Mío
A primera hora de la mañana, los reclusos fueron llevados al comedor para el desayuno. Al contrario del día anterior, todo estaba en extremo silencio, sobre todo cuando los reos vieron al llamado Lee Hyukjae. Todos se alejaban de él en acto reflejo, como si portara alguna especie de virus mortal. El pelinegro, en cambio, no ponía atención a su alrededor, sólo tomó su charola de comida y se fue a la mesa más alejada. Por alguna razón que no entendía muy bien, Donghae sintió la necesidad de ir a comer junto a él. Pero cuando estaba a punto de dirigirse ahí una mano en su hombro lo detuvo.—Buenos días, Donghae— le saludó Sungmin, obligándole mirarlo— Escuché por ahí que pusieron a Eunhyuk en tu celda.
—¿Hyukjae? — preguntó señalándole. Sungmin sólo asintió— Sí, ¿por qué?
—Vaya, entonces debes empezar a preocuparte.
—¿De qué?
—¿Recuerdas lo que te conté ayer? Sobre los cuatro jefes en esta prisión— Donghae asintió—, él es uno de ellos.
—¿Fue él quien...?
Un asentimiento por parte del otro lo dejó sin aliento; no podía negar que, en algún modo, ese hombre se veía peligroso, pero, ¿asesino? Y no había asesinado a cualquiera, sino a uno de los cinco jefes de Alcatraz, eso explicaba el por qué todos parecían evitarlo.
—... Así que dime, ¿qué decidiste?
—¿No tengo otra opción, o sí? — sonrió con tristeza, volteando a ver a Henry Lau, quien estaba rodeado de personas, hablando ruidosamente.
—No, supongo que no la hay— susurró Sungmin, dando media sonrisa empática.
Quizá no sea tan malo, pensó derrotado. Entregarle su virginidad a ese hombre y dejar marcar su piel con un tatuaje era un precio bajo considerando lo que los demás hombres de la prisión podrían hacerle.
En cuanto el desayuno terminó, los guardias fueron desapareciendo lentamente hasta dejar solos a los reos. Todos los reclusos se dispersaron en cuestión de segundos, por lo que Donghae se levantó de su sitio y fue a caminar un rato por ahí. Involuntariamente, siguió los pasos de Hyukjae hasta el patio donde había canchas de diferentes deportes, algunas pesas y un par de gradas. Nada más al llegar, vio como el mayor se tumbaba contra uno de los grandes muros, cruzaba los marcados brazos tras su nuca y cerraba los ojos, disfrutando del sol sobre su rostro.
Observo sus gruesos labios, el cabello negro despeinado, rebelde. Sus brazos con algunos tatuajes, la ligera barba que adornaba su rostro.
A pesar de que compartían celda, no habían cruzado palabra alguna.
Decidió no darle importancia y siguió recorriendo el patio; algunos reos jugaban baloncesto, otros levantaban las enormes pesas, y el resto sólo vagaba por ahí y fumaba. Al ver que uno de los que fumaban era Sungmin, se acercó cauteloso al pequeño grupo, pero cuando estaba por llegar sintió que alguien lo jalaba bruscamente del brazo, alejándolo de los demás, siendo conducido hasta un estrecho espacio entre dos de los edificios de la prisión. Al llegar pudo ver al fin de quién se trataba.
—Vaya— Henry le miró de arriba a abajo— Eres atractivo, chico— tomó a Donghae del brazo y lo colocó contra la pared, acorralándolo entre ésta y su cuerpo— No te preocupes, después de esto me pertenecerás y ya no habrá nadie que abuse de ti.
Donghae desvió su mirada de aquel sujeto, conteniendo sus ganas de golpearlo. Henry se inclinó un poco más hacia el menor, haciéndole estremecer.
—Estás temblando... ¿es tu primera vez con un hombre? — No supo si contestar o no, así que permaneció en silencio. El hombre le miró unos segundos antes de besarlo, adentrando su lengua en la cavidad.
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Consume me | Eunhae | Adaptación
Fiksi PenggemarGracias a un engaño provocado por despecho, Lee Donghae termina en el peor lugar del mundo, el mismo infierno: La cárcel de Alcatraz. ¿A qué clase de personas conocerá en una de las prisiones más peligrosas que existen? ¿Qué amistades forjará? Y...