Reencuentros

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El amanecer estaba empezando a acariciar los tranquilos edificios de Mondstat, era un día templado y bajo el arco de la ciudad varias personas se encontraban reunidas. Kaeya y Jean hablaban amistosamente mientras Beidou terminaba de acomodar algunas de sus pertenencias en unos sacos de tela rústicos.

— Ey, Gran maestra intendente... Te luciste, lo hiciste mejor de lo que esperaba. — rió Beidou mientras palmeaba la espalda de Jean.
— O-oye no es para tanto... — Jean se sonrojó apartando la mirada.
— No, creo que nuestra invitada lleva razón, realmente hay que tener mucho coraje para realizar algo tan importante de esa manera. — Kaeya se cruzó de brazos sonriendo.
— ¿"De esa manera"? Si lo dices así me siento peor aún... — Jean se llevó una mano al rostro tratando de taparlo. — bueno, de cualquier manera, aquí lo importante en éste momento es saber cómo han quedado nuestra relación con Liyue, por favor dígame antes de marcharse señorita Beidou.

La joven pirata le sonrió mientras seguía acomodando cosas, suspiró y con la cara llena de ánimo dijo:
— Ciertamente Mondstat es una ciudad llena de alegría y a la cual me gustaría volver en un futuro, me he quedado sorprendida por lo amistosa y honesta que es la gente, es una ciudad llena de libertad y con gente como ustedes seguramente llegará muy lejos. En fin, en el camino me encargaré mejor del informe, en Liyue hay alguien que me querrá matar si no llevo lo que le encargó, ¿Saben?
— Oh... Me alegra saber que va a ser un contacto directo con la señorita Ninguang, temía que si había varios actores alguna de nuestras palabras se desvirtúen en el camino hasta llegar a ella. — Jean sonrió aliviada.
— No hay necesidad de preocuparse, ella seguramente me estará esperando con un delicioso té y un juego para compartir mientras hablamos.
— Oh... No creí que esa persona tuviera a alguien de tal confianza.— Dijo Kaeya curioso.
— Mmm... Creíste mal entonces. — Beidou no dijo más nada pero le sonrió con una pizca de orgullo en sus ojos.

Todos se saludaron amistosamente mientras Beidou comenzaba a alejarse en un carruaje. Mientras aún se saludaban con las manos la joven pirata le gritó a Jean.
— ¡Gran maestra intendente, que no se te olvide que es importante! ¡La sinceridad!

Jean alzó más aún su mano saludándola mientras le devolvía la sonrisa. Cuando ya casi no podían ver el carruaje se acercó a Kaeya y le apoyó una mano en el hombro.

— ¿Podrías encargarte de los asuntos que surjan un rato? La ciudad está tranquila, la gente duerme a ésta hora, yo me dirigiré al castillo de los caballeros de Favonius más tarde. Te agradezco.

Kaeya asintió y Jean salió deprisa caminando.

— ¿Así que ser sincera eh? Sin dudas se lo está tomando muy en serio... — Kaeya dijo esto sin que nadie más lo escuche.

Jean se dirigió rápidamente al hogar de Lisa, sabía que a esa hora aún estaba allí descansando, pero tenía la costumbre de levantarse bastante temprano. Recogió apurada algunas flores al rededor de la ciudad, y corriendo llegó hasta su puerta. Nadie respondía, volvió a tocar y esperó.

— ¿Quien es a estas horas? — preguntó Lisa bostezando.
— Lisa soy yo, Jean. — respondió disimulando sus nervios.

Lisa abrió la puerta sorprendida y apenas pudo pasar Jean se lanzó contra ella abrazándola, ambas cayeron al suelo y Lisa sorprendida comenzó a reír.

— Cielos querida, ¿Que manera de presentarte es ésta? ¿Que ocurre? — dijo acariciando suavemente el cabello de Jean, quien frotaba su rostro en pecho de Lisa.
— Lisa, te traje ésto... — Se incorporó sentándose y le mostró el ramo a Lisa, quien también se sentó, dejando a Jean sentada en su regazo.
— Oh, que preciosas, y que bien huelen, son frescas... ¿A qué se debe todo ésto? — preguntó Lisa sorprendida.
— Te amo, quiero que sepas que estoy enamorada. — Jean dijo ésto mientras se ruborizaba.
— Cielos, mira tu rostro querida....ven, todavía tenemos un rato para compartir un rico desayuno. Ven conmigo.

Jean se paró nerviosa y Lisa la tomó suavemente de la mano para llevarla a la cocina con ella para desayunar.




Beidou llegó tras un largo viaje, comenzó a ver los colores carmesí de la ciudad de Liyue, las bellas luces carmín que iluminaban todo su alrededor, los guardias la saludaban al verla en el carruaje, y los niños ya corrían por todo el lugar jugando cerca del puerto.

"Si no me apuro a dar el informe Ninguang me matará" pensó mientras le indicaba al cochero hacía donde debía ir. Antes de llegar decidió bajar e ir a pie, consideró que sería más rápido, en el camino se encontró a Ganyu.

— ¿Trabajando desde tan temprano? — preguntó Beidou levantando su bolso sobre su hombro.
— Señorita Beidou, que agradable sorpresa, me alegra presenciar su regreso. Si, hay mucho trabajo éstos días...
— Ya veo, así que esa mujer debe estar con un humor de perros. — rió.
— N-no precisamente pero si está un poquito nerviosa, quizá... — Ganyu se llevó una de sus manos al cabello azul que cubría sus pequeños cuernos negros.
— Ey tranquila, me dirijo allí a darle mí reporte... Quizás pueda domarla, ¿Sabes?
— ¿D-domar? ¿Habla de la señora Ninguang? — preguntó nerviosa.

Beidou comenzó a reír y saludó enérgicamente a Ganyu mientras se apresurada a llegar dónde Ninguang. Caminó rápidamente hasta llegar, entró allí y apoyó su pesado bolso en la entrada mientras de disponía a buscar la oficina de su compañera.

— ¡Ya llegué! Fue un viaje bastante emocionante, ¿Sabes?

No escuchaba respuesta, siguió caminando, buscando en lugares que era imposible que esté, cómo haciéndose la tonta, buscaba en cajones y muebles.

— Oyeeee, ¿Donde estás? Seguramente estés aquí, no puede ser que no estés trabajando. — río con un poco de maldad.

Caminó sin prestar atención y se acercó al único cuarto que estaba con la luz apagada pero la puerta abierta, no le dió importancia y pasó directamente sin entrar. Al pasar por al lado de la entrada una mano la tomó de la ropa y la arrojó con fuerza hacia el interior golpeándola contra la pared. Beidou sorprendida tomó esos brazos con sus manos pero en ese instante sintió como una suave pierna se interponía entre las suyas y su cuello comenzaba a ser besado mientras dos manos tocaban furiosamente su cuerpo en un frenesí sorprendente.

— O-oye ¿Que bienvenida es ésta? — dijo Beidou con dificultad.
— Silencio, te veías con ganas de jugar así que juguemos. — la voz era indudablemente dulce y áspera a la vez.
— Mmm, eres terrible... ¿Cierto? Señorita Ninguang... — Beidou tomó en la oscuridad el rostro suave de la joven y lo besó apasionadamente.

La pierna de Ninguang siguió frotando las entrepierna de Beidou haciendo que ésta jadee un poco, mientras ella mordía el cuello de la mujer rubia que la sostenía contra la pared.

La pierna de Ninguang siguió frotando las entrepierna de Beidou haciendo que ésta jadee un poco, mientras ella mordía el cuello de la mujer rubia que la sostenía contra la pared

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