Indiana Jones y Las Ruinas De Kowloon (The Walled City)

25

Decidida, salió de la habitación donde encontró a Indy hablando con la guía. No sabía por qué, pero en ese momento los celos invadían su pensamiento.

–¿¡Ya está con otra!? –se dijo a sí misma mientras se acercaba, donde se dio cuenta de que no era así.
–La señorita ha dicho que nos guiará hasta cierto punto, a partir de ahí iremos solos. Agarra tu mochila porque no vamos a volver.
–Ni que fuésemos a morir.
–Igual alguien no llega vivo.
–¡¡¡Deja de decir Indymbeciladas!
    Sin prestar atención a su acompañante, el castaño dirigió la mirada a Sinara.
–Bueno, vivos supongo que llegaréis, tranquilos. Si no os comen las ratas y arañas está todo controlado.

En ese momento, a Ainhoa le entró un paro cardíaco. No podía creérselo, las dos cosas que más odiaba en la vida unidas para destrozarle su única luna de miel antes de desaparecer de la vida del arqueólogo.
–¿¡Ratas y arañas!?
–Eso ha dicho. Ah, por cierto señorita Neferet –contestó Indy con sarcasmo–, Sinara me ha dicho que antes de llegar alguien –acentuó– contactó con ella para que no hablase inglés en nuestra llegada.
    Ainhoa le dedicó una mirada de odio a la joven que estaba pegada a su novio.
–Lo siento Ainhoa, me... me ha pillado...
–¡¡¡Que agarres tu mochila!!! ¿¡Qué no has entendido!?
–¿¡Qué tienes conmigo!?
–¡¡¡Entra y vámonos!!!
    Empujándola, Ainhoa agarró sus cosas y muy enfadada salió. Cómo no, se llevó su merecido. Tremendo golpe bajo se llevó que le dejó pensando en estrellas.
–Idiota. Y tú, ni te acerques a Indy.
–Señorita, lamento decirle que su marido no es mi tipo.
–¡¡¡No es mi marido!!!

Hubiera estado bien que lo hubiese escuchado el castaño, pero del dolor que sentía lo único que pudo escuchar fue el canto de unas aves que volaban sobre su cabeza de forma imaginaria.
–Qué daño...
–Exagerado. ¡¡¡Última vez que te atreves a hablarme así!!!
–¡¡¡Olvídate de mí ¿quieres?!!!

No hubo cosa que más le doliese que ver al profesor alejándose metros de distancia de ella. Seguramente si le hubiese dicho que esperaba un bebé se abría solucionado y estarían en paz, pero sus principios se lo impedían.