Capítulo 41

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Aria

La alarma del reloj de la mesita de noche vuelve a sonar una vez más, la apago y vuelvo a dar otra vuelta en la cama. Me quedo mirando el techo, el recuerdo del beso de Deiton se me pasa por la cabeza, todavía puedo sentir sus suaves labios encima de los míos, no sé si podré olvidarlo en algún momento. Inconscientemente mi mano recorre mi labio inferior y se me forma una sonrisa, pero al instante en mi mente aparece Eiren sentada encima de Deiton y me pongo seria al instante, me levanto de golpe y voy a darme una ducha para borrar esos pensamientos tan asquerosos de mi cabeza.

Después de 10 minutos salgo de la ducha y me visto, me pongo un pantalón de vestir corto y una camiseta blanca. Me acerco a la mesita de noche para mirar mi teléfono, en cuanto se enciende veo en las notificaciones mensajes de Spencer, una pequeña angustia se instala en mi garganta. La situación con él sigue siendo la misma y me siento mal por eso, no he sido lo suficientemente valiente todavía para decirle que no quiero seguir con él. Continúa enviándome mensajes, los cuales siempre son del mismo estilo.

"Como estas"

"Aria estoy preocupado"

"Al menos dime si estás bien"

"Tengo ganas de verte"

"Siempre pienso en ti"

"Te quiero y te echo de menos"

Cuando los leo me siento la persona más repugnante del planeta, primero por no contestarle y segundo por no sentir lo mismo que él siente por mí. Unas pequeñas lágrimas de frustración inundan mis ojos, pero no dejo que caigan, no puedo permitirme entrar en ese pequeño bucle de culpabilidad porque me destrozaría por dentro. Tengo que contestarle lo antes posible por mi salud mental y por la de él.

Suelto un gran suspiro y bajo a la cocina para coger algo para desayunar, pero la verdad es que no tengo mucha hambre ahora mismo. Cuando llego no veo a ninguno de mis padres, eso quiere decir que ambos se han ido a trabajar temprano hoy, me preparo una tostada con un poco de mantequilla y me la como mientras miro embobada la taza de café que me he hecho. Acabo de desayunar y dejo la taza y el plato que he utilizado en el lavavajillas, cojo mi bolso de la entrada y guardo el teléfono en él. Salgo de casa y, después de cerrar la puerta con llave, me dirijo hacia mi coche. Después de unos 15 minutos llego al bufete, aparco en mi aparcamiento privado, el cual está al lado de la entrada, y me bajo del coche. Cuando entro saludo a la recepcionista y me subo en el ascensor, unos nervios me recorren todo el cuerpo al caer en cuenta que me encontraré a Deiton en algún momento del día y eso no me apetece en lo absoluto, cuando se abren las puertas del ascensor mi vista se centra en el despacho de Deiton y desde mi lugar puedo ver que está sentado en su silla haciendo algo con el ordenador. Mierda. Con la cabeza alta paso por delante de su despacho sin mirarlo, como si no me importara lo más mínimo su presencia, y entro en mi despacho y cierro la puerta asegurándome de que no entrará detrás de mí como ha hecho en otras ocasiones, pero una vocecilla en el fondo de mi cabeza quería que dejara que lo hiciera las veces que él quisiera, la silencio y me siento en mi silla para empezar con mi trabajo.


***


Llevo gran parte de la mañana sin poder concentrarme en lo que estoy haciendo, ya que me frustra que Deiton no venga a decirme por qué hizo lo que hizo la otra noche. Es un cobarde, no se atreve a dar la cara y explicarme por qué jugó conmigo. Es un cabrón por engañar a Eiren, pero yo también tengo culpa en ese sentido porque yo tampoco me aparte, pero desde ese momento me pregunto si habrá engañado a Eiren alguna otra vez y con quien. Imaginarme a Deiton besando a otra chica me provoca unos celos que no puedo controlar. Decido ir a por un café a la cafetería para despejarme un rato porque si sigo comiéndome la cabeza me volveré loca y no me gustaría la verdad. Cuando abro la puerta me encuentro con alguien, el cual esta a punto de entrar sin avisar, como de costumbre.

Sensaciones entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora