𝔼𝕟𝕔𝕖𝕣𝕣𝕒𝕕𝕠𝕤

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Una semana, llevamos una semana encerrados en este puto sótano, los escombros de la cocina obstruían la salida, no habían ventanas, ni otra salida.

El segundo día aquí dentro escuchamos a los mismos hombres paseándose sobre las cenizas, varios perros ladraban en dirección a la puerta pero al no haber visto algo sus dueños los ignoraron. No había hablado con Joel todo este tiempo, intentamos abrir la puerta pero era inútil desde aquí abajo.

No sabía que hora era, pero posiblemente faltaba poco para el amanecer, mi compañero dormía en el suelo con su arma al lado y yo estaba acabándome el último cigarro que me quedaba.

A lo lejos escuché un relincho, pisadas fuertes y un silbido, parecía que quienquiera que estuviera afuera buscara algo, era nuestra salida.

- ¡Por aquí! -grité con fuerza,- ¡ayuda! -Joel despertó y me tomó de la cintura para luego taparme la boca.

- ¿Qué crees que estás haciendo? -preguntó mientras yo intentaba soltarme.

- Pido ayuda, -respondí luego de lamer su mano para que me soltara, sí, muy infantil.- tenemos que salir de aquí.

- ¡Bob! -habló un hombre desde arriba.- ¿estás aquí?

- ¡Bob no está aquí, pero sí lo conocí! -grité yendo hacia la puerta de la cocina,- estamos encerrados. -comencé a golpear la puerta.

Luego de diez minutos al fin salimos del lugar, el hombre que nos ayudó era rubio igual que Bob, tal vez eran familia. O simples conocidos y rubios por casualidad.

- ¿Donde está Bob? -preguntó mientras recuperaba el aliento.

- Murió hace dos años, cuando todo esto empezó, -hablé recordando aquel día,- intenté ir por él para venir aquí pero ya le habían disparado... entonces conocí a Joel. -señalé al moreno.

- Yo debí venir antes, pero en Boston no nos permitían salir de la ciudad, -habló melancólico.- de hecho sigue siendo ilegal pero usamos un pasaje secreto, Bob era mi hermano.

- Lo lamento, debí haber llegado antes... -dije apartando la vista.

- ¿Cree que podría llevarnos con usted? -preguntó Joel en un tono carente de emoción.- podríamos ofrecerle armas a cambio del viaje.

- Claro, cualquier cosa que necesiten, -habló yendo a su carreta, la cual tenía la escultura de un diente en la cima.- puedo ofrecerles un lugar y un oficio, aunque no sea legal.

- ¿Por qué el diente? -pregunté señalándolo,- ¿Si es doctor o solo muy fan de Tarantino? -el hombre soltó una risa.

- Un poco de ambos... -habló para abriendo la parte de atrás.

Cargamos todas las armas, medicina, la poca comida que quedaba y mi moreno se despidió de Sarah a solas.

Eso tuvo que ser muy difícil para él.

Luego de eso recorrimos la carretera hasta llegar a un lugar seguro para descansar, Joel estaba serio, no demostraba ninguna emoción.

Hank, el hermano de Bob era muy amigable, un buen hombre con esposa y un bebé en camino, vivía en Boston desde mucho antes de esto, antes era bombero pero ahora se dedicaba a traficar lo que fuera, tal vez no era el trabajo más glamoroso pero dejaba bastantes cartillas de provisiones.

Después de conversar por un buen rato el rubio se fue a dormir, iba a seguirlo hasta que decidí buscar a Joel. Subí las escaleras hasta llegar a la azotea.

Estaba apoyado contra el bordillo, había mucho frío, así que le puse una cobija que Bob me había dado antes, al sentir la tibia tela que descansaba antes en mis hombros el se giró.

- Hola... -dije en susurro,- no te vi desde que llegamos, ¿llevas toda la tarde aquí? -pregunté con preocupación, hacia demasiado frío.

- Necesitaba pensar, -habló volviendo su vista al vacío,- creo que te cae muy bien ese sujeto. -detecté un poco de molestia en su voz.

- Nos ayudó a salir de ese sótano, -hablé acariciando su espalda,- solamente me siento bien de poder hablar con alguien cercano a Bob. -él fue como un modelo a padre.

- ¿No me culparás por la muerte de tu gata? -preguntó volviendo al tono que siempre usaba conmigo, uno suave.

- Hmm pues, -me senté recostándome contra la pared, no podía enfadarme por algo que él no hizo, sí extrañaba a Mochi pero no es el culpable.- no tengo nada por que culparte, solamente necesitaba espacio.

Joel se sentó a mi lado y abrió su brazo para cubrirme con la cobija, su calor era reconfortante, me había hecho tanta estos últimos días en aquel sótano helado.

Bajamos las escaleras y fuimos a una de las oficinas al lado de Hank, nos acomodamos uno contra el otro ora poder descansar al fin.

Atravesamos las ciudades restantes, algunas tenían poblados seguros pero otras más estaban acabadas totalmente. Joel me enseñó algo, no debía confiar en las personas tan fácil ya que el mundo era una mierda, así que en público debíamos actuar de forma fría, no mostrar compasión por los demás, tardamos unos meses en llegar a Boston pero al fin llegamos.

The Last of UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora