Prólogo

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Dylan

Limpio el sudor de mi frente y suspiro feliz a pesar del dolor que siento en mi cuerpo por las horas que he estado de pie.

El tiempo que estuve en la cárcel me sirvió para reflexionar y entender que quería ser alguien en la vida, ser mejor y me propuse objetivos, metas que día a día trato de cumplir. Una de ellas fue comenzar mis estudios.

Siempre supe lo que quería y a pesar de que mi tren se descarrió jamás lo olvide, por eso apenas pude y junte él dinero suficiente con ayuda de Daniel y Sam comencé a estudiar Gastronomía. Quería lograr ser un chef reconocido y tener mi propia cadena de restaurantes, lo sé, una meta ambiciosa, pero realmente era talentoso.

Terminó de poner el último ingrediente en el plato y quite las manos mirando mi obra de arte.

—¿Ya terminaste? —Dice Leo a mi lado fingiendo un bostezo.

Solo asiento y el suspira con dramatismo. Ruedo los ojos. Me la pase horas inventando un nuevo plato para el restaurante en el que me encuentro trabajando y si logro que le guste al Chef lo pondrá en la carta siendo así mi primer platillo a la venta.

—Creí que tendría que mudarme aquí.

—Exageras.

—¿Eres consciente que si ese plato le gusta a nuestro jefe te pondrá a trabajar como esclavo?

—También puede ser que me ascienda.

—O también puede echarte por sentirse amenazado de un principiante que es mejor que él.

—Ya estamos grandes para eso.

—Sí—Dice él y de queda pensando—Estás bastante viejito ya.

Ruedo los ojos porque siempre me molesta con lo mismo.

—Estas celoso porque a pesar de tener más años que tú, soy más atractivo.

Él bufa.

—Lo que tu digas, viejo, iré a traer tu bastón.

Se marcha y yo dejo el platillo dentro del mueble. Camino a la pequeña sala donde están los casilleros con nuestras pertenencias y tomo el celular. La preocupación me invade al instante en el que veo las seis llamadas perdidas de Astrid, Sam y mensajes de Daniel.

En ese instante una llamada de Daniel aparece.

—¿Está todo bien? —Pregunto preocupado.

Hay un silencio profundo del otro lado de la línea hasta que Sam habla.

—Hermano—Dice con voz ahogada—Debes venir al hospital.

—¿Estás bien? ¿Mi sobrino está bien?

—Él está bien, es...—Su voz se corta y noto lo mucho que se está esforzando por hablar—Astrid, ella tuvo un accidente.

Mi respiración se atasca en mi garganta.

—¿Ella está bien?

Sam no puede contener el llanto y aprieto los puños a mis costados.

—Sam—Vuelvo a repetir—¿Ella está bien?

—Ella....

—No—La corto—No digas nada.

—Hermano....

—Voy para allá.

Corto la llamada y rápidamente tomo las llaves del auto saliendo del lugar, leo me grita, pero lo ignoro completamente. Nada me importa más que es estos momentos que mi esposa. Mil pensamientos me invaden y no puedo imaginar que la perderé, a ella no. Me paso semáforos en rojo, los autos me tocan la bocina, pero ignoro todo, solo quiero llegar a ella.

Finalmente llego y me bajo corriendo al interior del hospital. Recorro todo el pasillo y finalmente diviso a Sam y a la familia de Astrid.

—¿Sam?

Se gira hacía mí y su cara esta hinchada por las lágrimas, al igual que la de la madre de Astrid y su hermano. No lo aceptaré.

—Hermano—Sam me abraza fuertemente.

La separo sin ser brusco.

—¿Por qué lloras Samantha? No lo hagas.

—Dylan....

—¿Dónde está mi esposa? quiero verla.

—No puedes, Dylan.

—¡Dónde está maldita sea! —Grito logrando sobresaltarla.

—Dylan—Me advierte Daniel.

Giro mi rostro y veo como la madre de Astrid llora abrazada a su esposo, siento que estoy a punto de romperme.

—¿Qué sucedió? ¿Qué paso? Con un carajo—Vuelvo a alterarme.

Él hermano de Astrid se acerca.

—Ella fue a vernos—Comienza a hablar con la voz rota—Luego dijo que regresaría temprano porque quería darte una sorpresa, al tiempo nos marcó asustada, comenzó a tener contracciones mientras manejaba, le pedimos que se calmara y aparcara, le dijimos que iríamos por ella, pero luego sólo oímos un golpe. Llegamos al lugar, una camioneta se estrelló contra ella, no nos han dicho nada desde que la ingresaron.

Me apoyo en la pared y me dejo caer al suelo sujetando mi cabello entre mis manos. Las lágrimas se construyen en mis ojos. No puedes dejarme, As.

Los minutos pasan y finalmente aparece el doctor, no me levanto del lugar, solo escucho como llaman a los familiares de Astrid y todo lo demás ocurre como si lo reprodujeran en cámara lenta.

—Hicimos todo lo que pudimos—Un pitido suena en mis oídos—No pudimos estabilizar sus signos—Escucho los sollozos a mi alrededor, pero no levanto la mirada— Sin embargo, ella lucho hasta el final y logramos salvar al bebe.

Un estremecimiento me recorre y me levanto, ninguna lágrima cae de mi rostro.

El llanto de la mamá de la madre de Astrid se intensifica y me observa, al igual que Sam.

—Dylan...tu hija....

—Ella no es mi hija-La corto- Es solo la causante de la muerte de Astrid.

—Dylan—Dice Sam horrorizada.

Me giro, no pienso en nada, solo en que no puedo permanecer en este lugar un segundo más, mi visión se vuelve borrosa por las lágrimas contenidas y escucho los gritos de Sam desde atrás. No me detengo hasta llegar al auto y finalmente lo suelto.

Grito, grito tan fuerte que siento que mis cuerdas vocales se desgarran y ya no puedo contener las lágrimas, enojo, frustración, impotencia y tristeza es lo único que siento, golpeo el auto fuertemente y me veo cayendo en un hoyo del que no me siento capaz de salir. Unos brazos me rodean y caigo al suelto.

—Detente.

—La perdí, la perdí para siempre—Sollozo refugiándome en los brazos de Sam.

Ella solo acaricia mi cabello y yo me rompo completamente es sus brazos.

Hace poco habían dos cosas de las que estaba seguro en mi vida, una, quería ser alguien mejor y dos, estaba completamente enamorado de Astrid y ahora....ahora no tenía la seguridad de nada, solo que había perdido al amor de mi vida, para siempre.

Desde cero (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora