Capítulo 24

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24. DEVOLUCIÓN COMPLETA

AZUCENA

El corazón me late deprisa y me siento culpable de que sea más que todo a causa de Aurora y de lo que le he dicho, y no por saber que Zack está en problemas... bueno, en mi defensa, desde que Zack está sin suerte todo lo malo le pasa, así que no ha sido una gran sorpresa.

Solo cuando me siento cansada por el paso rápido que llevamos, noto lo mucho que nos habíamos alejado de la casa. Cuando al fin vemos el jardín a lo lejos, caigo en cuenta de algo que no se me ocurrió preguntar antes, pero que sin duda parece importante.

—Aurora —llamo sin aliento, ella me mira pero no frena—. ¿A qué venías en primer lugar?

Su mirada brilla, como si también hubiera dejado pasar ese detalle por alto hasta este momento. Se toquetea el bolsillo de su chaqueta verde y sonríe.

—¡Encontré el relicario! Venía a dárselo a Zacharías.

La angustia que tuve mientras Zack escuchaba que perdí su suerte, se desvanece de mi pecho para ser reemplazada por el alivio... luego recuerdo que estoy intentando por todos los medios no involucrar a Aurora y que necesito que eso continúe así.

Antes de que atraviese el jardín de Zack, la tomo de la mano para detenerla. El contacto la sorprende y se frena en seco; la suelto de inmediato.

—Lo siento... —susurro. Sacudo la cabeza—. Oye, hoy le he contado a Zack que yo tomé su suerte, de hecho se enojó tanto que por eso se fue tan de apuro y sin su billetera... en fin. Mira, no quiero que te involucres en esto, Aurora, todo es mi culpa. Le he dicho a Zack que yo hice todo sola, tomo toda la responsabilidad. Puedes darme el relicario y yo se lo daré, él no tiene por qué saber que tú lo tenías...

—No —dice pronto—. No, no voy a lavarme las manos de esto. De todas formas ayer le escribí un mensaje a Zack y se lo conté todo.

—Aún no lo sabe, no lo ha leído, supongo.

—Bueno, lo leerá. Y aún si no lo hiciera, se lo diría. No podría mirarlo de nuevo a la cara si le oculto lo del relicario y la vida sigue como si nada.

Por un segundo tengo el instinto de sonreír ante su valentía, pero me detengo a tiempo.

—Él te aprecia mucho. En este momento ha perdido la confianza que tiene en mí, y si la pierde contigo también...

—Prefiero que la pierda, no que la mantenga sobre una mentira. —Mi gesto de preocupación debe ser demasiado notorio porque Aurora me observa casi con lástima—. Está bien, ¿sí? Nadie me obligó a cometer mis errores. —Una sonrisa cruza su rostro—. Puede que tu gran error de la adolescencia vaya a ser con el amor, pero el mío fue con la suerte.

Aurora me quita cualquier réplica cuando me guiña un ojo y retoma el camino. Tardo unos segundos en regresar a la realidad de que debo moverme, así que la sigo, preparando con cuidado lo que le diremos al señor Leiner para que no enloquezca.

¡Esa suerte es mía! •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora