El Reencuentro

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EmaRamirezCervantes
ruiznanc
Buenas noches xd

Capítulo 20.

No había podido pegar ojo en toda la noche. Desde que él la llamó y le dijo que al día siguiente llegaría al aeropuerto de Miami estaba nerviosa e inquieta. Estaba deseando volver a verlo, eso ni siquiera lo ponía en duda, pero al mismo tiempo tenía miedo. A pesar de que la relación entre ellos se había suavizado desde que saliera de Bogotá, los hechos eran los mismos: ella seguía siendo legalmente la dueña de Ecomoda y él era el mismo que la había seducido para evitar que “se robara” la empresa. Pero a pesar de todo ella “sentía” que las cosas ahora eran diferentes.
”Eres una estúpida, Betty. Don Armando lo único que está haciendo es continuar con su estrategia de seducción. Él no está enamorado de ti como tú de él…” Sin embargo mientras en su mente racional se repetían esos pensamientos, su corazón latía desbocado sólo con pensar en que lo volvería a ver.
”¿Qué harás cuando le veas, Betty? ¡Nada de correr y echarte en sus brazos como una tonta! Tienes que mantener el tipo y saludarlo, educada pero fríamente…”
“Sí, eso dices ahora pero cuando lo tengas delante y te mire de ese modo… y te diga todas esas cosas que te ha dicho por teléfono y por e-mail… veremos quién se resiste…”
“Sobre todo nada de acercarte a él… Le extiendes la mano y le saludas de ese modo… Esa es la máxima intimidad que debes permitirle…”
Pero sólo de pensar en el roce de sus manos se estremecía de arriba abajo y estaba segura de que si él intentaba un acercamiento ella no podría resistirse…
”¡NI SE TE OCURRA, BEATRIZ AURORA! Tienes que ser fuerte… Tienes que resistir la tentación… Tienes que… ¡Oh, Señor! ¡Dame fuerzas!” Rogó con desesperación.
Ese viernes Luis Granados no iría a trabajar para poder ultimar los preparativos de la boda que tendría lugar el próximo domingo, y caía sobre Betty toda la responsabilidad de la empresa. A duras penas pudo concentrarse en el trabajo y acabó haciendo lo mínimo, lo imprescindible, lo que no podía esperar, pero no tuvo cabeza para centrarse en nada más.
Habían quedado que Armando tomaría un taxi en el aeropuerto de Miami para desplazarse a Palm Beach e iría directamente hasta la casa de Luis. Habían acordado que se hospedaría de momento en su casa, hasta que le buscaran otro acomodo… De todos modos Luis y Natalia se irían a vivir a la casa de Miriam que era más grande y entonces Armando podría quedarse en la de Luis todo el tiempo que quisiera.
Por la mente de Betty pasaban todo tipo de pensamientos. Desde quién cuidaría de Armando cuando ella estuviese trabajando, hasta la turbadora intimidad que tendrían cuando estuviesen solos.
Menos mal que cuando Luis se case Natalia se quedará unos días conmigo… Al menos no estaré sola con él… Después ya veremos… igual ya tiene que irse de regreso a Bogotá…”
Pero si le preocupaba el reencuentro con Armando y su relación con él durante su estancia en Palm Beach, pensar en su regreso a Bogotá la angustiaba.
”Eres un caso, Betty… Quieres verlo pero te da miedo enfrentarlo y al mismo tiempo no quieres que se vaya…”

Estaba tan nerviosa que cuando sonó su celular a la hora del almuerzo, creyó que el corazón se le iba a salir del pecho, y se puso casi taquicárdica cuando vio que era don Armando quien la llamaba.
Betty: ¿Aló? ¿Doctor?
Armando: ¡Hola mi amor! Ya estoy en el aeropuerto de Miami. Acabo de bajar del avión.
Betty: ¿Ya… ya viene para acá?
Armando: Aún tardaré un rato… Tengo que pasar por la aduana y por inmigración… Ya sabe lo que pasa con los vuelos que vienen de Bogotá…
Betty: Sí, ya sé…
Armando: Beatriz… Estoy feliz de pensar que muy pronto la voy a ver…
Betty: -Sin responder a eso- Doctor, ¿irá directamente a casa de Luis?
Armando: Sí, creo que será lo mejor… Cuando llegue ya habrán cerrado las oficinas de Ecomoda… ¿Me esperará en casa de Luis?.
Betty: Estaré en… en… mi apartamento… ya sabe… al lado de su casa…
Armando: Sí, Betty, ya sé donde está… ¡Estoy contando los minutos que faltan para verte, mi vida!
El corazón de Betty latía con tanta fuerza que por un momento creyó que le iba a dar un ataque cardíaco y fue incapaz de pronunciar palabra.
Armando: Betty… ¿está ahí…? Vea tengo que cortar que me toca el turno en inmigración… Nos vemos muy pronto, mi amor… Te amo…
Betty: Hasta luego, doctor…
No fue capaz de hacer nada más el resto de la tarde. Como los asuntos urgentes ya estaban resueltos e igualmente no estaba haciendo absolutamente nada de puros nervios, decidió ir a una peluquería cercana donde pidió que la peinaran y que la maquillaran discretamente. Quería que él la viera bien bella.
”Eso no es posible, Betty… Tú eres fea y siempre lo serás…” Se dijo con amargura. ”Pero unos arreglitos siempre te mejorarán algo…” Acabó diciéndose para animarse un poco.
Llegó al apartamento antes de la hora habitual. Miró el reloj. Si los trámites del aeropuerto habían sido ágiles no tardaría mucho más en llegar. Estaba completamente sola porque ese día Natalia asistía al cumpleaños de una compañera de clase y se iba a quedar a dormir en su casa y Luis tenía previsto recoger a Miriam en la escuela e ir a acabar de resolver unos cuantos pendientes de caras a la inminente boda.
No pudo permanecer dentro del apartamento. Se dijo que en casa de Luis no había nadie y que si don Armando llegaba se iba a extrañar, así que salió al jardín y empezó a dar vueltas y más vueltas seguida de cerca por Mandi que parecía muy extrañado con la actitud distante de su dueña. Cada vez que escuchaba el ruido de un motor que se acercaba, se dirigía a la verja de entrada, pero para su decepción ningún carro se detenía, todos pasaban de largo.

Las cartas sobre la mesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora