Rodeaba tu cintura

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Habíamos quedado de vernos un sábado, Yo había olvidado que había sugerido salir con Avellaneda, para cuándo llegué, su madre nos preguntó ¿Y a dónde irán? Me tomó por sorpresa, no recordaba el plan, y Avellaneda le dijo a su mamá aún no sabemos, lo discutimos y te avisamos en un momento, bajamos, y le pregunté a Avellaneda ¿A dónde iremos?
Y ella sugirió una cafetería también en la calle cinco, pero con otro aspecto y otro menú.
Pedimos el taxi, Avellaneda le fue a decir a su mamá a dónde iríamos, llegó el taxi y nos subimos, Avellaneda me abrazo casi inmediatamente que subimos al taxi, (cabe mencionar que toda esta historia se desarrolló durante la pandemia del dos mil veinte, y dos mil veintiuno)
Y se quitó el cubre bocas, me bajó el cubre bocas, y me plantó un beso, me miraba, y no podíamos creer lo que estaba sucediendo, yo la abracé más, estábamos enamorados...

Llegamos al lugar, bajamos del taxi, y la abracé por la espalda rodeando su cintura, nos besamos, subimos las escaleras, y ella comentó que habían comprobado que los tapetes con sanitizante no funcionaban, dato interesante, siempre escucho lo que tiene que decir.
Observé el lugar, tenía focos a lo largo de todo el techo como decoración, las mesas separadas, una terraza que en cualquier otro lugar tendría una vista magnifica en cambio había que ver la propaganda de un partido político pintada en la pared, aún así con ella el lugar era perfecto.
Nos sentamos y justo atrás de Avellaneda había una banca que quedaba casi junto a su silla, por lo que me preocupe por si ella podría sentarse, llegó el mesero a tomar la orden y no había a disposición ninguna bebida del menú que pedía Avellaneda y tuvo que pedir entre tres de diez, Algo molesta por qué no tenían lo que pedía, aún así nos quedamos, disfrutamos de una bebida fría, y de fondo se escuchaban canciones de Mon Laferte, caloncho, León Larregui, Siddhartha, Y cuando sonó "la que me gusta" de "Los amigos invisibles"  Yo sonreía mucho por verla sonreír,  iba y venía de nuestra luna a medida que le conversación avanzaba, estaba feliz, yo estaba feliz...
Me cambié de lugar para estar más cerca de Avellaneda a la banca, justo detrás de ella, y la abracé nuevamente por la espalda rodeando su cintura, y ella confesó que se derretia cuando eso sucedió...
Nos besábamos...
Cuando estoy abrazado de Avellaneda el tiempo se detiene, no importa nada más, somos nosotros...

Una nación llamada como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora