Estoy sintiendo por otra persona...

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Recorrer 32 kilómetros para verte, no es solo recorrer 32 kilómetros para verte, recorrer esos 32 de ida y 32 de vuelta implica pensar en ti durante el recorrido, un año entero me sentí extremadamente bien a pesar de que solo fueron 3 meses de tener la dicha de llamarte novia… porque hasta el 15 de mayo a las 5 de la tarde (parafraseando a Benedetti) mi esencia estaba contigo, tu esencia estaba conmigo, tres cuartas partes de mi estaban contigo, pero tú no las viste… ellas jugaban en parques aislados, lejos del lugar donde las habías colocado primero, lejos de tu hipotálamo, se te olvidó algo peor que una fecha de cumpleaños o una fecha de aniversario, se te olvidó que me amabas, se te olvidó que Avellaneda existía dentro de ti en forma de reencarnación, se te olvidó el nombre de los autores que construyeron la realidad de la existencia de la ciudad de Avellaneda en la oniria.
El 16 de mayo tuve que tomar todo el aire que fuese necesario, si no detenía mi sufrimiento hubiera dejado sin oxígeno al planeta, sentía el calor de las hojas de la primavera prendidas fuego, sentía un incendio dentro que consumía gran parte de mis energías, apague la luz de la sala de la casa ajena donde me encontraba, y di un trago grande de un vaso de cerveza que me había servido 30 segundos antes, se acabó como me lo serví, en una sola exhibición. Así como me enamoré de ti, en una sola exhibición, tenía que tragar el nudo sin saborear, tenía que entender que Avellaneda tal vez solo es el personaje de una novela, tenía que entender que Benedetti era un escritor brillante, tenía que entender que tal vez no soy suficiente para ti, tenía que entender que tal vez yo solo fui un capricho… y no fue sencillo, aunque el trago de cerveza  amenizó que pudiera dormir, al otro día, todo lo anterior narrado, no era parte de un cuento chino, que realmente estaba pasando, y después de 3 horas de llanto y ya no soportar los ojos, ni la cabeza ni la nariz y escribir sobre todo esto en una analogía que habla sobre copas de vidrio, vino la dueña de la casa ajena a preguntarme cómo me sentía, y yo solo contesté en principio…

Está bien…

Una nación llamada como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora