Siempre sin avisar

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Necesitaba hacer algo para que Avellaneda se diera cuenta de que la distancia física no importaba, que de ser necesario podía superar esa distancia, así que...
Le pregunté a Avellaneda si iba a estar en su casa, qué haría ese día y ella por la confianza que tenemos me contestó todo.
- Voy a dar clase de inglés a las once y termina a las doce, después de dar clase no tengo nada que hacer sino hasta las tres de la tarde.

Le pregunté si podíamos tener una llamada telefónica a las doce y ella accedió, claro esa era una trampa para tomar la motocicleta, y recorrer treinta y dos kilómetros, llegar a las doce de la tarde y llamarle, y así mismo fue, no le avisé que iría, llegué a las doce con cinco, le llamé por teléfono y ella contestó, yo le pregunté si podía bajar a darme un abrazo, y ella me preguntó ¿Estás aquí abajo? Era un momento de emoción intenso, así que corrió, pidió permiso para verme, y siguió corriendo, bajó la escalera de la entrada de su casa...

Y cayó al piso... Se escuchó el golpe que dió en la puerta su cuerpo, pero ella se levantó casi de inmediato, abrió la puerta y nos abrazamos...
Subimos a la terraza y ella me dijo que no creía que estuviera ahí...

Yo superaría cualquier distancia si ella está al final de esa colina esperándome...

Una nación llamada como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora