XXXIV.

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Al día siguiente...

Despierto y volteo a ver a todos lados, y no veo a Sebastián por ningún lado, me levanto de la cama y camino por el
departamento pero, no lo encuentro, tomo una camisa de Sebastián para ponérmela. Escucho ruido en la cocina y me dirijo hacia haya.

Cuando llego lo veo en la cocina, el desayuno ya está servido en la mesa.

—Buenos días, por favor siéntate —me dice Sebastián, mientras retira la silla, para que yo me siente.

—Gracias, todo se ve tan delicioso. —Sé que no lo prepare yo pero, te prometo que algún día, aprenderé a cocinar para ti.

—No tienes que hacer eso, no me importa si puedes cocinar o no, solo continúa siendo mi sumiso y estoy totalmente complacida.

—Amalia, quiero que vivas conmigo.

—¡¿Qué dices?! Tengo que pensarlo.

—Está bien, te daré tu tiempo, prométeme que lo pensarás — me dice Sebastián.

—Sí, prometo pensarlo y mañana te daré una respuesta.

Pensándolo bien, si quisiera vivir con él, ver su rostro todo los días, despertar a su lado todas las mañanas.

—Entonces, hoy quiero ir a la playa contigo, quiero que
caminemos a la orilla del mar, tomados de la mano, sé que es
un poco cursi y eso pero, siempre quise hacerlo si algún día me enamoraba, y ahora que estoy enamorado puedo hacerlo contigo.

—Yo también, quiero llevarte a un lugar, las chicas de la universidad siempre presumían ir con sus novios al parque de diversiones, entonces ahora que tengo novio, quiero llevarlo,
aunque aún no lo sé, talvez lleve a otra persona —Sebastián me observa muy confundido, y a la vez molesto.

—¿Quién es esa persona? Amalia, no me digas que tienes a alguien más, podría ir ahora mismo y le rompo la cara.

—Sí, tengo dos hombres más, uno es mi jefe, no lo soporto pero, es realmente sexy y muy seguro de sí mismo y
dominante, el segundo es mi profesor, es muy inteligente y guapo.

Sebastián ríe, después me toma de la mano.

—Me asuste, Amalia, no quiero que hagas ese tipo de broma
otra vez, pensé que te gustaba alguien más, espere tanto
tiempo por ti, ahora no quiero perderte.

—No lo harás, nunca me perderás a menos que me engañes, eso no te lo perdonaría nunca.

Estoy desayunando con Sebastián, me levanto de la silla y
tomo mi plato de comida, me dirijo hacia Sebastián y me siento en sus piernas, y como de la comida de su plato.

—Tu comida sabe mejor que la mía, ¿por qué pediste otra cosa para mí? —le pregunto.

—Por nada en particular, solo quería que comiéramos algo diferente, aún no conozco muy bien tus gustos.

—Mis gustos en la cama, si los conoces ¿verdad?

—En la cama si, pero en la comida no —me dice mientras me
abraza. Tocan a la puerta, me levanto y abro.

—Buenos días, aquí está todo lo que pidió —me dice un
hombre, que al parecer trae muchas cosas.

—Sebastián, ¿tú ordenaste algunas cosas?

—Si, todo lo que pedí es para ti, dijiste que te quedarías conmigo unos días, entonces compré mucha ropa y zapatos, solo para ti.

—¿Cuándo dije que sí me quedaría? —le pregunto y él me sonríe.

—Hace un momento, ¿acaso no lo recuerdas?

—Dije que lo pensaría, pero ya lo pensé, me quiero quedar contigo unos días, Sebastián.

—Sabía que dirías que si, entonces por eso me adelante, y pedí mucha ropa.

El hombre deja todas las cosas en la sala, Sebastián firma y lleva todas las cosas a la habitación.

—Te dejaré para que veas si te gusta lo que te pedí, y si no te gusta, podemos ir a cualquier tienda de ropa, y te compro lo que quieras —me dice muy preocupado.

Veo lo que hay en las bolsas, todo es de mi talla y la ropa es hermosa y también los zapatos.

—¿Cómo sabes tanto de mí? Sabes mi talla de ropa, y mi número de zapatos, y parece que hasta conoces mis gustos
en ropa.

—No te preocupes, se lo pregunté a Evelyn esta mañana, y ella
fue la que escogió todo esto —me dice Sebastián.

La verdad que eso explica muchas cosas, Evelyn sabe todo de mí, ahora lo entiendo.

—Le llamaré después para darle las gracias, ahora solo quiero
estar contigo —le digo mientras lo abrazo.

—Te dije que te llevaría a la playa, entonces vamos, quiero que
hagamos una terapia —me dice Sebastián.

—¡¿Una terapia?! —pregunto.
Una terapia me parece extraño pero, quizás es idea de Evelyn,
a ella siempre se le ocurren estas cosas.

—Está bien, me daré un baño y nos vamos —le digo.

—Podemos ayudar al planeta, ahorrando agua, entonces nos
podemos bañar juntos otra vez —me dice mientras acaricia mi rostro.

—Entonces, vamos ahora —le digo.
Dejo caer la única prenda, que traía puesta en este momento al piso y Sebastián me observa de pie a cabeza.

—Mejor báñate tu primero, y yo después o me podrías causar
un ataque cardíaco, y no quiero que eso pase, en la noche te haré mía.

Sebastián no me deja decir nada, él sale inmediatamente del cuarto pero, él tiene razón de irse, ayer tuvimos sexo cuatro
veces, y me duele la v****a, sé que si en este momento, tomamos un baño juntos, terminaremos haciéndolo, una y
otra vez.

Tomo una toalla, y entro al baño, enciendo el agua, el agua tibia cae por mi cuerpo, se siente realmente bien.

Después de bañarme, tomo la toalla, me envuelvo con la toalla mi cuerpo, salgo del baño, Sebastián está en la cama sentado, él entra al baño rápidamente, con una toalla en la mano, no
me voltea a ver.

Esto me causa mucha gracia, él es tan tierno sé que a veces es un inmaduro pero, nunca pensé amar a alguien de esta manera.

Uso un poco de desodorante de Sebastián, huele tan bien, y después uso un poco de mi crema para hidratar, siempre ando un poco de crema en mi bolso, después escojo una hermosa
blusa, de las cosas que me compró Sebastián.

Evelyn realmente sabe lo que me gusta, terminó de secar mi cuerpo y me visto, con un jean ajustado, y una blusa de color rosa y unos tenis blancos, para estar cómoda, me veo al espejo, y me gusta como me veo, por primera vez me siento realmente feliz.

Después seco mi cabello, me doy cuenta de que Sebastián tiene un secador de cabello, lo enciendo y lo uso, después ato mi cabello en una coleta, y me maquillo un poco, Sebastián también me compró maquillaje.

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora