12. Si no fuera por él - Fin

762 86 39
                                    


SeHun lleva más de una hora dormido en el asiento de pasajero. Puse la radio bajita para que no despertara, y he estado manejando bastante más despacio que a la ida hacia la casa de mis padres; sinceramente, no quiero que este viaje se termine. ¿Se puede alargar la eternidad un poquito más? Porque todo lo que sucedió en estos últimos días ha sido malditamente perfecto, y no quiero que acabe.

Lo que ha sucedido es que el padre de mis bebés, también es mi Omega ahora. Hicimos el amor y le di mi marca permanente: ahora SeHun es mío. Soy su Alfa, y lo cuidaré a él y a nuestros hijos hasta el día que me muera.

Para ser sincero, ya no me resulta raro pensar en Oh SeHun de esa manera. Cuando llamé a ChanYeol ayer para contarle las novedades, lo que él me dijo fue un muy divertido "te dije que del odio al amor hay una línea muy delgada", y JongIn soltó una carcajada desde el fondo. Supongo que es cierto. Yo había creído todo este tiempo que odiaba a SeHun, pero...

Pero. Ahí está el punto de quiebre.

Lo cierto es que SeHun marcó una parte muy importante de mi vida... Es más, me atrevo a decir que la marcó entera. Incluso aunque ya no éramos amigos, nunca me olvidé de él. Sea porque estaba herido, o porque lo odiaba, él siguió presente en mi vida a medida que fui creciendo.

Cuando fui a vivir con mis tíos más o menos desde los quince hasta los dieciocho fue porque había querido dejar atrás mi pueblo y todo lo que tuviera relación con SeHun. No obstante, nunca pude dejar de pensar en él. Ni siquiera a cientos de kilómetros de distancia pude quitarlo de mi cabeza, y ese fue el tormento más grande de todos. Cada cosa que hacía era, no para demostrarme a mí mismo algo, sino para demostrárselo a SeHun. ¿Por qué? Si seguramente él ni siquiera pensaba en mí como yo lo hacía, canalizando todo mi odio —y mi tiempo— en él.

Debería haber parado cuando él dejó de mostrar interés en mí de pequeños. Debería haberlo intentando duro cuando me mudé, también. No obstante, no pude. Había una verdad que no me atrevía a admitirme a mí mismo y que la había enterrado muy en el fondo de mi corazón, bajo muchas cerraduras casi imposibles de penetrar, que me impedía superarlo.

Nadie debía saberlo. Nadie. Y yo, definitivamente, no debía pensar en eso en ningún momento.

Pero ¿cuándo fue que empezó todo? A veces me detengo a pensarlo y creo que fue cuando teníamos trece años, ese momento en el que SeHun y yo tuvimos nuestro primer celo. Quizás fue pura coincidencia que sucedieran al mismo tiempo, pero yo pienso que fue el destino.

Mi celo duró dos días y el suyo tres. Yo había asistido un día más al colegio que él esa semana, pero él recién pudo regresar el viernes. Me encontraba jodidamente nervioso por volver a verlo y ver hasta qué punto todo habría cambiado para los dos.

Nunca voy a olvidar la forma en que su aroma causó estragos en mí. Fue tan shockeante que recuerdo haberme quedado mirándolo paralizado mientras él estaba de pie junto a la profesora. Era costumbre anunciar y felicitar a los niños y niñas delante de toda la clase tras tener su primer celo, porque era un gran paso hacia su "madurez".

Y yo estaba ahí, en la última fila, con la boca abierta sin poder decir ni una sola palabra. Observé a mi mejor amigo y por primera vez lo vi, aspiré su esencia, y lo quise. Sus mejillas estaban rojas de la vergüenza —en ese tiempo, a SeHun todavía no le gustaba mucho la atención— y su piel me pareció demasiado atractiva, más que de costumbre. SeHun me encandiló. Realmente me sentí atraído a él, como jamás me había sentido por nadie, y entendí que me había enamorado. Tal vez a los trece años no es lo que uno exactamente llamaría "enamoramiento", pero ya iba por encima del límite de la amistad y yo realmente lo quería, lo deseaba, lo anhelaba.

Si no fuera por él ➵ BaekHunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora