Capítulo 36: Motivación

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Osamu guardaba silencio mientras observaba la cuidad por la ventana del auto, de alguna manera lo tranquilizaba.

—Osamu, háblame por favor.

Osamu ignoró a su padre.

—Osamu.

—¿Y qué quieres que te diga esta vez? "Wow, no sabía que tenía un gemelo y fue una buena aventura. Gracias por ocultarme la verdad durante casi todo lo que llevo vivo" —dijo con sarcasmo Osamu.

—Sé que debes estar molesto, pero...

—No, no estoy molesto —Osamu se giró para ver a su padre—. No lo estoy, de veras que no lo estoy... Mierda ¿Sabes cuántas veces dudé de ti? ¿Sabes cuántas veces quería saber dónde estaba mi madre? ¿Sabes cuántas veces discutimos sobre esto? Papá, discutimos hasta el cansancio y lo sabes mejor que nadie.

—Lo sé, te mentí, entiendo que estés molesto y...

—¡Papá, no estoy molesto! —replicó Osamu—. Bueno, tal vez sí... Pero no contigo, no te odio, de verdad desearía que sí; pero no es así.

Jamás podría odiarlo, ni siquiera a su madre podría odiarla.

Se cruzó de brazos y trató de respirar, sentía como si el aire le faltara.

—Osamu, te dije que está bien estar molesto...

—Me duele toda esta mierda y es jodido no saber cómo enfrentarla —Osamu cerró los ojos, lágrimas amenazaban con salir—. Ni siquiera pude despedirme de Atsumu, sé que le va a doler y me va a reclamar que soy un cobarde. Tal vez si lo sea, pero no pude. Simplemente no quise despedirme, sentía que si lo hacía él no me llamaría.

Se abrazó a sí mismo, volvió a respirar con dificultad.

—Por supuesto que lo hará, él va a llamar.

—¡Pero me dio miedo! —gritó Osamu con furia—. Tengo miedo y ya sé que arreglé en parte las cosas con él, pero todavía tengo miedo.

—Ustedes mejorarán su relación de hermanos, está bien —trató de calmarlo su padre.

Osamu negó con su cabeza.

—Y eso es lo que me molesta —la voz de Osamu se quebró—. Pudimos tener una buena relación de hermanos, pero ustedes par de egoístas...

Al final se le fue la voz, ya no tenía fuerza para discutir.

De verdad que no tenía nada de fuerza.

—Solo tengo miedo de perderlo de nuevo —finalizó Osamu.

—Hijo...

—Me vas a tener que pagar una jodida terapia después de esta mierda —soltó de golpe Osamu volviendo a respirar y cerrando los ojos con fuerza—. Ya no aguanto esta mierda.

—Osamu...

—No me hables, al menos no hasta que lleguemos a Hyōgo. —Hizo lo que pudo para acurrucarse en el asiento del copiloto—. Solo quiero llegar a casa.

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