SEVENTEEN ONE SHOTS

Clase F

Existían tres clases de vida en la tierra, la primera era la clase A, gente llena de poder, riqueza y ambiciones. En la clase A estaban políticos, dueños de empresas o industrias y mafiosos, no importaba a qué te hacías para ganarte la vida mientras tuvieras el poder eras de la clase A incluso entre ellos estaban clasificados por bestias y humanos pero aún así el poder te daba el derecho y Mingyu era uno de ellos, un mafioso poderoso, muy rico, guapo, calculador y un hombre-bestia. No había rival para el, el era el top 1 en la mafia y todo lo que quisieras fuera legal o no Mingyu lo conseguía.

De esos seguía la clase B una clase completamente pobre, sin poder, sin decisiones sin absolutamente nada algunos tenían suerte de trabajar en las plantas de producción,  limpiando en las casas de los clase A o engendrando a los hijos de ellos no importando si eras hombre o mujer, pero eran básicamente nadie en la sociedad.

Por último estaba la clase F, si la clase F eran aquellos hombres y mujeres que no podían tener hijos los renegados y olvidados por ambas clases no importaba si tú familia era A  o B si no podías tener hijos entonces no existías y ahí estaba Wonwoo, el supo desde el momento que nació en aquella casa ostentosa que el no era nadie para ellos y cuando le hicieron el examen médico a los 7 supo lo que era vivir en la calle.

Wonwoo vagaba por las calles y límites de la ciudad aquellos que eran echados vivían en pequeñas comunidades donde a pesar de las clases sociales se compartían todo, era irónico como aquellos que no tenían nada lo daban todo pero así era la vida de el, no había momento que no se esforzará por conseguir algo de alimento al principio robar no estaba en su cabeza pero a sus 7 años y con mucha hambre eso ya no importo mucho ahora a sus 24 simplemente estaba bien hacerlo, lo hacía para comer y eso lo mantenía vivo ayudaba a su "familia" y salían adelante. Perdieron a muchos en el camino a la adultez pero muchos otros sobrevivieron y ahora eran una familia.

-Wonwoo....¿a dónde vas? Es muy noche- pregunto JiHoon uno de sus hermanos

-No te preocupes Hoon voy a dar un paseo, ya duerman no se preocupen- fue lo que le dijo a JiHoon antes de continuar caminando. JiHoon era igual a el solo que su familia era de clase B pero aún así fueron cruel con el por qué con tan solo 6 años lo echaron de casa ahora con 21 sabía que Wonwoo era su única familia.

Wonwoo estaba acostumbrado a dar paseos nocturnos, paseos a la luz de la luna y estrellas a veces con la lluvia pero no podía dejar de faltar a esos paseos, eran sus toques de libertad más si caminaba a la antigua fábrica de azúcar y se subía al último piso a ver el cielo obscuro a ser libre y si a veces a llorar no por que la vida fuera injusta o por qué ya no soportará más si no por que sabía muy en el fondo de su corazón que quería que alguien lo amara y lo atesora, que lo llenara de cariños como papá lo hacía con mamá y eso sabía que jamás pasaría Won no podía dar a luz y eso también dolía.

Mingyu era dueño de negocios incalculables, crueles, despiadados pero llenos de poder, su más reciente adquisición la fábrica de azúcar a las afueras de la ciudad cortesía de un político en ruinas sin familia y quebrado. Decidió que esa noche exploraría aquel lugar junto a su mejor amigo y socio Seungcheol así que sin contratiempos llegaron al lugar abandonado con una fresca briza y un aroma a dulce, la exploración estaba siendo un éxito pues básicamente la remodelarían no para ponerla en marcha si no para hacerla base de todos un poderes, cuarto de vigilancia con alta tecnología, comedor amplio para su gente recámaras comunitarias para ellos y privadas para Seungcheol y el algo así como una mansión y base militar por eso aquel extenso terreno era el ideal. Mingyu siguió subiendo piso por piso con Cheol atrás de él, en el penúltimo piso Cheol decidió tomar un descanso pues el aire era bueno en aquel lugar mientras que Mingyu subió al último piso admirando la falta de techo y la noche obscura pero se torno mala cuando escucho y vio a un hombre sentado a la orilla de aquel lugar viendo el cielo y con lo que creía eran lágrimas.