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Todos corren de un lado a otro en el distribuido patio de aquel jardín de niños, donde solo puedes observar felicidades ajenas, siempre sentada en la misma banca a, esperar a aquella "amiga" que en ocasiones se juntaba contigo, otras veces en medio del receso solo se iba diciendo que tenía con quien más juntarse, no sabías si mirar tus manos vacías sin ningún refrigerio para ingerir o mirar como se alejaba para encontrase con un grupo de otras niñas, arriba, abajo, ese era el patrón de la mirada observando como saltaban la cuerda tan felices, una queja tras otra por parte de los tutores todo porque no comías el desayuno, ¿por qué comer cuando te da náuseas o simplemente no tienes hambre?.
La misma platica día tras día, haciendo marcar las consecuencias sobre que pasaría si no te alimentas, pero en realidad ellos no entendían, llegar a casa y solo pensar en el mundo de Barbie, vivir en un sueño, el lugar donde puedes vivir de la forma que gustes, tu decides si hay o no villanos, si sufres o gozas, lloras o ríes, sin duda esa era la parte favorita, si, no había sufrimiento, simplemente era el centro de atención.

Intentar dar un poco de afecto y a cambio recibir un alejamiento y decir que hay bastante clima caluroso como para ser abrazados, ver televisión y querer ser los protagonistas porque por más problemas que tengan siempre terminan felices.

Si hacías algo mal, no recibias golpes, pero si palabras más hirientes que te hacen sentir basura a una corta edad, ir a llorar a la cocina o cerca del refrigerador, así es, el piso es bastante refrescante, mirar el patrón de los mosaicos hasta que se te olvide del porqué estabas llorando.

Todo lo que creí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora