XXXVIII. Vestidos manchados

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—He visto cadáveres con vestidos más bonitos que esta porquería—dice Yoonji—. ¿Esto es todo lo que tiene?

—Nonono, hay más diseños, solo hay que esperar que los traigan.

Aún quedan meses para la boda, pero el tema vestido también entra a colación en esto. Después de todo, Jimin no cabe en las tallas usuales y ¿Cuándo se ha visto a una princesa usando cualquier vestido para ese día? Debe ser a medida y único. Jimin también considera que las opciones que hay de momento son bastante feas. Demasiado grandes y estrafalarias.

Trata de no tropezar y derrumbarlo todo.

El mejor sastre del reino vino y se nota que toman su tiempo en trasladar sus diseños. Diría que son cosas de gusto. Lo más probable es que a muchas si les gustaría tener algo así de pomposo. Yoonji toma la copa que pidió a traer. La sirvienta deja la botella en una mesa cercana y permanece a un lado en caso de tener que rellenar la copa. Yoonji bebe con apuro. Se siente extrañamente seca de la garganta estos días. Es insufrible que sea así

Necesita beber cada minuto.

Vino seco no es la mejor opción, pero si al tener en cuenta la migraña que carga y querer enfocarse en cualquier tontería antes que en eso. Mas modelos vienen y Yoonji nota una mejoría agradecida. No destacan por tener mujeres con senos grandes. Todas son de tamaño regular al igual que la cadera. Jimin es un brutal reloj de arena que impediría que use cualquiera de los modelos expuestos. Tiene que ser a medida obligatoriamente. Yoonji se aclara la garganta y palpa el área de su cintura. El corsé la está matando.

—Este es muy bonito.

—Es corto.

—Parece de ballet. —justifica Jimin ilusionada.

Es un diseño simple. Corsé sin mangas y plumas grandes en el área del busto; un tenue color lila en las capas de tul de la falda; llega debajo de las rodillas, pero no cubre todo. Sencillo, lindo y con el que podría bailar si quisiera. Yoonji lo mira fijamente. Ciertamente guarda parecido con los trajes de danza que usa a veces.

Tal como él de esa noche.

Y si usará esto, todos podrían verla.

Incluso él.

Aprieta las manos en su copa y es posible ver cómo salen humo. Habiendo calentado el vino hasta hacerlo hervir. Sabe lo que pasará si la miran: Hablarán mucho, intentarán acercarse, intentarán marearla. Intentarán violarla y ¿Qué haría Jimin? Guardar silencio por la vergüenza y el que dirán, por la posibilidad de ser tachada como infiel. Que su culpa por provocarlo.

Sabe que no todos los nobles u hombres son así, pero no puede evitar sentir tanto recelo. Porque conoce tanto como muchas lo cínicos y destructivos que pueden ser. Sobre todo aquí, donde no hay nada más que el ansia de avergonzarlas hasta en lo más mínimo.

—No.

Jimin hace puchero y Yoonji anda para revisar los otros vestidos. El vino hervido que solo ataca con mayor fuerza su sistema, sin quemar su lengua o garganta al ingerirlo. Jimin ve un par de opciones más que le gustan, nada muy llamativo. Yoonji se detiene frente a un modelo específico. Falda entre amplia y delgada, corsé sencillo con hilos dorados, manga larga, velo denso. Jimin mira lo mismo.

—Es muy simple.

—Mi vestido de bodas fue así—murmura Yoonji y Jimin guarda silencio—. No sabían que hacer, porque era muy pequeña. Lo apretaron tanto que no podía decir nada en todo el tiempo. Solo acepté porque era lo único que importaba que dijera—Se da toques en los labios con la copa—. Toda la fiesta sentada sin decir nada y... Al final solo... Me aleje llorando como una estúpida pidiendo que no fuese real.

Recuerda que mancho un poco el vestido y a eso vino otro momento de pánico. Intentando quitar la mancha y empeorando por un borracho que tropezó y tiró el vino tinto sobre ella. Escuchaba las risas, los murmullos, no podía respirar en lo absoluto y quería ponerse a llorar de nuevo. Tampoco tuvo que esperar mucho para hacerlo.

Él la llevó a la habitación. Nadie dijo nada. Nadie se opuso a ello. A pesar de que, con catorce años, se supone que nadie debería poder tocarla. Solo lo dejaron ser. Como si estuviera grabado en piedra que se hace lo que su esposo desea. Estaba borracho, olía horrible y en primera estancia, le vomitó encima. Aún con ello no quiso quitarse el vestido y no lo hizo en un buen rato.

Una noche larga. Solo viendo el techo, escuchando a Anatole roncar al lado de ella, desnudo y boca abajo con uno de sus brazos sobre el pecho aun en desarrollo. Le dolían las piernas y a un lado ese vestido de novia, supuestamente blanco, como una premonición de lo que iba a ser su vida.

Un auténtico fiasco. Lleno de mugre por estar siempre debajo y pisoteada sin que importe su opinión; el vómito de jamás parar las palabras para avergonzarlas y disminuirla; sangre de importar nada su placer o tan siquiera su dolor y días donde más afectada está y el vino. Finalmente el vino.

Para fingir que todo lo demás no sucede.

Moquea bajando la cabeza, sus ojos aguados y la mano apoyada en su barbilla. Quiere entender por qué su vida ha sido tan miserable. Porque merecía que fuese así. Jimin hace un gesto al sastre y la sirvienta para que se retiren. Dejándola sola con la reina ebria en su momento de vulnerabilidad.

—Cuando aborté también tenía vestido blanco. Odio ese color. Odio toda esta tontería—Suelta con los labios temblorosos—. Es...

Acaba por tirar la copa y apartarse con las manos en la cara. No sabe que pensar, que sentir aparte de la frustración y rabia contenida por años y años de lo mismo. Con todo iniciado con un vestido blanco manchado de tantas cosas. Respira profundo y toma asiento, nota que pronto hay un peso en sus piernas. Los ojos irritados y aguados que se fijan en la niña de luna que se recuesta en sus muslos.

—No tiene nada de malo que llores por eso. Eres muy fuerte, incluso antes—Le da palmadas suaves—. Eres muy bonita Yoonji, espero verte con un vestido blanco algún día. Cuando no estés tan triste. Sé que te quedaría perfecto.

Toma la mano derecha de Yoonji, que tiene una pequeña cortada por el cristal que rebotó y la lastimó. Lame la herida y da un beso a los nudillos de la reina. Tararea en voz baja, sus ojos cerrados y su mano sujeta a la de Yoonji. No puede entenderlo, ni siquiera se hace una idea, pero quiere creer que su compañía puede apaciguar al menos un poco de su dolor.

La hace feliz que lo diga. Que se lo confíe. Que aquello que la asfixia ceda poco a poco y ayudarla a que, por una vez, se sienta importante para alguien. Lo suficiente para compartir su sufrimiento.

~ * * * ~

— ¡Ah! ¡Es muy bonito en realidad! Puedo pedir que pongan algunas plumas para mí traje también. La ropa masculina es tan sosa. Me insulta.

— ¿Dónde las pondrías?

—Tal vez en el pecho o en esta parte de aquí...

—Me gusta. Si las pones blancas quedaría mejor.

Hosook no resiste la risilla. Cualquiera pensaría que Jimin y Taehyung si traen esa relación. Tienen mucha química. Es encantador de sobra. Sobre salta por toques en la espalda, gira y encuentra una caja plana, considerablemente grande en manos de Sujin.

—Esto es para ti.

— ¿Qué es? —balbucea algo confundida. Que le den regalos aparte de flores no es precisamente común.

—Debes vestirte bien para la boda. Me tomé la molestia de medir los vestidos que tienes—explica Sujin, Hosook entreabre la caja—. Jimin me pidió que me hiciera cargo de pedir tu ropa y la de Jeonggoo. Lo dejó en buenas manos indudablemente, aunque la mayoría de detalles los exigió ella. —ronronea complacida y orgullosa de su logro. Hosook permanece mirando la prenda a medio ver.

—Esto no puede ser para mí...

—Claro que sí.

—pero... es... mucho. Yo no tengo como pagar esto. —Suelta asustada del tema. Ve demasiada tela fina como para ser costeada en toda su vida.

— ¿Quién habló de cobrarte? Vas a estar en esa boda y debes vestirte bien. El gasto corre por la corona y con eso me refiero, a Taehyung—burla juguetona—. Ven, vamos a probártelo. Ellos seguirán en eso un rato.

Hosookse deja jalar, cuidando de no dejar caer la caja.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora