Fueron seis largos años, tortuosos, más que ningún otro enemigo. Usagi mantenía en su mente ese pequeño instante que marcó su vida, el instante que decidió todo. Seiya y las demás Sailor Starlights despidiéndose. Usagi haciéndose la desentendida, porque lo sabía bien, se aprovechó de la concepción que sobre ella existía de que era en exceso despistada. Pero lo sabía bien, los sentimientos de Seiya, los conocía bien. Sin embargo no hizo nada, ni lo haría, debía todo su respeto a Mamoru, él no tuvo culpa de nada, él fue una víctima más de Galaxia y ella no podía hacerle eso. No en esas circunstancias. No, incluso si hubiera conocido a Seiya en otro tipo de situación, con seguridad tampoco habría hecho nada. Eso sí, estaba segura, sin importar el cómo, Seiya y ella habrían coincidido con el mismo resultado, esas palabras que no se atrevía a decir en voz alta, ni así misma, ni a sus sueños, pero era natural, habría sido natural, ellos dos juntos, congeniaban tanto que le daba miedo pensar cómo dos personas podían ser tan cercanas, tan compatibles sin estar realmente juntos.
-Seis años ya...- Suspiraba mirando hacia la ventana, no quería poner atención a las múltiples cajas que se encontraban por toda su habitación. Eran cajas de cartón de las usadas para mudanzas.
Su boda con Mamoru se celebraría en tres semanas y él ya había adecuado su departamento para recibir algunas de las pertenencias de Usagi, vivirían ahí mientras lo vendían para buscar uno más amplio o bien adquirir una casa. Sin embargo las cajas continuaban vacías. Cada vez que se disponía a revisar sus cajones para apartar lo que llevaría, encontraba una distracción. Incluso su madre se ofreció en diversas ocasiones, siempre se negaba a recibir ayuda. ¿Qué debía hacer? Algo en su interior le decía que era un error.
Al mediodía siguiente tenía que ir a recoger su vestido que continuaba en la casa de novias, hubo necesidad de hacerle unos ajustes debido a que cuando fue a la última prueba detectaron una considerable pérdida de peso que experimentó la futura novia, misma que todos notaron y achacaron a los típicos nervios prenupciales. A pesar del intenso sol se fue a pie, caminó despreocupadamente, no tenía prisa, aunque en algún punto desvió su camino y no estaba segura de en dónde detenerse. Siguió caminando hasta que repentinamente se topó con Setsuna.
-¿En algo ayudará? ¿Realmente así lo crees Tsukino-san?
La pregunta no la tomó por sorpresa, la voz de la guardiana del planeta Plut si, y de alguna forma había leído su mente... Quería ver a Seiya, quería verlo una ultima vez, debía hacerlo y entonces seguir adelante con esos planes que existían antes de conocer al joven Kou, con esos planes que existían desde antes de nacer en la Tierra como Usagi Tsukino.
-Setsuna-san yo...
-Haré mi vista a un lado, y no daré mi opinión sobre esto.
La voz de Sailor Plut estaba llena de reproche, Usagi sabía bien el gran apreció que le sentía a Chibi usa.-Te ayudaré porque sé que con eso se dará por terminada esta situación. Ese joven se encuentra lejos, no solo en cuanto a la distancia, también a tu corazón.
-¿Cómo dices?
Pero Setsuna no contestó, se limitó a darse la vuelta y desaparecer junto con Usagi. La llevó hasta la antesala de las puertas del tiempo. Explicó que durante su guardia en ese lugar aprendió muchas cosas, una de ellas es que hay forma de observar o enviar mensajes a otros mundos, otros tiempos.
-Si lo que quieres es despedirte de ese joven, puedes hacerlo.
Setsuna pasó su mano por el aire, formando un pequeño remolino, en el centro poco a poco comenzó vislumbrarse una imagen hasta que del todo se vio una ciudad, una muy diferente a la Tierra, luego se enfocó en un majestuoso castillo con un jardín de una belleza insuperable ahí se centró en una pareja que caminaba disfrutando su entorno. No tardo en reconocer el porte, cabello largo negro azulado recogido en coleta, cuerpo atlético que se notaba a pesar de las ropas. A Usagi se le oprimió el pecho, se trataba de Seiya. La pareja platicaba tan amenamente, iban tomados del brazo, tan cerca y tan obviamente compenetrados. A la delicada figura que andaba del brazo de su adorado Seiya tampoco batalló en reconocerla, se trataba de la Princesa del planeta del fuego, Kakkyu. Conversaban y reían en complicidad, luego Seiya se acercó y depositó un tierno beso en los labios de su princesa, en sus ojos Usagi pudo ver algo que no le gusto, algo que lastimó su corazón, observó algo muy cercano a amor.
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No lo digas
RomanceHan pasado 6 años desde que Usagi se despidió de los Three lights y está próxima a casarse, pero su corazón no se encuentra tranquilo. Hay algo que debe hacer, alguien a quien debe ver...