Realidad

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Sus dedos acariciaba mi cabello. Una y otra vez, delicadamente por mi sien, dejando que llorara todo lo quisiera, como un bebé, como un niño pequeño que había caído de su bicicleta.

Había tratado de calmarme, pero las palabras regresaban a mi mente, una y otra vez, haciendo que nuevas lágrimas corrieran. Haciéndome sentir tan tonta.

—Está bien, cariño, está bien— susurró, dejando que apoyara mi cuello en sus rodillas. Me abracé a sus piernas, intentando respirar —No puedo creer todo lo que me has dicho—

—Yo tampoco lo creo— pasé el torso de mi mano por mi nariz —No quiero volver a verlo, no tienes idea de todo lo que pensaba, desde que lo conocí, ideando una relación con él... fui tan estúpida—

—¿Qué tan lejos llegaste con él?— susurró, haciendo que lo mirara a los ojos hazel incapaz de responderle —Oh cariño, te enamoraste—

Volví a ocultarme entre las almohadas, queriendo que el dolor se esfumase, deseando que borraran mis recuerdos, empezando desde el viaje. Maldecia París, los museos, el café, y los postres, Marte y las estrellas. Todo lo que me recordase a él.

—John tenía razón, no puedes tener una relación en el trabajo— cerré mis ojos cansados —Me usó, sabiendo que iba a beneficiarlo, nada de lo que dijo fue real, nada... Debí darme cuenta—

—¿Y estás segura de que fue así?—

La puerta principal fue abierta abruptamente, haciéndome estremecer. Miré a Paul con ojos grandes, suplicando su ayuda, escuchando la voz del castaño subiendo las escaleras.

—¡________!, ¡sé que estás aquí!—

Volví a hundirme entre las almohadas, queriendo que el sillón me tragase de repente. Mi corazón latía con rapidez al escuchar sus pisadas, tan avergonzada, no podía verle, siendo un desastre.

—_________— llamó una vez más, entrando a la habitación, sentí cómo Paul se ponía de pie

—Por favor, Johnny, déjala, debe descansar—

—Tenemos que hablar—

—Pero...—

—¡Está bien!— dije llamando la atención de ambos que giraron a verme. Me senté con las piernas pegadas a mi pecho, mirando a ambos como pude. Sintiendo mis mejillas pegajosas y el rostro caliente. Tenía miedo de que los hubiera decepcionado, eran como familia para mí, siempre al pendiente y mi cuidado, siempre dándome consejos para que no pasara por éstas cosas, y sin embargo, había fallado. —Lo siento, John, perdoname, hice un escándalo en el estudio, algo que no debí hacer, te dejé en mal, y... tuve un romance con uno de los modelos y sé que odias esas mierdas, pero ¡lo hice!, y me arrepiento tanto—

—No tienes que pedir disculpas— Paul y yo lo miramos sin poder creer lo que había dicho. Me dedicó una media sonrisa, sentándose a mi lado —Quiero saber qué mierda te hizo ese tipo—

—Por favor, no quiero repetir todo, no ahora— miré al pelinegro —Él puede contartelo—

—Estoy seguro que lo hará más tarde— se dieron una mirada cómplice —Sea lo que sea, debes saberlo, ha renunciado—

—¿Qué?—

—Fue a mi oficina después de que te fuiste, tampoco me explicó nada, solo ha pedido su renuncia—

—¿Puede hacer eso?— preguntó Paul, al ver que yo apenas podía formular palabra alguna

—No, no puede, tiene un contrato, se viene un montón de mierda para él, y me alegra, voy a hundirlo, sea lo que sea que te haya hecho, sus problemas no van a terminar, hablaré con Marié para su despido definitivo, ninguna revista lo contratará y...—

—No quiero que hagas eso— me limpié las lágrimas. Ellos me miraron en silencio.

No podía dejar que todo eso ocurriera. Aunque John no le hiciera nada, su contrato estaba vigente, y había firmado, iba a tener problemas con Marié por incumplimiento, y eso implicaba poner en riesgo su nueva oferta en Italia. Su sueño. Respiré profundo. Queriendo aceptar todo lo que había pasado. Mi dolor, y odio que sentía por él no podían guiarme. No ahora.

—Voy a renunciar yo—

—Nena, eso no...—

—No podré verlo, no quiero regresar allí, no quiero estar cerca de él— miré a John, suplicante —Robert puede hacer mi trabajo, está igual de calificado que yo, y solo es una sesión más para que termine todo con ellos, deja que tome mi lugar y Bowie se quede con el suyo—

—No voy a hacer eso— se rascó la nuca

—Por favor, John, te lo pido—

Hubo tensión en la habitación. Lennon se paseó cerca de la ventana, mirando a Paul en busca de aprobación, pero él permanecía en silencio.

—Está bien, voy a hacer lo que me pides—

—Gracias— suspiré —De verdad—

—Bien, no me tiene nada contento ese idiota pero si lo quieres así...— se acercó a mí, besando mi frente —Deja de llorar, estoy seguro de que no vale la pena, ¿de acuerdo?— asentí con la cabeza —Volveré para hacer los arreglos, no tardo mucho— besó a Paul y se despidió de mí, antes de dejar la habitación con los labios fruncidos. Sabía que no le pareció mi decisión, pero estaba segura de que eso era lo que quería. Aunque me costase mi trabajo.

Me dejé caer de nuevo, mirando la lluvia que empezaba a caer empañando el cristal de la ventana. Un pequeño trueno lejano, desapareciendo las nubes blancas, suplantandolas por grises, como hubo de cigarrillo, pintando toda la cuidad bajo esa esfera de colores opacos.
Paul dejó una frazada en mis piernas, tomando mi mano para acariciar mis nudillos.

—Puedes quedarte aquí si quieres, por un tiempo—

—Eso sería fantástico— dije con mi voz quebrandose. No tenía idea de si David me buscaría o no. Aquí, estaba a salvo.

Cerré mis ojos intentando, no pensar demasiado. Luego su risa y voz llegaron a mi mente, su acento, los ademanes de sus manos, nuestro baile y esa canción suya.

Colocaré la luna en tu corazón

—¿Más lágrimas?— preguntó dándose cuenta que lloraba de nuevo sin control alguno, sus brazos me envolvieron rápidamente, intentando consolarme.

Pero nada iba a hacerme olvidar, que David se había burlado de mí tan fácilmente.

As The World Falls Down Donde viven las historias. Descúbrelo ahora