Capitulo 4.

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Me desperté por la alarma de mi celular que no paraba de sonar. La cabeza me partía y tenía las piernas de Pablo enredadas con las mías. Con una destreza ejemplar me desate de él, tome mi ropa interior que estaba tirada por todo el suelo de su cuarto y entré al baño.

Me puse pasta en mi dedo e hice todo lo posible por lavar mis dientes, para sacar el gusto de alcohol y sexo de la noche anterior. Mi maquillaje estaba todo corrido, parecía un mapache y mi cabello estaba más indomable que nunca, de verdad, ni un pelo de mi cabello tenía sentido en este momento.

Decidí entrar a la ducha, para poner mi cuerpo en orden, pero también los pensamientos. Resolví dejar mi cara libre de maquillaje, todas mis pecas dijeron HOLA. No me molestaban, es más las amaba bastante, antes me daban algo de vergüenza y las trataba de ocultar, pero ahora la mayoría de las veces iba por la vida al natural.

Me vestí con la ropa interior que tenía y salí del cuarto corriendo cuando sentí mi celular sonar otra vez. Solo que no era una alarma, era una llamada ¿Quién sería? Seguro Natalia no, ya que ella sabía de qué solía desaparecer por las noches y no regresar hasta entrada la mañana siguiente, solo me llamaría si había sucedido algo grave, como por ejemplo que Fran no hubiese llegado. ¿Será eso, deje solo a Fran en Barcelona y se perdió? Mierda, era una amiga horrible, mínimo le tendría que haber pedido un uber, pero me gano la rabia y lo voy a admitir celos del momento y le quise demostrar que no me importa en absoluto. Soy una mentirosa.

Tome mi celular y vi que no era Natalia la que me llamaba, tampoco era Fran. En realidad deje que la llamada se cortara porque no podía creer lo que veían mis ojos. Después de casi un año, que esta persona me llame y justo ahora, solo podían significar malas noticias, las peores noticias. Seguro en casa Natalia debería de estar cocinando. Al segundo me llego un mensaje que decía:

"Marie Ann, debe ser muy temprano en Barcelona, cuando leas este mensaje llámame. Es urgente"

No le conteste, no había nada que ella me pudiera decir que a mí me podría importar. Me puse la ropa que traía ayer y me hice un moño desorganizado en mi pelo para luego despertar a Pablo.

- Son las 4 Pablo, me tengo que ir yendo ¿me abrís?

- No entiendo esa manía Marie de irte antes que amanezca, sabes que te podes quedar acá hasta la hora que quieras.

- Lo se Pablito, pero en realidad quiero irme.

- ¿Sabes que quedarte a dormir y a la mañana desayunar no significa amor eterno?

- Lo sé, pero lo prefiero así.

- Está bien – me dijo él y se levantó de la cama. Puso un short y me bajo a abrir. Cuando nos estábamos por despedir me dijo - ¿te pediste un uber?

- No, voy a aprovechar a caminar y aclarar un poco mis pensamientos

- ¿Tiene que ver con ese chico no?

- Con él y con algunas otras cosas más – cuando había dado un par de pasos, me di vuelta y lo salude – ¡nos vemos por la vuelta!

Camine las 10 cuadras que me separaban de mi casa, escuchando música y pensando. Me encantaba estas caminatas en la madrugada, no me daban miedo, es más todo lo contrario las consideraba una aventura. ¿Qué quería Juliana? Desde que hizo aquella jugada en su casamiento, solo supe de ella una vez, cuando se vino a disculpar al hospital. Creo que fue la primera vez que la vi realmente avergonzada por lo que había hecho y sobre todo las consecuencias que había tenido. Mi prima se sentía culpable.

UNA ULTIMA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora