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No sé quién eres, no sé qué sabes, no sé qué pienses.

No sabes quién soy, no sabes qué sé, no sabes qué pienso.

La noche es un manto oscuro. No me ves, no te veo.

Para el alba falta mucho, en equipo la perseguiremos.

Primero hay que conocernos.


aproximadamente 2 semanas pasaron. Se volvió ineludible incursionar en una faceta nueva de sus máquinas que era evidente no podía ser ignorada y desde el minuto primero escapó al campo de acción suyo, de los pilotos, y hasta los propios mecánicos. por eso mismo Allende buscó ayuda en la persona que más confiaba: Su esposa Mariel Luján De Ayende, psiquiatra recibida en la Universidad Nacional De Córdoba.

Ella salió un buen viernes del trabajo dispuesta a ayudar a su marido en su impreciso menester que cada vez se rodeaba de un halo de misterio más  y más espeso. cada vez que mencionaba el tema, Marcos remataba con "Por favor no te asustes". y ese trayecto entre el hospital y la brigada no fue la excepción. de hecho. el militar acentuó este punto sin parar. Pero sabía por qué. en verdad quería ahorrarle un sobresalto. en verdad quería explicarle todo. pero no podía. no hasta llegar a los hangares.

en las edificaciones se repartían 2 Pucará, 6 Pampa, 7 A4B y 5 Mirage. Tales máquinas, con 14 días portando Inteligencia Artificial, estaban adaptándose al hecho de "Ser". Pasaban horas interactuando, intentando deducir el mundo y, aunque los mecánicos intentaban guiarlos en el proceso, se les estaba yendo de control.

Mariel llegó a la brigada y, viendo a Marcos más nervioso de lo normal, lo enfrentó- Bueno. ¿Qué es lo tan urgente para traerme y estar al borde de un ataque de nervios? No sos así. Me estoy asustando, Marcos- Sabiendo que no podía privar de explicaciones a su esposa la guió a los hangares sanateando vulgares e incoerentes respuestas.

-Mirá mi amor. Hay aviones... Que no son como todos los aviones. son muy particulares, realmente especiales...- Lo interrumpió Ella bromeando para que entienda que no entendía.

-¿Y me estás diciendo que tengo que hacerle pericias psicológicas a un avión?

la pregunta de Mariel hubiera hecho reír al Mayor. pero esta vez lo puso pálido. ingresaron al hangar 4 donde descansaban los Pucará después de largas horas de vuelo.

Mariel no entendió por qué el hombre se puso auriculares y comenzó a hablar como conversando. creyó que se comunicaba con el controlador aéreo o algo así. Pero casi cae sentada cuando tuvo el dispositivo puesto y escuchó dos voces algo mecánicas que la saludaron al tiempo que los aviones bajaron el flap derecho.

-Si. Te llamé para hacerle pericias psicológicas a aviones. Ellos te contarán lo que pasó mejor que yo. Porque lo vivieron en primera persona. necesitan ayuda. Por favor, amor- Suplicó sintiéndose extremadamente ridículo. No sabía cómo ser tomado en serio aún diciendo la verdad. La psiquiatra, por su parte, se sentía parte de un sueño. pero no podía despertar. casi sintió que las preguntas acumulándose en su cabeza le darían migraña y ni repasando las últimas horas, semanas, días, décadas, logró encontrar la primer acción de la cadena que la llevaría a verse en esa tan incierta y disparatada situación, de igual modo seguir buscando no valía la pena puesto que ya había escuchado claramente las voces prestadas de los turboélice, visto como bajaban el flap derecho por sí mismos, y el comportamiento inusual de su consorte tenía finalmente una rara, pero coherente explicación.  Respiró profundo y pidió a Marcos que se retire. luego limpió una mesucha y desplegó su portafolios, aceptó el equipo de mate con chipacas que le llevaron e inició los exámenes como el primer día de trabajo. Buscó actuar natural de modo que el ambiente sea ameno y poder evaluar reacciones espontáneas. La única realidad tras su serenidad forzada no era otra que que realmente y por primera vez en años de ejercer su profesión, no tenía en verdad la mínima idea de qué hacer y se sentía realmente desconcertada, perdida.

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