015.

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La vida en el hospital era aburrida, más que nada; monótona.

Lo despertaban a las ocho de la mañana para su primera comida, finalmente se había liberado de el incómodo tubo que estaba introducido en su nariz, aún así seguían supervisándolo cada vez que llegaba la hora de sus comidas, pero podía vivir con eso.

Empezaba el día con papillas de frutas, la más asquerosa era la de durazno.

Ya había hecho un top 10 de los peores sabores, y definitivamente el durazno había quedado en el primer lugar.
Su almuerzo siempre consistía en una bandeja llena de todo lo esencial, carne, ensalada, arroz o pasta, la gran mayoría de las veces que comía el arroz, lo devolvía, aún su organismo no podía acostumbrarse.
Pero el postre siempre lo ponía de buen humor y lo hacía pensar: no todo está yendo tan mal.

Llevaba en total tres semanas internado, Felix y Jisung venían cada vez que podían a verlo, siempre le sacaban varías risas con sus peleas tontas, su hermano igualmente iba cada que la universidad le daba un descanso.

¿Y Hyunjin?, Hyunjin no había día en el que no estuviera presente, tal vez no desde las ocho en punto ya que no podía darse el lujo de descuidar de el instituto un año antes de entrar a la universidad, sin embargo, saliendo de ahí, pasaba toda la tarde en el hospital haciendole compañía a Jeongin.

La primera semana que faltó a la academia por ir al hospital, los maestros estuvieron de acuerdo con perdonarlo, a pesar de ello Hwang continuó faltando por lo que tuvo que cederle el protagónico a Seungmin, no podía encargarse de tantas cosas a la vez.
Aún así, no perdió sus solos y los bailes grupales, por lo que tuvo que hacerse un pequeño horario para poder ensayar.

Jeongin realmente estaba demasiado agradecido con el mayor, cada vez que recordaba que Hyunjin había dejado de asistir a la academia por el; lloraba.

Lloraba, lloraba y lloraba, noche tras noche, recordabando la sonrisa que el mayor le había regalado cuando le contó que le había regalado su papel protagónico a Seungmin y que ahora tendría más tiempo para estar con el.

Era lindo, claro que sí, pero lo hacía sentir miserable.

Le había arrebatado todo a su mayor, y a el mismo, lo que ambos más amaban, lo que más compartían, la danza.

Ahora ningúno la estaba disfrutando como se supone que siempre tuvo que haber sido.
El baile es algo que te hace sentir libre, que te emociona, lo que se supone que te hace feliz.

O ese es el lado del baile que todos ven, porqué sí; existe el otro lado de la danza.
Ese lado que todo bailarín experimenta al menos una vez en toda su carrera.

Las inseguridades, las burlas a tu físico, cuando sientes que estás haciendolo todo mal, cuando los únicos gritos de los maestros son hacía ti, cuando sientes que en realidad el baile no es lo tuyo, cuando deseas echar años de carrera a la basura, cuando no das más.

Hasta los más grandes bailarines lucharon contra ese demonio interior que les hacía sentir desagradables, pero es cosa de ver donde están ahora, ¿quienes serían ellos sin los demonios que en su momento los carcomieron por dentro?, es por eso que para bailar debes de poseer una mentalidad fuerte, pocos son los bailarines que logran sobrellevar las inseguridades y seguir adelante.

Jeongin observaba con lágrimas el arroz frente a el, importándole poco la presencia de la enfermera a su lado, su mente no dejaba de reproducir una y otra vez las imágenes de Hyunjin diciéndole que no bailaría como el cascanueces, que solo sería uno más de las coreografías.
No podía dejar de repetirse, "no es lo que el quiere, el lo hace por ti", ¿que tanto a de valer el para que el chico más talentoso de toda la academia se paseé por su habitación de hospital en vez de aprovechar todo su talento bailando?, no sentía que valía la pena.

cygne noirⴰ༢ ( hyunin ) [en pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora