Noticias y Afirmaciones

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El grupo se re encontraba a la entrada del pueblo, todos ya estaban listos, con sus equinos preparados para partir siendo Lindrel y Leira los últimos en llegar con el bulto de comida para las bestias rumiantes.

Aline y Dilah Du observaban a Leira, quien efectivamente irradiaba una gran onda de vitalidad, el clérigo en particular sentía la rebosante energía vivaracha, que era un hecho, ocasionaba que la mujer sonriera mucho, veía a Lindrel con mayor cariño que de costumbre, como si el sol se posara sobre su cabeza, los ojos de la jovencita humana brillaban, pareciese que toda la tristeza se hubiera desvanecido de su mundo.

Aline por el contrario se percataba de lo mismo con Lindrel, se movía al compás de la mujer, en una completa y perfecta sincronía, el neonato no nacido parecía unirlos, ellos sin sospecharlo y mucho menos sin saberlo y efectivamente se notaba cuando todos observaban que el elfo era quien cargaba todas las cosas, siendo que Leira detestaba ser tratada como una damisela en peligro o inútil.

—Hoy tenemos que ver si lo está, al menos para prevenirla a ella—susurraba Aline a Dilah Du.

—Efectivamente, al menos para que ella lo sepa, sé que no querrá mencionárselo al montaraz...y no pienso hacerlo yo y te recomendaría que no lo hicieras tú Aline, no me gustaría ver a los dos discutir en estos momentos—

La elfa de mirada verdosa simplemente asentía, "si la humana quiere le dirá a su pareja de lo contrario se lo guardara hasta después de la misión, si es que sobrevivimos" mentalizaba.

—Ya tenemos la comida para los caballos, creo que es tiempo de comenzar el viaje—decía Lindrel mientras repartía la comida a sus compañeros quienes la guardaban en sus equipajes de viaje.

—Sería lo más recomendable, no me gustaría acampar en el bosque y menos con lo que está pasando actualmente, lo más recomendable es acercarnos lo más que podamos al volcán, no se lo esperaran—decía el paladín.

—Estoy totalmente de acuerdo con el maese Adrilar, no esperan que unas personas estén tan cerca de lo que sería su centro de operación, por ende, estaremos más seguros y podríamos dar un golpe certero desde las cercanías. — decía Dilah Du

—De hecho, podríamos usar el bosque como nuestro escondite al menos para esta noche, es un bosque muy frondoso el de Frendular, altos árboles y arbustos muy tupidos. Es un lugar perfecto para ataques furtivos hacia la base demoniaca—decía el elfo.

—No pueden ser ataques furtivos—decía sombríamente el clérigo –Recuerda que tenemos que entrar al volcán y sellar el portal, esa es nuestra prioridad—bajaba la cabeza nerviosamente.

—Eso es cierto...no podemos clausurar la puerta inter-dimensional sin estar cerca de ella, de hecho, tendremos que defender a Dilah con todo lo que tengamos en lo que él hace el conjuro—decía Mealia.

—Eso es suicidio...— decía Leira —¿No hay manera de hacerlo desde afuera? —cuestionaba la mujer.

—No lo creo, ellos son diablos, tendrán todo tipo de encantos y magia demoniaca cuidando el portal, por lo tanto, tenemos que hacerlo desde adentro, un ritual que me tomara unos cuantos momentos en los cuales estaré completamente vulnerable a cualquier ataque, lo más difícil recae en que necesito mantener la concentración en ello, de lo contrario tendría que empezar de nuevo—explicaba el humano.

El color del rostro de todos los aventureros se había ausentado, ahora confirmaban todos sus miedos, no iba a ser fácil y lo que más llegaba a atormentar el corazón de todos ellos es que muy dentro de sus temores sabían que no todos iban a sobrevivir a esta contienda.

Se veían unos a otros con ojos de preocupación, habían tenido misiones difíciles y casi fatales pero de alguna manera lograban sobrevivir a ellas, pero esta estaba fuera de cualquier parámetro, ya habían enfrentado diablos con anterioridad, incluso a un lugarteniente de los once infiernos, pero jamás contra una armada entera y para empeorar las cosas con su general al mando, un archiduque del infierno y precisamente Jerdelak, aunque no se caracterizaba como un guerrero según los textos que había leído de él, tanto Aline como Dilah Du, eso no lo hacía menos poderosos, la avaricia era su dominio y se han dicho historias de que con su magia ha corrompido hasta el corazón del más firme paladín y del más devoto clérigo y no estaba solo desde luego, tenía a su mejor soldado, la diabla Virdelia, una de las mejores guerreras de todos los infiernos, temida incluso por los mismos archiduques, una fuerza demoniaca temida por cualquier cazador de demonios, tétricas historias se contaban de ella, desde empalamientos pasando por desollamientos e incluso violaciones a hombres de fe, pero sus más horridos crímenes era la antropofagia con niños y bebes, se decía que de ellos y su pureza obtenía sus dones y poderes.

Una historia antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora