.
.
.
Deseo
.
.
.
Tres meses trabajando para Satoru Gojou. Tres meses en los que terminaba con una sonrisa en los labios cada vez que cobraba su sueldo. Podía ahorrar sin bajar la calidad de vida de sus hermanos, y le quedaba suficiente para mantenerse durante el mes sin tener que sacar muchas cuentas. Era lo que le motivaba levantarse por las mañanas y no quejarse con cada ocurrencia de su jefe, le gustaría pensar que era por eso que le tenía paciencia, pero no era del todo cierto. Le agradaba el gerente comercial, a pesar de que solía gastarle bromas, hacerle perder el tiempo y trabajaba en exceso, al final del día igual se reía con él.
Suspiró cansada y miró la hora en su móvil, ya era hora de almorzar. Revisó sus mensajes, le respondió a Mai algo sobre el trabajo, y a su hermano menor sobre un antojo de helado y metió el celular a su bolsillo. Salió del elevador caminando con calma y un poco de pereza en sus movimientos, aún quedaba día y estaba cansada. El evento de exhibición de los nuevos modelos de automóviles estaba a la vuelta de la esquina, y con ello, cada día tenía más trabajo que el anterior. Andaba de departamento en departamento, dejando documentos y recogiendo carpetas para llevárselas a su jefe, al final cuando llegaba a su casa, la planta de los pies le ardían y se tenía que quedar media hora en el sofá sin hacer nada. Estaba pensando seriamente en comprar una máquina de hidromasajes para pie.
El teléfono de su escritorio sonó haciéndola brincar a mitad de camino, trotó suave para alcanzar a contestar, tomó el auricular al mismo tiempo que dejaba los tres archivadores sobre la superficie de la mesa. Ni siquiera alcanzó a contestar cuando escuchó la voz que a esas alturas ya le era familiar.
—¿Está Satoru?—Kasumi blanqueó los ojos al oírla, quería creer que se debía a que su actitud era molesta y no porque buscaba a su jefe, pero empezaba a incomodar que llamara tan seguido.
—Buenas tardes ¿Señorita...? —sabía quién era, pero por protocolo debía preguntar.
—Sayuri —oyó en tono golpeado—¿Está o no? No me hagas perder tiempo.
—El señor Gojou está en un viaje de negocios, ¿Quiere dejarle algún recado? —preguntó sabiendo que le diría que no.
—Si, dile que sé que está en Japón, que deje de esconderse. Si quiere terminar conmigo, que lo haga en el lanzamiento, porque allí estaré —y colgó. Kasumi se quedó viendo el teléfono, aunque la mujer fue siempre descortés, no pudo evitar sentir un poco de lástima por ella. Cada dos o tres días llamaba preguntando por su jefe, pero no estaba autorizada para pasarle la llamada, después de todo, su nombre estaba en la lista negra de la agenda que el gerente le había entregado a las semanas de trabajar con él.
Eran muchos nombres en la lista negra, todos de mujeres, su abuela estaba en la lista roja y en la verde, un solo nombre: Suguru Geto. Por lo que la mayoría de las llamadas personales no las atendía, sólo las laborales. Suspiró y dejó el auricular en su lugar, volteó hacia la puerta de la oficina y luego hacia el teléfono, tomó los archivadores y caminó decidida hacia la oficina, entró después de tocar tres veces y escuchar un '¿Ah?' como respuesta.
—Le traje los avances del departamento de ventas —murmuró entrando a la oficina. Avanzó hasta el escritorio mirando sus pies, no podía sacarse de la cabeza las palabras de la mujer despechada. Seguramente como ella había muchas, levantó la vista, y vio al gerente comiendo unos bombones mientras leía desde la pantalla de su computador, ajeno a lo que provocaba en tantas mujeres.
ESTÁS LEYENDO
Mi horrible jefe
RomanceEra la oportunidad de crecer laboralmente para Miwa, aunque los rumores de su posible jefe le hicieran dudar, sus prioridades eran ganar dinero, y un Gerente al que no le duraban las asistentes no sería un problema para alguien trabajólica y respons...