Sus Manos

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De las veces que Levi visitaba a Hanji en su laboratorio...

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Su espalda se apoyaba contra el marco de la puerta abierta mientras la observaba hacer sus investigaciones. Estaba tan concentrada, con su vista fija en el microscopio, que apenas sí había sido capaz de percatarse de su presencia.


Lo primero que le había llamado la atención acerca de ella eran sus manos que, ahora que lo pensaba mejor, en realidad no tenían nada de extraordinario. La piel estaba surcada por varias cicatrices viejas, casi como un recordatorio de todas esas veces que había estado en batalla. Levi intentó contarlas mentalmente, pero eran bastantes como para llegar a enumerarlas una por una. Tampoco sabía cómo o cuándo se las habría hecho, nunca le había preguntado a Hanji sobre el tema.


Con mucho cuidado, entonces, permitió que su mirada se deslizara poco a poco hacia sus dedos que, extremadamente largos y delgados, se movían ágilmente escribiendo algo sobre un papel; probablemente un descubrimiento o dato de relevancia. Hanji solía gesticular mucho con las manos cuando hablaba, más aún cuando algo la entusiasmaba, como parecía ser aquello que acababa de anotar desprolijamente en la hoja. Su caligrafía era casi ininteligible, y Levi rememoró la enormidad de ocasiones en las que la había regañado por ello.


"¿Cómo mierda va a entender Erwin lo que dicen tus reportes si tu letra es comparable a la de un niño de cinco años?", le reprochaba y Hanji sólo reía.


Torciendo apenas el labio se cruzó de brazos; la bruma del recuerdo comenzaba a esfumarse lentamente delante de sus narices y su compañera ahora sostenía el papel en alto, con la tinta negra manchando las yemas de sus dedos y parte de su mejilla. Sus ojos color roble se entrecerraban en una fina línea, evaluando cautelosos los resultados del experimento y si las conclusiones a las que había llegado podían ser las correctas.


"Esos malditos ojos...", murmuró Levi para sí. Si se descuidaba apenas un segundo, iban a hipnotizarlo también, igual que como habían hecho aquellas manos.


La habitación estaba pobremente iluminada por el fuego que irradiaba el candil encendido sobre el escritorio abarrotado de libros y papeles. Era de madrugada, y la ventana entreabierta dejaba que al cuarto ingresasen los sonidos silenciosos de una noche cerrada y sin estrellas. La escasa luz dorada dibujaba sobre el suelo de madera la silueta de Hanji, que volvía a mirar por el microscopio. Levi la conocía, y estaba convencido de que la muy idiota era capaz de permanecer horas allí encerrada sin siquiera considerar comer o dormir, menos aún bañarse.


-Creo que han sido suficientes experimentos por hoy, cuatro ojos. – intervino, todavía recargado contra la puerta.


- ¡Levi! - se sobresaltó Hanji, colocándose las gafas nuevamente. - ¿Qué haces aquí?


-Erwin me envió a comprobar que no vas a incendiar el cuartel mientras el resto duerme. - mintió. La verdad era que no estaba seguro de cuál era el motivo por el que había ido a parar a aquel sucio y polvoriento laboratorio.


-Erwin debe de estar terminando su reunión con el comandante Zackly. – lo descubrió ella, sonriendo ampliamente en señal de victoria. Lo había atrapado.

Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora