Ravi salió de la casa, disfrutando de la luz matinal que el sol derramaba sobre su piel, algo bronceada a pesar del clima normalmente frío de la zona. Aún faltaban al menos dos meses para que las nevadas comenzaran, así que de momento el ambiente cálido era bastante disfrutable.
Aquella luz del sol no tuvo recato en calentar la piel completamente expuesta mientras él estiraba los músculos de sus brazos y piernas. Dejó que fueran sus ojos humanos los que, por el momento, registraran toda la zona:
El pequeño riachuelo alimentado por las corrientes que bajaban de la montaña, misma que dominaba todo el paisaje al norte y el oeste, incluso por detrás de la casa de tres pisos de la que acababa de salir.
El claro era bastante amplio, había varios metros de pastizal antes de que comenzaran a aparecer los árboles, aunque un poco más allá de la línea estos se volvían tan tupidos que era difícil incluso encontrar un camino entre ellos, al menos para cualquier humano que intentase llegar hasta allí; claro que ese no era un problema para Ravi.
Feliz luego de estirarse y calentarse con el sol, echó a correr hacia los árboles del lado contrario de la montaña, un par de metros mientras iba tomando velocidad hasta que dio un gran brinco y se inclinó hacia adelante.
Casi soltó un gemido de placer mientras sentía el cambio, aunque este solo duró un par de segundos, el sentir la caricia del pelo blanco que salía por cada uno de sus poros capilares, la manera en que sus huesos y músculos se modificaban de manera que, al caer, lo hizo con sus grandes patas delanteras.
No detuvo su carrera, ahora a cuatro patas era más ágil por lo que comenzó a escabullirse entre los troncos sin problemas. Sabía que su pelaje sería difícil de ver, a pesar del tamaño que su cuerpo de lobo tenía, su pelaje era de un lustroso blanco que se perdía con facilidad entre la nieve de esas zonas boscosas.
Aún en su forma humana su cabello se mantenía en ese color, lo cual lo volvía bastante llamativo, pero no había nada que pudiera hacer al respecto y ya estaba más que acostumbrado.
Mientras se movía en círculos crecientes alrededor del territorio, siguió pensando en su color, Hyuk también era de color claro, aunque su pelaje estaba salpicado con gris. Hongbin y Ken era más bien pardos y los tres tenían un tamaño mediano, HakYeon por el contrario era de un gris rayando en negro y su tamaño equivalía al de Ravi; este último era además el alfa de toda su pequeña manada.
Para ese momento era probable que los cuatro estuvieran apenas despertando en casa, lo entendía, si él tuviera a su compañero también querría permanecer el mayor tiempo posible con su pareja en la cama. Esa era la principal razón por la que se había ofrecido a hacer las rondas de vigilancia matutinas, para evitar escuchar a las parejas en sus actividades matinales, sobre todo a los "cachorros", (sobrenombre con el que molestaba a Hyuk y a Hongbin) que solían ser bastante ruidosos.
Una vez que terminó su recorrido y se aseguró que toda la zona era segura, pudo relajarse un poco y disfrutar. Sacudió su pelaje a los lados sintiendo con satisfacción como el aire pasaba entre ellos hasta refrescar su piel, incluso se dio el lujo de tirarse al suelo y restregarse en la tierra húmeda, rodando de un lado a otro como si de un cachorro se tratase.
Con la cabeza a la altura del suelo fue que pudo percibir aquel aroma: un mamífero grande que viajaba solo por la zona, quizá una cabra, si tenía suerte podría tratarse de un alce, lo que no solo sería delicioso sino que serviría para alimentar a todos.
De inmediato comenzó a rastrearlo, pegando su nariz al suelo para seguir el olor algo débil del animal, ya hacía un rato que había pasado por ahí, pero Ravi no tendría dificultad para seguir el rastro hasta encontrarlo.
Al inicio lo hizo rápido, las almohadillas en sus patas casi no hacían ruido entre la naturaleza muerta del bosque, y no fue hasta que el aroma se hizo más intenso que aminoró un poco su marcha, en un deseo de no alertar a su presa.
Para ese momento lo dominaba el instinto animal, todo centrado en la cacería, al menos fue así hasta que un olor diferente pareció sacudirlo por la espina dorsal para despertar su cerebro. Él no era el único cazando al mamífero, allí estaba el aroma de otro lobo, una manada de ellos.
Pero había algo diferente, un olor distintivo que no pudo identificar. Por algunos momentos temió haberse alejado del territorio de su manada, si se había distraído al grado de entrar en otro territorio podría estar en problemas.
No, un solo vistazo a su alrededor le dijo que seguía en terreno seguro, eran esos otros los que habían entrado donde no debían. Se levantó entonces en sus cuatro patas, echó la cabeza al aire y soltó un aullido de advertencia que resonó entre los pinos e hizo volar a algunos pájaros un poco más lejos.
Eso serviría para dos cosas, en primer lugar avisaría a su alfa y a los otros que había alguien, por lo que si ocurría alguna pelea ellos podrían acudir en su ayuda; en segunda, advertiría a los intrusos que estaban donde no debían estar, si tenía suerte eso habría sido un despiste parecido al suyo y los otros se alejarían sin provocar una pelea.
Siguió el rastro de la presa y de los lobos por varios metros más antes de darles alcance, una pequeña manada de cuatro lobeznos y dos lobos más grandes, todos se tensaron al verlo llegar, aunque instantes después ya habían bajado sus cabezas y sus colas.
Ninguno se acercaba siguiera al tamaño de Ravi e instintivamente se mostraron sumisos ante un alfa, fue entonces que él se dio cuenta: eran en realidad una manada de lobos naturales, no cambiantes como él. A pesar de esto había algo en su olor que seguía inquietando al lobo blanco.
Dio un paso más hacia el grupo, y fue entonces cuando el lobo negro se adelantó para cruzarse en su camino. Era la primera vez que Ravi veía un lobo así en esas tierras: tan intensamente negro, sin ningún otro color que manchara su pelaje, y esos enormes ojos amarillos que lo miraban desde abajo.
El lobo soltó un gruñido bajo, nada tan grave como una amenaza, más bien como una solicitud a que los dejara en paz, a que los dejara ir. Pero Ravi no podía hacerlo, no podía permitir que aquel hermoso lobo negro se marchara así como así, aunque en un principio no sabía por qué.
Simplemente, se acercó más sin llegar a agacharse, hasta que se colocó casi encima de él, el lobo intentó un par más de gruñidos y ladridos pero no podía hacer más. Los otros también gruñeron y comenzaron a retroceder, pero Ravi no tenía el menor interés en ellos, estaba cautivado por los ojos color ámbar de su contrario.
Terminó por cernirse sobre él, a pesar de los gimoteos bajos que el lobo negro soltó, Ravi hundió su hocico en el pelaje contrario para poder aspirar hasta el último gramo de su aroma, era este tan dulce y cautivador que encendió todas y cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo.
Era imposible, aquello era lo que normalmente sucedía cuando un hombre lobo encontraba a su compañero, a su pareja destinada, pero este parecía ser un lobo natural y nada más. Volvió a mirarlo a los ojos, intentando con toda su fuerza contactar con la mente contrario pero no obtuvo mayor respuesta.
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Luego de mi decepción por la pérdida de un perfil que seguía y que me dejó con la duda de una historia de lobos, he decidido hacer las mías, será una trilogía corta que comenzaré a subir una vez que acabe de subir Mafia Feérica.
Serán un WonTaek, un SiChul y un GTop, así que espérenlos conmigo
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De naturaleza Salvaje (WonTaek)
Fiksi PenggemarRavi vive en los bosques de la montaña, junto a otros 4 miembros de su manada. El resto ya están emparejados entre sí y como alfa sin pareja Ravi es quien se encarga principalmente de la seguridad, aunque el alfa líder es HakYeon. Un día, durante su...