Parte 13: No soy gay

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Katsuki se desperezó mirando a esa personita que dormía plácidamente en la cama con él, tan encantador como siempre, con esos rizos verdes cayendo por su rostro y los labios entreabiertos.

Era una mañana preciosa, hacía mucho sol y desde la ventana de la habitación de matrimonio podía escuchar el canto de los pájaros en el exterior. Estaba de muy buen humor, así que se levantó para preparar el desayuno para ambos, no sin antes darle un cálido beso a Izuku, sin pretender despertarle pero sin tener cuidado para no hacerlo.

Empezó a preparar los ingredientes para cocinar. Perdió la noción del tiempo mirando las fotos de ambos que adornaban toda la cocina dentro de sus bonitos marcos. No sabría decir si pasaron 2 horas o dos segundos mientras lo hacía. 

En todas esas fotos parecían muy felices, y así era. No era capaz de recordar un sólo momento de su vida en el que no hubiese amado a Izuku, y ahora que lo tenía a su lado no había nada que pudiese pararlo.

Simplemente canturreó alegre por toda la cocina mientras iba preparando la masa. Al nerd le encantaban los dulces, así que decidió darle un pequeño capricho: tortitas con fruta y nata montada para desayunar. Seguro que lloraría de alegría cuando viese su plato de tortitas perfectamente decorado.

Un olor extraño lo puso alerta. Olía a quemado. Revisó todas las sartenes y cazos que estaba utilizando, incluso la tostadora para averiguar de dónde salía el humo.

- Kacchan...

La voz lejana y apagada de Izuku resonó en su cabeza.

- Lo sé, tranquilo, dormilón, ya queda poco para el desayuno - dijo de forma cariñosa todavía desde la cocina - Te prometo que la espera valdrá la pena.

Un grito desgarrador y aterrorizado cruzó la casa desde la habitación de matrimonio seguido de una serie de crujidos y finalmente de un gran estruendo. Katsuki dejó todo cuanto estaba haciendo y corrió desesperado hacia el dormitorio, encontrando un enorme agujero en el techo. El piso de arriba se había incendiado y el techo se había desplomado encima de la cama, sobre él.

- ¡KACCHAN! ¡AYÚDAME, KACCHAN!  

Los gritos y quejidos desgarradores que emitía Izuku desde debajo de las bigas y los escombros hicieron que su alma gritase con él. El olor era horrible, carne y tela quemada, el calor era insoportable, pero aún así corrió con decisión hacia él tratando de alcanzarle. 

Saltando algunos escombros y moviendo otros pudo acercarse hasta él. El fuego le quemaba, pero no pensaba salir de allí sin él.

- Kacchan... Kacchan me quema, duele muchísimo... - sus gritos y quejidos ahora se mezclaban con el llanto.

El rubio puso las manos sobre la biga de hierro que Izuku tenía encima y trató de moverla, sentía el calor abrasador del metal al rojo vivo contra su piel, y escuchaba el chisporroteo aterrador del fuego rodeándolos a ambos. Veía cómo las lágrimas de su compañero se evaporaban al correr por sus mejillas.

- ¡Lo sé, tranquilo amor, voy a sacarte de aquí!, ¡¿vale?! ¡Todo va a ir bien, te lo prometo! - seguía empujando la biga, pero nada de lo que hacía daba resultados.

Sólo podía escuchar impotente las súplicas de Izuku llamándole, rogando por ayuda, y ver cómo la piel del amor de su vida se ennegrecía y agrietaba por el fuego, cómo las ampollas explotaban y dejaban la carne viva a la vista, mientras él gritaba "Duele, duele muchísimo Kacchan... Ayúdame". La garganta de el de pelo verde no aguantó más; el humo y sus alaridos habían acabado con ella.

Katsuki luchaba desesperado ignorando sus propias heridas y quemaduras, tratando de liberar al amor de su vida de los escombros y el metal que había caído sobre él. Acabó volviendo sus manos hacia él, hacia su rostro. Sus mejillas quemaban tanto como el mismo metal y veía cómo su piel se abría más y más cada vez que intentaba hablar.

BakuDeku / DekuBaku: Buen chico +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora