Capítulo 23.
Tras dejar el equipaje se dirigieron los cuatro al parque. El hotel estaba en las inmediaciones, de modo que pudieron ir caminando. Empezaba a oscurecer cuando entraron riendo y bromeando en las instalaciones de Disney World.
Natalia, queriendo darle privacidad a Betty y Armando para facilitar la reconciliación, no le quedó de otra que acercarse a Tony. El muchacho que estaba encantado por estar en el parque y por la presencia de la niña, la acogió con agrado y en poco rato los dos parecían los mejores amigos del mundo.
Esa noche subieron en varias atracciones. Betty intentaba evitar las más excitantes porque le daba miedo. Pero eran tres contra uno, así que casi la arrastraron hasta una montaña rusa que llevaba por nombre “El Tren de la Gran Montaña del Trueno” y la hicieron subir. Ocuparon un carro de cuatro personas. Los dos niños iban en el asiento de delante y ellos dos en el de detrás. La muchacha casi temblaba de miedo, pero Armando la rodeó con uno de sus brazos, sujetó sus manos entre las de él y le dio un beso en la comisura de los labios. Ella instintivamente se pegó más a él buscando protección.
Armando estaba feliz de tenerla tan pegadita a su cuerpo, y más aún cuando empezaron a moverse los carros y la fuerza de la velocidad los empujaba al uno contra el otro. Con el corazón latiéndole fuertemente, no supo si a causa de los movimientos de la montaña rusa o de la cercanía de Armando, Betty bajó de la atracción aferrándose a él con fuerza.
Armando: -Riendo- Doctora, no tenga miedo. ¿Ve como no pasó nada?
Betty: -Aún con cara de espanto- ¿Qué no pasó nada? Casi me muero de un infarto y ¿usted dice que no pasó nada?
Armando: ¡Tan exagerada, Beatriz!
Tony: ¿Podemos entrar en esa sala de juegos?
Los niños que iban unos pasos por delante de ellos, se habían detenido y los miraban pidiendo confirmación. Armando asintió de inmediato y los cuatro entraron en el local lleno de máquinas con juegos electrónicos.
Los dos muchachos corrieron entusiasmados y se sentaron en unas máquinas que simulaban los paneles de un carro. El juego consistía en conducir por una pista un automóvil de carreras. Betty y Armando se quedaron de pie cerca de ellos observándolos. Después de tres partidas, se dieron cuenta de que tanto Natalia como Tony pretendían seguir jugando un buen rato, así que Armando le dijo a Betty:
Armando: Beatriz, ¿qué tal si vamos a dar un paseo por los alrededores usted y yo y dentro de un rato recogemos a los chinos?
Betty: -Indecisa- Pues… no sé…
Armando tomó esa respuesta por un sí y en una pausa del juego le dijo a los niños:
Armando: Natalia, Tony, ¿queréis jugar otro rato en estas máquinas?
Natalia y Tony: ¡SÍIIIIIIII!
Armando: -Sonriéndoles- Okay, pero nosotros salimos a dar una vuelta… Los pasamos a recoger en media hora…
Antes de irse, y a pesar de que los niños traían su propio dinero para esos gastos, Armando fue a buscar cambio de monedas y les dejó suficientes para que jugaran diez partidas cada uno.
Armando: Aquí tienen, para que jueguen algunas partidas, pero ¡no se muevan de acá!, nosotros vendremos a buscarlos en un rato.
Le dieron las gracias apresuradamente y continuaron en lo suyo.
La llevaba enlazada por la cintura y ella se dejaba querer. Parecían una pareja de novios o de recién casados. Caminaban lentamente observando todas las atracciones que se hallaban a su paso, pero sin subir o detenerse en ninguna.
Desde que había llegado a Palm Beach, Armando no perdía ocasión de tocarla, de acariciarla o de besarla, pero desde que habían iniciado el fin de semana con los niños, parecía que esas aproximaciones eran aún más frecuentes e intensas, para turbación, y, ¿por qué no decirlo?, también deleite de Betty.
A ninguno de los dos parecía importarle la presencia de los niños. De hecho los pequeños apenas se habían hecho notar. Siempre iban delante de ellos y parecían estar más interesados en las atracciones del parque que en lo que ellos hacían o decían. Aunque eso no era así en realidad. Lo que pasaba era que los dos se habían confabulado para dejar a Betty y Armando en la máxima libertad.
En efecto, Natalia le había acabado contando a Tony que Betty y Armando estaban enamorados pero que por motivos que ella no conocía del todo, se habían enfadado y que ellos debían colaborar a que se reconciliaran. Entre ambos decidieron que el mejor modo era dejarles solos muchas veces y cuando estuviesen los cuatro juntos, dejarles cierta privacidad.
A Tony le caían muy bien tanto Betty como Armando. Aunque no conocía muy bien a este último, el hecho de que aceptara tan fácilmente que él los acompañara a Disney World había contribuido mucho a que tuviese esa actitud. De modo que aceptó encantado colaborarle para que reconquistara a la que había sido su novia.
Curiosamente esa complicidad entre los dos niños, suavizó aún más la actitud de Natalia hacia Tony y sin darse cuenta les unió. Es posible que también ayudasen los continuos consejos de Betty respecto a que debía tener una buena relación con el niño que a partir de ahora iba a convivir con ella como si fuese su hermano.
Esa noche se fueron a dormir temprano. Les esperaban dos días de mucha actividad y querían estar descansados.
Habían pasado toda la mañana visitando el parque y estaban agotados. Cuando Armando propuso un baño en la piscina por la tarde, los cuatro accedieron de buen grado. Betty y Natalia aparecieron en el saloncito de la suite con un bikini en tonos azul y una especie de faldita con flecos. Calzaban chanclas de piscina y llevaban el pelo recogido en una cola de caballo alta. La parte superior del traje de baño quedaba totalmente al descubierto.
Cuando Armando y Tony las vieron se quedaron los dos boquiabiertos.
Armando: ¡Guauuuuu! ¡Están las dos bellas! ¡A ver que las mire bien!
Natalia se infló como un pavo, pero Betty se ruborizó completamente. Estuvo bastante indecisa de presentarse así delante de Armando, únicamente la insistencia de Natalia respecto a que estaba muy linda y que no podía cambiarse de ropa, la animó. Pero ahora, cuando veía la mirada de admiración que les dirigían los dos hombres, (bueno, un hombre y un niño, para ser más precisos, y si queremos serlo más aún, digamos que la mirada de Armando, porque el niño no le perdía ojo a Natalia), se debatía entre la turbación por provocar esa mirada y su felicidad por el mismo motivo.
A todas éstas, Armando las había tomado de la mano y las había hecho girarse a las dos sobre sí mismas al mismo tiempo.
Armando: ¡Ummmmm! Realmente hermosas… -Dirigiéndose a Tony- Campeón, nos va a tocar pelearnos con todos los tipos de la piscina porque seguro que no le van a quitar ojo de encima a estas dos bellezas…
Pero él ya había puesto sus dos manos en la cintura desnuda de Betty y le estaba dando un beso en los labios, que empezaba a no ser apto para menores. Betty se separó ruborizada.
Betty: Doctor, creo que me voy a cambiar…
Armando: De eso nada. Ni se le ocurra… Vea, ya vamos a bajar… -Mirando con complicidad a los niños- ¿Nos vamos, muchachos?
Natalia y Tony: ¡SÍIIIII, SÍIIIIIIII, VAMOS…!
Y salieron corriendo hacia el elevador seguidos por nuestra parejita. Armando llevaba a Betty enlazada por la cintura. Si exceptuamos las dos veces que habían hecho el amor, debido a la gran parte del cuerpo de ella que estaba destapado, ese era el momento de mayor contacto físico entre ellos desde que se conocían. Armando acariciaba suavemente la superficie de la piel de Betty que estaba desnuda y esas caricias estaban provocando en ambos una excitación descomunal.
La turbación de Betty era tal que intentó separarse de él, pero Armando no estaba dispuesto a renunciar a la suavidad de su piel y a tenerla pegadita contra él, a pesar de que temía que se hiciera evidente para todos la gran excitación de su cuerpo. Menos mal que esos trajes de baño modernos eran bien anchotes y que además se había puesto una camiseta amplia que le tapaba casi todo el bañador y que disimulaba cualquier ”contingencia.”
Cuando la acercó un poco más contra sí y la besó en la oreja, el cuerpo de Betty se estremeció. Él pretendía sólo rozar la oreja de ella con su boca, pero al sentir la respuesta de su amor, no pudo resistir la tentación de dejar sus labios sobre ella e incluso de introducir su lengua en la cavidad auditiva. La sacudida del cuerpo de Betty fue extremadamente fuerte y sin proponérselo, su cuerpo buscó el de él y notó a través de la escasa ropa que llevaban que Armando estaba también muy excitado.
Si los niños se dieron cuenta de algo, no lo hicieron notar. Los dos estaban muy entretenidos leyendo un letrero de muchos colores que estaba pegado en la cabina del elevador y que proporcionaba información sobre los horarios y actividades del parque.
El rato que pasaron en la piscina fue una delicia y una tortura al mismo tiempo para los dos. Armando casi la obligó a meterse en la piscina y con el pretexto de que ella no sabía apenas nadar, la sujetó con sus manos durante todo el rato. El problema era que esas manos no estaban quietas, se movían con sutileza prodigando caricias excitantes en todo el cuerpo de ella.
Lo que en principio se suponía que iba a ser un baño relajante, fue el baño más excitante de la vida de ambos. Es cierto que no pudieron más que robarse algún que otro beso furtivo, pero la tensión sexual existente era creciente y no satisfecha.
Cenaron temprano porque los niños se habían apuntado a un concurso de carreras de competición con las maquinitas de juegos que empezaba a las ocho. Los dos les insistieron en que fueran a dar una vuelta porque ese concurso podía ser muy aburrido para los que no competían.
Natalia: No se preocupen, nosotros vamos a estar muy ocupados intentando llevarnos el primer premio, ¿verdad, Tony?
Tony: ¡Eso no lo dudes!
Betty: ¿Cuál es el premio?
Tony: Un fin de semana en el parque para 4 personas con todos los gastos pagados.
Armando: ¡Vaya! Pues si ganáis ya tenéis asegurado el regreso al parque con vuestros papás…
Tony: Betty, no te dije que me llamó mi mamá… Esta noche Luis llamará a Natalia…
Betty: ¿Cómo así?
Tony: Ustedes estaban en el vestidor de la piscina y por eso no se enteraron…
Betty: ¿Qué tal están?
Tony: Muy bien. Dicen que regresarán mañana por la noche y que si a ustedes no les importa nos pasarán a recoger el lunes por la mañana…
Betty: ¡No, para nada! Pueden quedarse con nosotros el tiempo que quieran…
En ese momento Betty miró a Armando y la expresión de su cara decía que a él no le parecía una buena idea, pero se abstuvo de decir nada. Betty lo miró con reproche pero tampoco dijo nada.
Cuando dejaron a los niños en el concurso de juegos de carreras de autos, Betty le preguntó a Armando:
Betty: Doctor, parece que no le guste que Natalia y Tony estén con nosotros…
Armando: -Negando con la cabeza- No es eso, Beatriz… Ellos son unos niños muy obedientes y divertidos y me caen muy bien, lo que pasa es que…
Betty: -Animándolo a continuar- Es que…
Armando: ¡Demonios, Beatriz! Que yo quiero estar con usted a solas… Parecemos un matrimonio que lleva ya muchos años casado y que viaja con sus dos hijos… pero no es el caso… Yo quiero compartir la habitación con usted y no con Tony… No es que el niño me moleste, ni más faltaba… es que ”anhelo” su compañía… ¿Acaso no se dio cuenta de la tortura de esta tarde?
Betty: ¿Tortura? ¿Qué tortura? –preguntó ella muy seria, pero un análisis más profundo delataba cierta burla en su tono de voz.
Armando: -Muy serio- No se haga la inocente, Beatriz…
Acercándose a ella y pegándola contra su cuerpo le dijo en un susurro:
Armando: Estoy así de excitado desde que llegamos a este hotel. Como no pueda hacerte el amor pronto, creo que me voy a morir…
Y para corroborarle sus palabras, la pegó aún más contra él haciéndole notar su erección.
Betty: -Ruborizada e intentando separarse de él pero sin esforzarse mucho- Doctor, esto no está bien… Usted no debe… yo no debo…
Armando: Yo no sé lo que debemos o no debemos hacer, doctora, pero jamás me había encontrado en una situación así… y no sé qué hacer… -acabó confesando desesperado.
Betty: -Mordaz- Claro, doctor… usted cuando desea a una tipa no tiene más que alargar el brazo, y la tiene rendida a sus pies…
Armando: -Enfadado- ¿Sabe qué le digo? Que hace muchos meses SÓLO deseo a una “TIPA”, que es usted, y por más que alargo LOS DOS BRAZOS, no hay modo de que ella caiga rendida a mis pies…
Betty: -Intentando cambiar la conversación- Doctor, ¿le provoca subir en esas cabinas aéreas que le dan la vuelta al parque? Los niños ya subieron la otra vez que vinieron al parque y mañana seguramente querrán subir en otras atracciones más… excitantes…
Armando: ¿No es mejor que subamos a la noria?
Armando la miró con un deje de picardía. Sabía que cuanto más excitante fuese la atracción, más probabilidades había de que ella se pegara a él como una lapa. Pero Betty no estaba dispuesta a volver a “sufrir”.
Betty: ¿En esa “rueda” tan grande? ¡Ni lo sueñe, doctor!
Armando: ¡Betty…! ¡Ummmm! ¡Aquí huelo a cobarde…!
Betty: -Suspirando y poniendo cara de resignación- Pues huele muy bien…
Armando: -Con un falso tono de resignación porque en realidad le hacía gracia el miedo de ella- Está bien… subamos a las cabinas aéreas. Creo que le dan la vuelta al parque y deben ofrecer unas vistas preciosas de noche.
Se pusieron en la cola para esperar su turno. A Armando parecía habérsele pasado el mal humor y volvía a tenerla enlazada por la cintura. Esa noche, Betty se había vestido igual que Natalia con una faldita blanca plisada y amplia un palmo por encima de la rodilla, calcetines al tobillo y zapatillas deportivas y un “top” rojo muy ceñido. El pelo lo llevaba recogido como por la tarde, en una coleta alta. Parecía una adolescente, y él se hallaba prendado de sus piernas y de la forma de la parte superior de su cuerpo que marcaba perfectamente bien el ajustado “top”.
Cuando subieron a la cabina aérea, Betty, de un modo casi automático, se pegó más a él. De repente le había entrado miedo. Al fin y al cabo esas cabinas iban colgadas de un cable, y si el cable se rompía… Armando sonriendo la abrazó con fuerza y le dio un suave beso en los labios.
Armando: Beatriz, no tenga miedo. Esto va muy despacio… No es como la montaña rusa…
Betty: Eso espero… -pero en vez de soltarse se acercó aún más a él
Armando estaba eufórico. Iban a pasar media hora casi encerrados en una cabina donde nadie los podía ver ni molestar y la tenía a ella pegadita a él por voluntad propia. Ese pensamiento le provocó una erección tan violenta que lo hizo enrojecer de calor.
Menos mal que en ese instante se apagaron las luces del interior de la cabina y quedaron completamente a oscuras. De ese modo podían contemplar mejor las luces que iluminaban el parque.
Cuando empezaron a moverse, Betty escondió la cara en el pecho de él y se apretó contra su cuerpo. Armando empezó a acariciarla con mucha suavidad. Con una mano le acariciaba la cintura y la espalda. Con la otra las manos y los brazos.
En pocos segundos el miedo de Betty se convirtió en excitación y sin poder evitarlo, levantó la cara, lo miró y fue acercando su boca a la de él. Como si ambos tuviesen en el rostro un imán muy suave que los atrajera lentamente, sus labios se fueron aproximando en cámara lenta. El corazón de ambos latía desbocado, sus ojos brillaban y la emoción del momento era inigualable.
Cuando por fin se rozaron sus bocas, no hubo suavidad en el beso. Estaban demasiado excitados. Habían pasado toda la tarde con ansias el uno del otro, y la privacidad que les daba esa cabina cerrada que se movía por el aire, había permitido que se desatara la pasión.
Ninguno de los dos supo cómo pero, mientras sus labios se exploraban con deleite, Betty acabó sentada en las piernas de él con las suyas colgando. Armando presionó sus nalgas con fuerza y la pegó a él como si quisiera fundirla contra su propio cuerpo.
Armando: Betty, mi amor… Me tienes loco… No hay nada que desee más que hacerte el amor…
Esas palabras más que dichas fueron susurradas en el oído de ella y la excitaron aún más, si es que eso era posible. Como respuesta, movió sus caderas encima de su erección y tomó la iniciativa para besarlo en la boca con desespero. Armando estaba feliz. Ella sin palabras le acaba de corroborar que sentía el mismo deseo que él, las mismas ansias de volver a entregarse el uno al otro…
Las caricias de sus manos por todo su cuerpo se intensificaron. Ahora ahuecó una de ellas sobre su pecho y lo provocó con suaves movimientos circulares. Betty gimió de placer y él no necesitó más permiso para introducir sus manos por debajo del “top”, subirlo y desabrocharle con movimientos hábiles el sujetador.
No podía verlos debido a la oscuridad reinante, pero sí pudo tocarlos libres de toda prenda de ropa y ese contacto fue estremecedor. Cuando la oyó a ella gritar su nombre, creyó que no podría aguantar más la tensión sexual y que tendría un orgasmo allí mismo.
Jadeando de placer, acercó su boca a los pechos de ella y uno a uno los cortejó con sus labios y con su lengua. Ella se movía cada vez con más fuerza encima de Armando, aliviando algo su deseo, pero él necesitaba más. Una de sus manos bajó por sus caderas y sus muslos, y se introdujo por debajo de la falda. Mentalmente dio gracias de que ella hubiese elegido ese atuendo, porque con pantalones todo habría sido mucho más complicado.
Segundos más tarde sus dedos estaban acariciando el triángulo secreto de ella y poco después profundizaban más en su intimidad que halló cálida y húmeda. A Betty no tardó en llegarle un orgasmo. A ella también le habían afectado las caricias y los besos que él le había prodigado durante todo el día, en especial desde que se puso aquel bikini. Por no hablar de lo mucho que la excitaban las palabras ardientes que él pronunciaba en su oído.
Con una sola mano, porque la otra seguía ocupada acariciándola íntimamente a ella, Armando se desabrochó el pantalón, lo bajó lo mínimo necesario para liberar su gran erección y con un movimiento experto la situó a ella a horcajadas sobre él y la penetró.
El placer que sintió al entrar en esa cueva húmeda y caliente, que le dio la mejor bienvenida posible al contraerse con movimientos rítmicos contra su erección, fue tal que, perdiendo completamente el control, segundos más tarde se estaba derramando dentro de ella.
Armando: ¡Betty…! ¡Mi Betty…!
Fue el grito ahogado de él que ella silenció sellando su boca con la suya en un beso enfebrecido.____________________________________________________________________________________
Les mando saludos desde mi trabajo, con el corazón latiendome a mil por hora, para que no me sancionen xd
Cuídense:)______________________________________________________________________
Creado por:Cata
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Las cartas sobre la mesa
أدب الهواةNO ES MÍA LA HISTORIA!!! :) Betty encuentra la carta siniestra de Mario Calderón. ¿Qué hará Betty? ¿Betty se irá? ¿Le dirá a Armando que ella lo sabe todo? Esto y muchas cosas más lo averiguaremos Historia creada por: Cata:)