A las afueras de Liyue...

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— ¿Es por aquí?

— ¡Sí! ... Creo.

— Tch...

El bosque de piedra Huaguang escondía muchos secretos, recuerdos, años de historia... y espíritus.
De eso sabía mucho Hu Tao, que pasaba las horas muertas recorriendo sus montañas y desfiladeros. Sin embargo, hacía unos días, se había topado con algo que no se esperaba y que, desde luego, no le agradaba haber encontrado:

Un espíritu maligno. O, para ser más precisos, lo que le pareció el rastro de un espíritu maligno.

— ¿Estás segura?

— No lo sé.

— ¿Llevamos caminando horas hacia aquí y ahora...?

— Uh... ¿el adeptus está cansado?

— No.

Hu Tao le había hablado a Xiao sobre aquel asunto y, aunque él solía no prestarle mucha atención a las elocuencias de la castaña, sabía atender cuando se trataba de algo que pudiera atentar contra la seguridad de Liyue.

Eso les había llevado hasta la profundidad del gran bosque de piedra, guiados por el instinto de la directora de la funeraria.

Xiao se detuvo al borde de uno de los acantilados formados por la piedra antigua. Llevaban todo el día caminando y ella aún parecía perdida, pero no le importaba. Su actitud seguía siendo tan animada como lo había sido al momento de salir de la funeraria y poner rumbo hacia allí.
Eso irritaba al Yaksha. Sentía que ella jugaba con él. ¿En serio estaba jugando con algo tan serio?

— ¿Sabes dónde está o no? Deja de jugar, esto es serio.

— ¡Ya sé! Dame un momento.

Hu Tao se retiró del lado de Xiao, desapareciendo entre losas de piedra y vegetación espesa.
Eso no le sorprendió. Esa chica siempre era... peculiar. Incluso en los asuntos serios solía divagar, bromear o quitarle seriedad de las formas menos correctas.
Lo único que parecía tomarse en serio eran los funerales. ¿Lo demás? Definitivamente, no.

— ¡Lo encontré! Ven, rápido.

Apenas había tardado unos minutos en estar de regreso, pero su respiración agitada hacía evidente que había estado corriendo todo ese tiempo.
¿Tan peligroso era ese espíritu?

Xiao agarró su lanza con fuerza.
Ahora, mientras corría hacia el lugar que Hu Tao le indicaba, sus pisadas parecían mucho más pesadas.
Era en esas situaciones cuando realmente Xiao llegaba a verse como la bestia que era. Como un verdadero Yakhsa.

Sus ojos dorados y afilados trataron de percibir algo en la oscuridad.
Un movimiento, un reflejo, una forma extraña... Nada.

Con su lanza, retiró las hojas de una planta colgante que le impedía ver el final de la cueva. Apenas se filtraba el brillo de las estrellas y la luna del exterior.

Hu Tao, que había estado callada hasta ese instante, siguiéndole en silencio, soltó una risita.

Xiao no se giró a mirarla, no aún.
Tras retirar las plantas, se esperaba un ataque, toparse al espíritu de frente. En cambio, solo encontró un mirador natural, formado por la piedra erosionada y un montón de piedras pesadas colocadas estratégicamente para formar un asiento con vistas al bosque.

— ¡No había ningún espíritu maligno, tonto! ¡Era broma!

Exclamó Hu Tao, riendo tras él.

Xiao empuñó su lanza con fuerza, exteriorizando así su rabia.
Todo el día... Todo el día había estado distraído, caminando entre montañas, escuchando tonterías que nada tenían que ver con su deber.

— ¡¿Te crees que es muy gracioso?! ¡Si algo hubiera atacado a Liyue hoy, habría sido tu culpa!

Xiao nunca alzaba la voz.
Por eso, esta vez, incluso logró borrarle la sonrisa del rostro a Hu Tao.

— ...

Por primera vez, parecía seria, y lo pareció aún más cuando le retiró la mirada.
Ahora, miraba el banco de piedra y la vista más allá.

Caminó un poco, apartándose de él, no mucho, pero sí lo suficiente para bajar la vista hacia abajo. Allí, donde por la noche, el jade brillaba y las luciérnagas cubrían la piedra...

Vistas hermosas, sin duda.

Hu Tao tomó asiento en el banco de piedra, entrelazando sus propias manos.

— Desde que Rex Lapis murió, no has dejado de estar agobiado...

Habló, tras un buen rato en silencio. Después, prosiguió.

— Siempre yendo de un lugar a otro, sin siquiera detenerte en la posada. Solo buscas cumplir con tu labor, pero sé que lo haces como penitencia, como si su muerte fuera tu culpa. Descuidas tu descanso, te sobreesfuerzas como si no merecieras ni dormir.

Mientras las palabras de Hu Tao resonaban, la tensión en las manos de Xiao comenzó a desvanecerse.

No había sido una broma, ahora entendía por qué lo había hecho.

— ... Así que me hablaste de ese espíritu para obligarme a desconectar de todo eso y venir aquí contigo.

Ella apenas le miró por el rabillo del ojo. No asintió, pero su silencio fue suficiente para afirmarlo.

Xiao suspiró.
No era bueno con los sentimientos, ni siquiera lo era comprendiendo a los humanos y aún menos con alguien tan... peculiar como ella. Aún así, sabía reconocer el esfuerzo y, si algo conocía, era la gratitud.

Tomó asiento en el otro lado del banco. Esta vez, la lanza se quedó en el suelo, a su lado.

Guió la vista hacia las manos de Hu Tao. Estaban sangrantes, heridas. Incluso el esmalte negro de sus uñas estaba totalmente estropeado.

Esa niña boba... Por eso había llegado con la respiración agitada. Había estado moviendo todas esas piedras para que tuvieran un lugar donde descansar.
Ya era muy de noche.

— Tch...

Xiao chasqueó la lengua. Después, agarró las manos de Hu Tao, envolviéndolas entre las suyas, masajeando sus palmas.

— Duérmete, ya es tarde.

Dio un pequeño tironcito de ella, suficiente para que se recostara contra su pecho.

Hu Tao retiró la seriedad de su rostro.
Ya sabía lo torpe que era al demostrar algo más que ira, pero le conocía lo bastante para saber que estaba conmovido.

Una sonrisa adornó sus labios y las caricias en sus manos lograron hacerla dormir.

Xiao ni siquiera cerró los ojos hasta que estuvo seguro de que ella dormía. Solo entonces, le quitó el sombrero con cuidado y reposó su cabeza contra la ajena.

— Gracias...

Susurró, antes de dejar que el sueño también le invadiera a él.

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2021 ⏰

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•▪︎[ Amenaza del otro lado ]▪︎• (Hu Tao x Xiao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora