos, Taehyun siempre cumplía con su palabra.

Soobin  se consideraba completamente feliz y libre cuando estaba con él, nunca pasaba nada malo. Siempre se sentía bien cuando tomaba su mano o cuando intercambiaban besos. Siempre era un sueño. Ni siquiera pensaba en sus padres.

¿Qué sería de él cuando su plan se convierta en  un irremediable infierno?

𝐏 𝐇 𝐀 𝐒 𝐄 ; Taebin ▪︎ Soohyun ; ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora