08: saltimbocca

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Puede que esté drogada, pero me he dado cuenta a la perfección que no ha apartado sus ojos de mi. No sé en qué estará pensando, pero es bastante expresivo y parece tener una batalla interna ahora mismo sobre algo guay y algo no tan guay.

Lo sé, me explico genial.

Miro al frente para finalmente apoyar mi cabeza de lado y mantenerme fija en el italiano.

- Sexy italiano, coge apuntes que yo solo quiero seguir durmiendo.

Quizás lo de sexy me lo podía ahorrar, no me cae bien aunque esté drogada.
Bueno, si me cae bien, a quien voy a mentir.

- También podrías hacerlo tu mientras yo me doy una siesta - intenta sonar burlón, pero me hace caso y comienza a anotar cosas en los folios. - ¿No has dormido?

- Claro, si no sueño yo con nuestra boda, ¿quién lo va a hacer? - "muy bien Gabbi, menos mal que estás usando el tono bromista, pero deberías callarte". No se merece que le diga estas cosas. - Me debes dos desayunos.

- Te debo uno - dice tras apartar los ojos de sus folios.

- Me debes dos porque estoy doblemente enfadada, y no sigas por ese camino que si no vas a tener que invitarme a comer - No sueno para nada seria aunque lo intente, pero estoy tan cansada que sólo pienso en poder seguir durmiendo. - Bueno, es igual, avísame si dice algo interesante.

- ¿Te has tomado la medicación?.

- Te iba a contestar con una bordería, pero - bostezo - no me aguanto ni en pie.

- Técnicamente estás sentada, pero sobre lo de que no te aguantes... - se hace el pensativo. - ¿Hay alguien que lo haga?

- Tú - sonrío y ¿se acaba de sonrojar? Imposible, estoy alucinando. Ignoro ese detalle y más porque ha durado escasos segundos y me doy cuenta que va a ser imposible dormir con el italiano pesado al lado.

Me incorporo apoyando mi espalda en él respaldar y estirando las piernas, quedando, quizás, con una postura muy mala. Si luego me duele la espalda , no voy a poder quejarme.

- ¿Todo bien? - pregunta al italiano quien sigue envuelto en sus pensamientos.

- Si, claro, ¿por?

- No sé, me parece raro que vengas tan drogada - juega con su boli evitando mirarme.

- Imagina que se muere tu mejor amigo y prácticamente, pese a que han pasado meses, eres incapaz de levantar cabeza - quizás estar empastillada y recordar este detalle no sea muy buena idea. - Perdona, no quiero ponerme en el modo triste y amargar a alguien - murmuro dejando caer mi cabeza hacia atrás durante unos segundos.

- Gabbi, no me vas a amargar el día por simplemente expresar lo que sientes - de reojos le miro y me regala una sonrisa escueta. - Además, puede que quizás te entienda.

- ¿Estas usando las típicas frases para animarme o lo dices enserio? - Podría haberle ofendido por mi pregunta, pero es consciente de mi estado ahora mismo y parece ser, no me lo tiene en cuenta.

- También tuve una mascota que me acompañó a lo largo de muchos años y a la cual también consideraba mi mejor amiga, bueno, consideraba no, era mi mejor amiga - en sus ojos se puede ver cierta añoranza por el bichito del que habla.

- ¿Cómo sabias que hablaba de mi perro? - pregunto curiosa.

- Porque cuando te pregunte por tus tatuajes de los tobillos tenías la misma mirada que ahora, bueno, exceptuando porque ahora vas algo puesta - intenta animarme golpeando levemente mi hombro y lo cierto es que lo consigue. - ¿Estas pasando un mal día?

Mamá, ¿te gustan los italianos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora