Perversa tentación

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Un bostezo hace eco en las paredes del salón. Kyojuro estira sus brazos mientras relaja su peso contra el respaldo de la silla.
Un pequeño quejido abandona sus labios. Siente los músculos de su espalda estirarse, posa su mano izquierda sobre su omóplato derecho, e inclina levemente su cabeza hacia atrás con la esperanza de relajar su postura.

Intenta enfocar su vista cansada en la ventana, maravillándose ante los intensos y coloridos arreboles del atardecer.

Su cuerpo se siente tenso, adolorido.

¿Cuántas horas llevaba sentado frente al escritorio revisando exámenes?

Suspira y deja caer el bolígrafo sobre la mesa. Las últimas semanas del semestre siempre eran agotadoras y exigentes.

Voltea con incomodidad hasta alcanzar su bolso. Lo abre y busca entre carpetas y folios la hoja en la que había impreso la rúbrica de calificaciones. Sonríe satisfecho al encontrarla.

Mordisquea el extremo del bolígrafo antes de garabatear un rostro simpático y caricaturesco junto a sus palabras motivacionales. Siente satisfacción y orgullo cada vez que alguno de sus alumnos se supera, y decide tomarse unos segundos para felicitar su esfuerzo. Nadie ha reprobado hasta el momento, y eso lo alegra.

Se encuentra tan inmerso y ensimismado que no puede evitar sobresaltarse con el ruido de las puertas del salón abrirse, pero no tarda en relajarse al notar la presencia que hace acto de entrada entre las puertas del salón
-Una sonrisa, voz melosa y cantarina llamándolo por su nombre. Una de sus mejores alumnas.

"¡Maestro Rengoku!"

Kyojuro dirige su mirada hasta el reloj de su muñeca. Las actividades de los clubes ya deberían haber terminado.

"Joven, ¿Qué se le ofrece?" Dice con una sonrisa, sorprendido de que su voz suene clara y fuerte a pesar de la resequedad que quema su garganta tras horas de clases.

"Maestro, pensé que ya no estaría aquí, ¡Es tarde!" responde la muchacha con dulzura "Olvidé mi cuaderno de apuntes" finaliza, caminando a pasos rápidos y cortos hasta la pequeña mesa en el centro del salón.

Kyojuro la sigue con la mirada. Traga en seco y afirma sus manos sobre sus muslos. ¿Desde cuándo el reglamento permitía que utilizaran faldas tan cortas? Sacude su cabeza, disgustado consigo mismo de tener tal atrevimiento.

La joven, quien parece haber recuperado su cuaderno con éxito, se aproxima hasta el escritorio del maestro. Su rostro lleno de entusiasmo.
Sus labios de apariencia humedecida se abren una vez más.
"¿Ya revisó mi examen, maestro?"

Kyojuro asiente con una sonrisa, refiriéndose a la lista en la que transcribe las calificaciones para buscar el apellido de su alumna.

"Obtuvo un puntaje perfecto, señorita".

La chica sonríe ampliamente mientras se sienta de costado sobre su escritorio. Si Kyojuro no supiera mejor, estaría pensando que es un intento por seducirlo... pero algo así no puede ser. Su alumna es correcta, aplicada, educada, dulce... es su alumna.

El maestro aclara su garganta antes de hablar.
"¿Puedo ayudarla con algo más?"

La muchacha dirige su mirada al rostro del rubio, se encoge tímidamente en su lugar.

"Maestro, ¿Puedo hacerle compañía hasta que termine? No hay nadie esperando en casa" responde, acomodándose un poco más en la amplia mesa de madera.

Kyojuro frunce el ceño. Algo parece fuera de lugar.
No puede evitar reparar en el aroma dulce que proviene de la chica; su uniforme luce impecable, su cabello no lleva un solo mechón fuera de lugar... incluso su maquillaje parece haber sido retocado recientemente. Sabe que las alumnas suelen cuidar de su apariencia, pero no es como esperaría ver a una alumna tras una larga jornada en el instituto... ¿Es intencional?

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