Episodio 22 - Ira

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–Comienza la lectura del testamento del fallecido Lan Qiren, siguiendo su voluntad de ser leída 10 años después de su muerte. –comenzó a leer el abogado.

En ese punto, ambos hermanos estaban tranquilos. Habían logrado meter a la cárcel a Wen Ruohan, por lo tanto, ya no había nada más que hacer.

En cambio, el hijo mayor del mismo estaba extremadamente nervioso y molesto con los hermanos Lan.

–Debido a que el Sr Wen Ruohan fue metido a la cárcel por diversos delitos y su compañía ha sido públicamente afectada en el proceso, cumpliendo con la cláusula del sr Lan indicando que si uno de los beneficiarios de la herencia cometía cualquier delito que saliera a la luz pública sería descartado del testamento y su parte entregada a los otros beneficiarios restantes.

Wen Chao se puso extremadamente pálido mientras se sostenía de la silla.

Para él, el dinero del viejo sería lo suficiente para poder hacer resurgir la compañía Sun después de que su padre entrara a la cárcel. Se habían quedado sin inversionistas y todos los buitres estaban pendientes de comprar la empresa al precio más bajo posible.

Debe ser un sueño, no, una maldita pesadilla.

–Por lo tanto, –continuó el abogado. –el dinero, las propiedades, el 50% de las acciones de la compañía Lan y el 40% de acciones de la compañía Sun serán distribuidas a los dos otros beneficiarios. Que en este caso sería los hermanos Lan respectivamente.

–¡¿QUÉ?! –gritó Wen Chao. –Más te vale que te expliques imbécil, ¿de qué 40% de mierda estás hablando?

El abogado no se inmuto con el tono de voz y explico de manera calmada:

–Durante una crisis que surgió en la compañía Sun hace 12 años, el ex presidente Wen Ruohan le vendió un 40% de sus acciones al Sr Lan Qiren. Debido a que el Sr Lan falleció supongo que el Sr

Wen esperó recuperar las acciones mediante el testamento.

Wen Chao se puso pálido mientras miraba al abogado.

–¿Quién iba a imaginar que el viejo Wen iba a romper una cláusula de esa manera a unos días del testamento? –la voz llena de burla sonó por primera vez en esa oficina.

Fue Lan Zhan que no pudo evitar burlarse del imbécil de su primo.

–Todo fue tu maldita culpa Lan Wangji, enviaste a tu puta a robar los archivos de mi padre para quedarte con toda la herencia. –Wen Chao estaba rojo de furia.

–Pero funcionó.

–Según lo que oí, le quitaron su licencia de programador. –fue un golpe bajo, pero ya no le importaba nada más. –Es una pena, hubiera sido útil para mí, pero ahora es solo un hombre inservible que no puede acercarse más a una computadora.

Lan Wangji sentía que su cuerpo se llenaba de furia, estuvo a punto de meterle un puñetazo sino fuera porque seguía en la oficina del abogado.

No podía hacer nada fuera de lugar hasta firmar los documentos.

Pero Wen Chao se recuperó y lo miró de manera fija.

–No te preocupes Lan Wangji, voy a destruirte donde más te duele.

–Quiero ver que lo intentes... Primo.

Wen Chao se largó de la oficina lanzado la puerta al punto de casi romperla.

Maldito Wei Wuxian, maldito Lan Wangji. Los voy a destruir a ambos.

Mientras se sentaba en el carro se sentía derrumbado. Su padre había sido encarcelado, perdió el control de la compañía Sun y aparte Lan Wangji se seguía mofando de él como si fuera un maldito perdedor.

El Jade y El Loto (WangXian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora