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—¿No confías en Salinas? -pregunto Carlo de brazos cruzados-.

—No es eso, me aterra que él... sabes cómo es -baja la mirada mientras José le acaricia el pelo-.

—Pero cuando nos dijiste que salias con sardina estabas feliz, antes de eso tampoco te veías preocupado de que pudiera engañarte -dijo José sin entender aquel cambio-.

—¿Quien te hizo dudar? Dime la verdad Toni, somos hermanos y José es de confianza, podemos ayudarte.

—Tuve una pesadilla, es todo -miente con la esperanza de que le crean-.

—Yo también tuve una, creo que no estamos en el mejor momento -se sienta a lado de Toni a lado contrario de José-.

~•~•~•~

El FBI de Infames había llegado a Marbella, claro... aquel dato nadie lo sabía, se encargaron de que los altos cargos mantuvieran aquello en secreto. Todos se ubicaron en un hotel en una habitación bastante decente, no mucho lujo para pasar desapercibidos.

—Y pensar que decía que Infames era conflictivo -se quejo Gustabo mirando por el ventanal- juro que ví a un niño con un arma.

—Tendremos que localizar a cada una de las mafias -hablo Michelle- ustedes háganlo a su modo, yo al mío -sale de la habitación-.

—No la veremos en un buen rato -dijo Conway caminando al bar de la sala-.

—Yo vigilaré a los Gambino de lejos -dijo Horacio sacando una radio-.

—Tratare de infiltrarme a una mafia -aviso Gustabo-.

El rubio al ver que el pelinegro regresaba con un vaso con algo de licor, se lo quito de las manos dándole un trago y se lo devolvió saliendo de la habitación evitando las quejas.

—Sera hijo de puta -le da un trago- ¿Que no me piensa respetar?

—No te respetaba como súper intendente, ni como superior en el CNI, ni como igual en el FBI... ¿Que te hace pensar que te respetará como padre?

Antes de que dijera algo Horacio se fue de ahí, camino hasta el parking sacando una motocicleta prestada del FBI y fue directo al hospital, siempre pero siempre los hermanos iban con frecuencia en sus sueños.

Al llegar vio a los hermanos, así que se oculto en un arbusto, para su mala suerte ambos se alejaron de las personas llendo hasta los arbusto, lo bueno era que no lograban verlo.

—Me preocupa un poco lo del huevo, la nave y el hombre -empezó Toni- todos podemos hacer lo que queramos en nuestro tiempo libre, pero te estás drogando y no es conveniente, te recuerdo que nosostros vendemos droga, no pueden sospechar nada de nosotros.

—Yo controlo -dijo Carlo su típica frase-. Todo está bien, solo estoy conectando con la naturaleza.

—Pero todo es solo para perderlo en el casino -saca un peluche de una bolsa que llevaba- ¿Quieres dejar esto de una vez? No tiene sentido, eres adicto al juego... y creo que también a la Ayahuasca, pero puedo ayudarte a superarlo -le extiende el peluche- deja que te ayude, recuerda... somos uña y carne.

—Basta Toni -le quita el peluche de las manos- te recuerdo que el líder de la mafia soy yo, ante los ojos del resto tú eres el jefe, pero yo lo soy, se lo que hago, deja de meterte en mi vida, no porque seas el mayor significa que tengas que seguir tratándome como un niño. Solo vete con Salinas, si te descuidas se irá tras Lina como el lechoso que es.

Tiro el osito al piso manchandoslo de lodo y se fue de ahí dejando a su hermano solo, este miro al peluche en el piso y lo agarro.

—Era tu peluche favorito -dijo el ojiazul al aire- ¿Porque tenías que mencionar a Salinas ahora?

Miró a todos lados esperando que nadie lo haya visto en aquella situación y se aleja buscando un auto que robar en el parking del hospital. Horacio salió de los arbustos y fue disimuladamente hasta su moto subiéndose para irse ya, pero...

—Oye -se le acerca Toni- ¿Puedes llevarme a un parking?

—C~claro, sube.

Toni subió a la motocicleta guardando nuevamente el peluche, el peligris tenía sentimientos encontrados, Toni Gambino estaba con él, aquello no estaba en sus planes, esperaba que las cosas no salieran mal, pero la escena del peluche solo le recordó cuando le quiso dar uno a Gustabo y no lo acepto.

—Por cierto, buen pelo eh! Cuánta facha -le dijo mirándolo de pies a cabeza- ¿Eres italiano?

—N~no, francés. ¿Enserio te gusta mi pelo? -comenzo a conducir prestando atención tanto al camino como al rubio-.

—Claro! ¿Cómo te llamas?

—Mago...

—A mi puedes llamarme Fred.

Horacio casi pierde el control de la moto al escuchar el apodó, pero se mantuvo firme manteniendo una conversación tranquila con el contrario.

En un par de minutos llegaron al parking de la playa que está a lado del gym.

—Gracias por traerme, puedes pasarte cuando quieras al K-Rule, hay cosas interesantes.

—Ire, tenlo por seguro -se aleja con la moto-.

—Adiós Horacio.

Vió como el contrario se desconcentro tanto que cayó con la moto, solo se rió y camino hasta la pequeña casa de playa entrando con algo de tristeza al recordar lo de Carlo, vio al peluche y lo lanzó al baño algo enojado, sentía que cada vez perdía más a su hermano, cada minuto dejaba de comprenderlo cada vez más, era como si Carlo tuviera mucha más vida, hacia demaciado a sus espaldas.

Ambos hermanos se separaron de la familia porque no compartían ideas, pero ahora no quería separarse de su hermano, era lo único que tenía, lo único por lo que vivía, ni siquiera Salinas podría llenar ese vacío, lo sabía a la perfección.

Camino hasta el sillón y se sorprendió al ver a alguien sentado en el, no era Viktor, ni Anya, ni José, mucho menos Carlo, por más que le gustara tampoco se trataba de Hai o Raúl.

—Tu hermano tiene razón, si te pinchan sale azúcar ¿Porque cambiaste Toni? ¿Que te hablando?

—¡Sigo siendo igual! -aprieta los puños y frunce el seño- ¡No soy blando!

—Entonces demuéstralo -se levanta y lo toma de los hombros- enseñame al verdadero Toni Gambino, demuéstrale a Carlo que se equivoca.

Ti Sogno [Volkacio] [Carlinas] [Roni]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora