Hasta la Eternidad (Kyojuro Rengoku xTú)

Solo mía

Llegué rápido al centro comercial para encontrarme con Sanemi, de hecho faltaban al menos 10 minutos y él ya estaba ahí, lo miré de lejos, sentado en una fuente, su cara era de pocos amigos pero, ¿por qué a mí me trataba bien? Era algo que no comprendía pero, su compañía era agradable para mí.

—¡Sanemi-San!—dije mientras corría para acercarme a él.
—¡Tn___!—se levantó y me miró mi cara—¿Qué te ha sucedido?—me tomó de la cara para ver mis moretones.
—Esa es la historia que quería contarte.
—¿Dónde quieres comer? ¿O tomar un café?
—Prefiero comer, alguna pizza o casas así. Tengo muchas ganas, siempre como comida tradicional, algo diferente no sería tan malo.
—¡Lo que quieras!—sonrió.

Y así, nos fuimos a una pizzería que estaba cerca de la misma fuente donde nos encontramos. Nos sentamos, llegó el mesero para tomar nuestra orden, cuando se fue, el interrogatorio comenzó.

—¿Ahora sí me dirás qué te sucedió?—me miró.
—Pues...—suspiré—El papá de Kyojuro está metido en un problema.
—A decir verdad, no sé por qué esperé algo así—se tomó el mentón—Su padre es un gran abogado.
—Así es, entonces...para resumir las cosas...—cerré los ojos—Solo recuerdo que me dio sed, me levanté, fui a la cocina de los Rengoku y de regreso, alguien me tomó por la espalda. Intenté quitarme de su agarre pero ella era muy fuerte—abrí mis ojos.
—¿Ella?—miró desconcertado.
—Sí, era una chica con mucha fuerza. Recuerdo que después de eso ella me golpeó una vez, después me dijo que podría matarnos a todos si no saca a su jefe de la cárcel. Para después golpearme y me desmayé. 
—La gente de ese tipo, está loca—dijo enojado—¡¿Cómo se atreven?!
—Supongo que es lo que haría la gente fiel a él—suspiré.
—Pobre, mírate...—me tomó del rostro—Tienes que tener cuidado y los Rengoku también—acarició mi cabeza—Si te pasa algo, me sentiría muy mal.
—¿Por qué?—le miré.
—Porque siento un gran aprecio por ti, aunque no nos conocemos del todo, eres buena alumna y quiero que seamos amigos.
—Gracias, Sanemi—me sonrojé—claro que podemos ser amigos—le tomé de una mano—gracias por preocuparte por mi.

Después de esa conversación, la pizza llegó. La disfrutamos al máximo, Sanemi realmente era una buena persona aunque su cara decía todo lo contrario. Hizo que mi día fuera el mejor. Cuando terminamos de comer, me invitó un helado y nos dirigimos a la nevería.

—¿De cuál quieres, Tn___?—miraba hacia la tabla de sabores.
—¡Quiero de chocolate!—miraba también hacia la tabla—Además, se mira muy rica aquí abajo—miré a la vitrina—¿Tiene trozos de chocolate aparte, verdad?—le pregunté a la señorita que atendía.
—Así es, de hecho, dicen que es la mejor de aquí.
—¡Entonces deme una!—sonreí.

Tenía tiempo que no me sentía como niña chiquita y creo que con Sanemi podía ser yo, me causaba tanta confianza que no me daba pena.

Él escogió un helado de chocolate con menta y empezamos a caminar por todo el centro comercial, mientras platicábamos, él se percató de algo.

—Creo que alguien nos está siguiendo—se detuvo, para después voltear hacia los lados—Hay tanta gente que no puedo darme cuenta, sin embargo, se siente mucho.
—Espero no sea nada malo...—me detuve detrás de él.
—No te preocupes, Tn___—se volteó y me tomó la mano—tendrás que caminar así conmigo, por cualquier cosa que llegase a pasar, no te arrebaten de mí.
—Está bien...—volteé a ver hacia abajo, sonrojada.
—¡No te pongas nerviosa!—rio—No muerdo.
—N-No es que...—tragué—Me están cuidado demasiado y me da pena, porque puedo llegar a ser una carga. 
—No lo eres para nadie, créeme—me acarició la mejilla.
—Gracias...

Y así continuamos nuestra salida, hasta que llegamos al área de juegos. Mi lugar favorito.

—¡Mira, Tn__!—señaló el área—¿Quieres ir?
—¡Claro que quiero!—mientras aún le tomaba la mano, salí corriendo, jalándolo conmigo—Me encanta venir aquí—me detuve y entramos.
—Te ves muy emocionada—dijo sonriente.
—Me gusta jugar bastante en estos jueguitos—reí.
—Entonces vamos a comprar monedas.