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Detrás de ella, Pieck soltó un gemido de dolor. Podía empatizar con lo que sentía, la misma Mikasa tenía las piernas ardiendo. Todavía no se recuperaba del entrenamiento con el equipo de maniobras tridimensionales y tanto eso como el no montar a caballo le había dejado varios músculos completamente sin uso. Dependiendo de cómo despertara mañana se tomaría un día de descanso, no quería terminar con fiebre como Connie ayer, pero necesitaba exigirse más, tenía que recuperar su habilidad física.

—Mikasa —la vocecita habló detrás de ella—, ¿cuánto tiempo llevamos?

—Hora y cacho. No hables mientras cabalgamos —respondió a Pieck tratando de abrir la boca lo menos posible.

No debía faltar mucho para llegar a su destino, el guardia de lady Kiyomi que las escoltaba había dicho que la academia se ubicaba a una hora y media. Sentía la cabeza de Pieck haciéndole presión en la nuca, ya le había pedido que dejara de hacerlo hacía media hora y la muchacha le hizo caso por un tiempo. Desistió de decirle de nuevo porque conocía el agotamiento de la primera cabalgata y en cierto modo admiraba a la chica por su voluntad de realizar un viaje de tanto tiempo sin siquiera saber montar. Tal vez solo era una impertinente que no tenía idea de cómo le iban a doler las nalgas mañana, quizá tenía que ver con ese conflicto que tenía con Jean, lo que sea que fuera. Aún así le agradaba su compañía, a pesar de que en medio de su cansancio siguiera pegándosele.

La mujer tomó las riendas con una mano y con la otra alcanzó su bufanda, tentando con cuidado las costuras ásperas que mantenían las dos mitades en su lugar. Era una cicatriz tan real y tan personal como la que marcaba su pómulo. Se la alzó a la nariz y aspiró, notando el olor de quien la había tomado anoche. Hizo una nota mental para lavarla, pero también para agradecerle a él.

Después de no mucho tiempo llegaron a su destino: un campo de entrenamiento no muy distinto a aquel al que Mikasa llegó al entrar al ejército.

—¡Oficial Ackerman! —la llamó con emoción una cadete que venía corriendo a encontrarlos.

Hiromu, el escolta, interpuso su caballo entre las mujeres que acompañaba y la chica recién llegada. La recluta disminuyó la velocidad y esperó a que las invitadas bajaran del caballo. El joven desmontó y luego ayudó a bajar a Pieck, ofreciéndole un brazo para que se apoyara. Una vez que Mikasa había bajado también el hombre se llevó a los caballos, dejando juntas a las chicas.

—Si sigues así voy a tener que llevarte a la ciudad como equipaje —le susurró Mikasa a Pieck al notar el peso que le ponía al tomarla del brazo por la debilidad de sus piernas—. No es agradable, pero vas a tener que hacerte la fuerte. No los conocemos y no podemos aparentar debilidad.

—Estoy en eso —respondió Pieck, también en voz baja para luego corregir su postura y recargarse menos sobre su compañera. Luego, con voz picarona añadió—: Oye, ¿qué te parece Hiromu? ¿Verdad que es encantador?

—¿A qué te refieres?

Mikasa miró al joven con el ceño fruncido mientras éste aseguraba a los caballos. No era feo, pero llamarlo encantador era demasiado. Como lady Azumabito, tenía el cabello más negro que ella misma y una complexión más delgada que la de Armin, aunque era tal vez un poco más alto que su amigo. Pieck interrumpió sus pensamientos al notar la ausencia de la respuesta afirmativa que esperaba.

—Tampoco es mi tipo, pero tiene los ojos chulos, así como tú. Tal vez un poco más claros y almendrados. Si no tuviera una característica que no soporto no me molestaría tenerlo suficientemente cerca para contarle las pestañas.

—¿Es porque es oriental? —La voz le salió a Mikasa más áspera de lo que esperaba. Sentía la cara caliente.

—¿Ah? No, para nada. La gente de Hizuru nos trataba mejor que casi ningún otro grupo de personas. —Hiromu terminó con los caballos y se dirigió hacia ellas, por lo que Mikasa avanzó soportando a Pieck hasta la recluta—. Es solo un defectillo que mi ex también tiene.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora