Discusión sin fundamentos

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Después de una intensa reflexión a cerca de mi comportamiento de aquel día, puedo concluir cual fue el enojo que dejé de lado por estar bien con Avellaneda, y lo cierto es que la mente cuando te estás irritando, cuando has vivido situaciones similares te ataca con pensamientos banales.
Avellaneda y yo estábamos platicando por medio de la plataforma azul, propuse jugar verdad o reto para pasar el tiempo y Avellaneda estaba contestando por notas de audio, de fondo se escuchaban todos los mensajes que le estaban llegando, ya sé que tiene amigos, ella es muy agradable, y cualquiera quisiera hablar con ella, pero... Y sin justificar mi actitud autodestructiva, yo solo estaba platicando con ella, dedicando mi tiempo solo a ella... Contestando de inmediato a cada mensaje, dejando de lado otros mensajes, dejando de lado otros problemas, y me irrite, porque claro ella puede hablar con quién ella quiera, necesite un motivo absurdo para enojarme, ningún caso en particular, solo tenía que encontrar el lado malo a cualquier cosa. Y lo hice.
Mi frustración era simple, Avellaneda nunca ha dado lo mismo que yo, por falta de tiempo, por miedo, por razones que desconozco, tanto que en ocasiones diferentes he expresado mi tristeza en cuanto a ese tema...

[Ella dice que me ama, y ella dice que pretende dar lo mismo que yo, y yo le creo, porque confio en ella...]

Habíamos discutido en la mañana porque no quise decirle a Avellaneda que estaba pasando, yo estaba enojado, frustrado, triste...
Pero le dije que no tenía nada, y ella insistió en qué le dijera, yo dije que no le diría que ya lo dejara así, y ella se enojo por qué no le quise decir que tenía, y después pronunció "¿sabes que?"
Anticipe que me diría que no me iba a estar rogando para que le dijera, así que yo le dije "Te amo"...
Al mismo tiempo que ella exclamó "Jodete" Avellaneda es muy impulsiva, y dejó de contestar en la conversación.
Inmediatamente ejecuté un plan de contingencia, tomé la moto y recorrí esos 32 kilómetros que nos separan, le llamé por teléfono, y...
Le dije que podía subir a verla, Avellaneda pidió permiso y le dijeron que no, pero después le dijeron que si, ese momento es algo confuso...

En fin. Subí a verla, la tensión de la discusión estaba latente, yo estaba lastimado y ella confundida porque no entendía que estaba pasando, subimos a la terraza donde en algún momento nos hemos dado besos sin preocupaciones, pero está vez la emoción de vernos no estaba presente, era mayor la tensión del aire por gritar que por favor sintiera algo de lo que yo estaba sintiendo, que hiciera algo para entenderme... Pero, tenía que abandonar esa postura, así que mientras Avellaneda distraía su atención para no sentir esa tensión, me deje ir con un abrazo desde su espalda hasta su clavícula, fue como dejar descansar la tensión, como cuando sueltas la correa de un perro, como cuando dejas libre a un gato, como cuando descubres algo nuevo y al aplicarlo ya no fallas, dejé libre el rencor de días pasados, dejé libre mi alma y ella me abrazó con fuerza...
Se notaba que no quería soltarme...

Mi amor...
¿Contigo también cuenta lo de las uvas y la banderita blanca?

Una nación llamada como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora