O2: Locuras de niño hormonal.

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El peliazul corría entre algunas vigas oxidadas que habían bordeando las escaleras, las cuales daban acceso a un rincón que bordeaba el escenario y el gimnasio, precisamente accediendo a donde solían sentarse a mirar cuando había algún partido en la cancha. Escabulléndose de la mirada del público, quienes solo prestaban atención al escenario y al show, logró llegar a la parte más alta de las vigas; saltando cada escalón, hasta llegar a donde le esperaba un rubio sentado.

─Me haces correr como embarazada adolescente cazando la manutención─ habló el peliazul, recobrando la energía luego de aquella pequeña carrera.

─Tus comparaciones cada vez son más hilarantes─.

─Suenas muy sofisticado, ¿era necesario esperarme aquí?, ¿cómo demonios podría pensar que...?─.

─Ya, calla y siéntate. Si te agarra una descompensación te juro que te revivo, pero enchufándote el cargador del celular por donde no te llega la luz del Sol─ el rubio colocó una mano al lado de donde estaba sentado, señalándole al otro para que tomase asiento.

─No me des imágenes calientes, Phelps─ su pequeño diálogo absurdo causó un par de risas entre ambos posteriormente. La tensión disminuyó.

─Y bien...─ una vez vio al chico tomando asiento, miró con desinterés el escenario ─¿Salió como esperabas el show?─.

─Depende, ¿te gustó o no?─.

─Fue fascinante...─.

─Bien, entonces es más de lo que esperé─ el peliazul volvió la vista al escenario lejano, que miraba el rubio, intentando apegarse a la conversación ─¿Qué tal te pareció la...?─.

─¿La canción?, fue increíble... de verdad esperaba de todo menos que me la dedicaras─.

─Haha, me refería a la nota que dejé en el bolsillo de tu buzo, pero bueno... me alegro entonces─.

─Oh, pues... me gustó lo que escribiste, y realmente me hizo pensar... por cierto, ¿cómo sabías que usaría ese buzo para ir al recital?─.

─Vamos, Travis, si no llevabas la prenda que te regalé el año pasado, entonces me preocuparía porque seguramente te habrían suplantado─.

─¿Muy obvio piensas que sería?─.

─Muy obvio y tierno a considerar... por las dudas, escribí otras diez notas, y las metí en otros abrigos que guardas dentro de mi armario─ la sinceridad del chico, dejó que unas pequeñas carcajadas saliesen de parte del rubio, quien volteó a mirarlo.

─¿Qué esperas para el comienzo del curso?, Sal─.

─Bueno, fuera de mis intereses personales... creo que un buen año escolar sería lo mínimo que puedo pedir, y claro, no perder a mis seres queridos. Quiero que la pasen bien, así que el mismo año que deseo para mi, lo deseo para ellos─.

─Hum...─.

─¿Tú qué esperas?─.

─Paz... quiero paz, con eso, me basta y sobra─.

─¿Paz?... bueno, es un concepto muy amplio─.

─Precisamente, con notas altas tendré paz. Con buenos amigos tendré paz. Con la misma familia tendré paz, y contigo también la tendré... Paz es lo que quiero, solo eso─.

─Recemos porque se cumpla─.

─¿Desde cuándo rezas?─.

─Desde que te volviste un profeta en mi religión─.

Superfluo -【Sally Face】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora