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Latidos acelerados e incontrolables retumbaron una y otra vez dentro de su cráneo, pareciendo adueñarse del sombrío panorama que le precedía, tan grotesco como el bello cadáver del príncipe Stolas adornando las delicadas sabanas de seda en su lecho matrimonial, aquel en que el imp lo había follado hasta la saciedad cada luna llena, siempre cubiertos por sus fluidos corporales; sólo que en esta ocasión la mezcla incluía sangre y semen, sangre que se derramaba de aquel delicado pecho una vez palpitante. Blitzo no tenía idea cómo fue que terminó cediendo a esto, simplemente lo ejecutó en mitad del orgasmo que compartieron: un recordatorio de lo que había sido su relación hasta ese momento, nada más que una obligatoria transacción sexual por el Grimorio.

«Una deliciosa transacción en los momentos adecuados, para qué negarlo» pensó Blitzo con satisfacción mientras trataba regular su respiración y se liberaba de las largas piernas abiertas -ahora flácidas- del demonio real.

Sin embargo, tal acuerdo se había terminado, el cuerpo inerte del regente del circulo infernal lo señalaba, incrementando la sensación de adrenalina y alivio que llenaba el pecho del diablillo, quién aún así dudaba fuera cierta esta realidad. Ya no sería más el juguete de ese ninfómano ricachón, podría adueñarse incluso del libro por el que se había acercado a él en primer lugar, aunque la idea no le resultase tan atractiva en esos precisos momentos. Striker tuvo la razón todo el tiempo, había desperdiciado tanto excavando entre las migajas de los pecadores, pero ahora que finalmente había desechado sus inseguridades y miles de oportunidades le sonreían entre las sombras, podría mantenerse de pie orgulloso como nunca antes; la muerte de Stolas era un gran paso que no pensaba desperdiciar con pensamientos cobardes.

Un siseó emergente de la oscuridad logró erizar su piel sin siquiera girarse, pues sabía a quién pertenecía sonido tan alarmante, tacto al cual no se pudo negar cuando lo sintió invadir su cuerpo desnudo, acariciándole de manera burlona pero también complacida, breve. Blitzo se estremeció cuando el cascabeleo de esa cola vibró contra su garganta, sin querer liberando un gemido estrangulado, ansioso y desesperado; aún sensible por el reciente orgasmo.

—Haz hecho un excelente trabajo, jefe —susurró el mercenario contra el cuello de Blitzo, quien inmediatamente reconoció la malicia en su gesto, lo cual le arrancó un suave suspiro y un estremecimiento involuntario.

—¿Te gustó lo que viste? —inquirió de la misma manera, su aliento entrecortado.

—Si... especialmente la parte del disparo. Su cara... fue lo mejor, no se esperaba eso de ti. Se sentía tan seguro a tu lado —se burló Striker con voz ronca, sádica. Blitzo se removió y echó un vistazo a la expresión fúnebre del búho frente a ellos, sus cuatro ojos estaban abiertos pero permanecían carentes de vitalidad, sin enfoque, tal vez incluso aterrados.

—Striker —jadeó cuando una de aquellas varoniles manos se deslizaron entre sus piernas y sujetaron la muestra de su mortal sensibilidad—. No... no aún, alguien podría... —La lengua bífida del imp reptil sobre su nuca interrumpió la oración—. Mierda...

—¿Decías?

— ...Que no te detengas, bastardo.

—Te vuelves tan amenazador cuando tienes ganas.

—Y tú te vuelves insolente.

—Yo siempre soy insolente —rectificó Striker después de un simpático bufido.

La mente de Blitzo comenzó a divagar, era un efecto que la voz del imp a sus espaldas conseguía con facilidad, no pudo evitar que su respiración se cortara con el primer roce de los labios de Striker tras su nuca, tornándose pesada a medida que el toque se deslizaba por el resto de su piel, dibujando una línea ardiente, la cual trazó los límites de su cordura. Blitzo quería resistirse y negarse al fuego que incendió su interior con la mortal excitación pero terminó rindiéndose. No podía ignorar tan intenso llamado al placer. No cuando estuvo deseando a Striker desde mucho antes que se percatara de este hecho. Se giró violentamente, sin darle tiempo a Striker de recibir de forma correcta sus labios ansiosos por devorarle la boca, apenas fue capaz de corresponder cuando sus brazos lo capturaron para llevarlo con él a la cama, a escasos centímetros del cuerpo de Stolas. Entre el apasionado beso, Blitzo deslizó el arma por la espalda de Striker hacia su cabeza pero éste reaccionó capturando sus muñecas a cada costado del rostro del imp rojo.

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