01.

3.5K 351 77
                                    

Estaba mal y lo sabía.  Oh, era consciente de que estaba condenado a pasar su eternidad en lo profundo del infierno y se lo merecía por desear al novio de su mejor amigo. Oh, sí, lo sabía perfectamente, había roto innumerables códigos de amigos pero era en lo que menos pensaba cuando lo veía a él, a ese chico con sonrisa alegre y fácil, cada vez que hablaba llamando la atención de toda una habitación. Muchos podrán opinar que tenía un rostro simple y común como todos los demás, que no destacaba entre la mayoría, Fushiguro Toji podría dar miles de razones por la que esa afirmación estaba increíblemente mal.

Itadori Yuuji destacaba por si solo, no necesitaba de un buen rostro, de una buena familia, para que las cabezas se voltearan hacia él. Su personalidad chispeante y contagiosa, sus frases ingeniosas y aquella sonrisa lo hacían digno de toda la atención que toda una habitación llena de gente podía generar y esos ojos, que escondían mucho más de lo que mostraban, una profundidad y una sabiduría para alguien que solamente tenía diecisiete años y salía con un hombre de veintiocho. Podía entender la razón de que su amigo, Gojo Satoru, estuviera tan receloso de querer presentarlo al grupo.

Para alguien que solía ser una escoria infiel, que mostrará tanta solemnidad para una persona, hacia que todos estuvieran curiosos por lo increíble que sería su pareja.

Toji lo supo en el momento en que Satoru le confesó, en su estupor borracho, que quería casarse con el chico.  

El hombre sólo sonrió y comentó, mirando la botella en sus manos: —… Quiero casarme con él…— lo dijo como si estuviera seguro, dando una afirmación de un hecho. — me propondría si no fuera tan joven.

 

—¿Él lo sabe?— cuando sucedió la conversación, ni siquiera había visto a Yuuji, sólo había escuchado de él por la boca del peliblanco. En ese entonces, Gojo e Itadori tenían tres meses desde que se convirtieron en una pareja oficial. La sorpresa de Toji y todos los presentes se podía ver debido a las expresiones estupefactas de sus rostros.

 

—No, planeo decírselo cuando cumpla los dieciocho.

 

—Faltan tres años para eso, podrías cambiar de opinión.

—No, sé que no cambiaré de opinión— declaró. Esa vehemencia, sus orbes brillantes se veían claros, dando una certeza. Toji pensó que Gojo cumpliría ese hecho, costará lo que costará.

—Yuuji podría cambiar de opinión— puntuó, porque el chico era joven y los jóvenes tenían otra idea del amor. No es que Toji o Gojo podrían dar seminarios sobre el amor, porque ellos mismos podrían declarar que jamás sintieron esa emoción por otra persona. Para ellos, sólo existían los intercambios mutuos, el interés por el que buscabas a la otra persona. Sexo o dinero, no importaba.

Entonces, era normal sentirse perdidos ante semejante rareza en la vida de Gojo Satoru.

 

—Me aseguraré de que no, haré todo lo posible para que él y yo seamos más de lo que somos ahora— era extraño, jamás habían visto al peliblanco de esa manera. Tan decidido a conseguir a alguien. Jamás había sufrido ese problema con sus anteriores conquistas.

Itadori Yuuji era especial y todos los presentes en la mesa lo sabían.

No sabían que pasaría en el futuro pero, sin duda, Itadori Yuuji sería un antes y después en la vida de Satoru.

 

—…

 

—… Porque lo amo y no puedo imaginarme tener lo que tengo con él con otra persona que no sea Yuuji— balbuceó, tomando otra botella.

𝐌𝐀𝐋𝐀 𝐌𝐈𝐀 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora