Cap 1. "La familia del santuario"

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Una fuerte brisa recorre un bosque tranquilo, hasta topar con un pequeño santuario oculto entre los troncos de las grandes árboles. —¡Mamá, mamá! ¿Dónde estás?— Se escucha la voz de una niña dentro del santuario, de pronto abre la puerta del santuario asustada y volteando de un lado a otro. 

Mira hacia adelante y observa a su mamá saliendo entre lo profundo del bosque con una sonrisa de oreja a oreja. — ¿Qué pasa, Mai-chan? sólo fui por unas hierbas para el té de tu hermano— La pequeña corre hacia su madre y la abraza de las piernas, la madre la mira y se le escapa una pequeña risa, ambas entran al santuario y la madre se dirige a la pequeña cocina y la pequeña corre hacia un cuarto. —¡Hermanito, mamá ya regresó!— la niña se acerca a su hermano que se encuentra recostado en futón —Entiendo, ¿está preparando el té?— la pequeña asiente con la cabeza y se sienta enfrente de su hermano. 

El cuarto es extremadamente pequeño, el futón era grande que cubría la mayor parte del suelo, en una pared había colgada una wakizashi (sable corto). —Oye, Mai... ¿has practicado lo que te enseñé?— La niña sonríe y asienta con la cabeza — ¡Ya he mejorado, hermanito!... algún día seré tan hábil como tú— el hermano comienza a reírse y luego tose un poco, la madre entra al cuarto y se acerca a su hijo. —Bebe esto, hijo... mañana estarás mejor— Le da el té y este lo bebe, pone un rostro desagradable y la mamá sólo le sonríe —Sabe agrio— dice el joven y la madre sólo se levanta y sale del cuarto, ambos hijos la observan extrañados, después ella regresa con bocadillos — También preparé estos dulces de arroz...adelante, coman les da los dulces y sus hijos se quedan maravillados y los comen.  

Al llegar el atardecer se observa a la pequeña niña recolectar hierbas y flores, esta las va guardando en una pequeña canasta, de pronto escucha un ruido al fondo del bosque y sin dudarlo corre hacia el santuario. Llega agitada y su madre sale a recibirla —¿Estás bien, Mai? ¿te pasó algo?— le pregunta la madre asustada, la pequeña sólo abraza la canasta y dirige la mirada hacia su madre —Mamá... ¿Cuándo regresará papá?— le dice con una voz quebrada, la madre se queda perpleja y se queda en silencio. —Todas las noches, siento como mi corazón me duele... extraño a papá, ya tenemos un año sin verlo, ¿tú sabes cuando regresará?— la madre se inclina hacia ella y la abraza —No lo sé, Mai... yo también lo extraño— la niña abraza más fuerte a su madre y ambas contienen las lágrimas. 

A la mañana siguiente antes de que saliera el sol, la pequeña Mai sale del santuario, vestida con una capa y con el sable en mano y corre dentro del bosque. Hasta toparse en un sitio circular donde no hay árbol alguno, coloca una roca un poco pesada en medio, toma el sable y se coloca en posición de ataque, da un fuerte suspiro y se concentra —¡Respiración del agua, primera postura: Corte de Superficie!— la pequeña corta la roca y ésta se queda boquiabierta —Lo hice... lo logré— comienza a gritar de emoción y ríe de manera alegre. De pronto entre los arbustos aparece su hermano y le aplaude —Sabía que lo lograrías, hermanita— La pequeña suelta el sable y corre hacia su hermano —¡Ya estás sano, hermanito!— brinca hacia él y lo abraza, éste la atrapa, la abraza  y comienza a reírse —¿De verdad estabas preocupada por eso?, sólo era un resfriado... mamá es la mejor sanadora de la zona, con su gran conocimiento en plantas medicinales pude mejorar, fue sencillo para ella— poco a poco baja a su hermana y ella le regala una sonrisa —Sé que mamá es la mejor, por eso también estoy aprendiendo a usar plantas medicinales como ella— dice con gran euforia, el hermano se queda sorprendido y le sonríe. 

Ambos regresan al santuario y su madre los esperaba con el desayuno —Buenos días, Mai ¿estuviste practicando?— le pregunta su madre de forma tranquila mientras les sirve el desayuno —Así es, mamá... logré hacer la técnica que me enseñó mi hermanito— la madre se queda admirada y aplaude —me alegro por ti, hija... sé que algún día serás alguien valiente e independiente, pero...— la madre se detiene abruptamente y la niña se queda confundida —¿pero qué, mamá?— la madre toma un sorbo de té y dirige su mirada a la pequeña —Habrá ocasiones, en las que no podrás defenderte tu sola... ocuparás la ayuda de alguien más... quizás... a un hombre— la niña se queda pensativa y le contesta a su madre —¿a un hombre? ¿por qué, mamá?— la madre le sonríe y da otro sorbo a su té, el hijo solo sigue comiendo su desayuno — Bueno... es como tu padre y yo... cuando éramos jóvenes protegíamos este santuario, él luchaba contra los ladrones y cuando él resultaba herido, yo lo ayudaba con mis remedios de plantas medicinales, es por eso que este santuario aún sigue en pie... nunca lo olvides, hija... siempre hay que ser serviciales con aquellos que luchan por lo correcto, porque de cierta forma también tú estás luchando junto con ellos... ¿lo entiendes?— La pequeña se queda admirada por las palabras de su madre y le regala una sonrisa. 

•• 𝙲𝚊𝚣𝚊𝚍𝚘𝚛𝚎𝚜 𝚎𝚗 𝚞𝚗 𝚏𝚛𝚎𝚗𝚎𝚜í ••  Inosuke x MaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora